Justicia: urge arrancar de raíz la burocratización, la corrupción del sistema de justicia. Lo requerimos las mujeres, lo necesita nuestro país y la 4T
Regeneración, 11 de marzo del 2020. Justicia para las mujeres es una deuda pendiente del Estado Mexicano y la sociedad. Aquí se habla del sistema de justicia y empuja a cambios ya, porque las mujeres y la Nación lo demandan.
Necesitamos un sistema de justicia con conciencia de género
Por: Juana María López Juárez
Cuando una mujer se convierte en víctima de cualquier delito, el primer lugar al que acude a pedir justicia es a un Ministerio Público.
Estos espacios, en los que debería recibir ayuda, se convierten en un obstáculo –pequeño pero significativo– ya que son dominios de hombres que carecen de formación e información sobre la perspectiva de género.
En todo el país, el Ministerio Público es un lugar en el que las mujeres reciben un trato agresivo, un ambiente hostil e indiferente.
Son notorias las iniciativas de ley y las medidas que ha implementado la Jefa de Gobierno en la Ciudad de México, pero estas reformas no se han hecho en el resto del país.
Algunas instancias de Gobierno ven las problemáticas de género como un tema de moda, o una indicación del Gobierno Federal que hay que cumplir para evitar sanciones.
Pero no como una necesidad importante de cambio y bienestar para las mujeres.
Los procesos a seguir después de una denuncia en el MP siempre son burocráticos y lentos.
Esto implica, para las mujeres largas horas de traslado, y más dinero (que en la mayoría de los casos no se tiene) para cumplir con una serie de requisitos que implican aún más gastos.
Además, si tienen que acudir a alguna audiencia o cita sobre su proceso, muchas mujeres se ven obligadas a llevar a sus hijos o tienen que encontrar quien las ayude a cuidarlos.
Todo esto las debilita y desgasta, por lo que muchas desisten de seguir con los juicios.
Aquellas que toman la decisión de llevar sus procesos hasta el final no siempre salen victoriosas, aun cuando se emiten sentencias específicas.
Hay hombres que no las cumplen y buscan venganzas utilizando a los hijos.
En casos extremos, esto deriva en una violencia mucho mayor que la familiar y desemboca en otro proceso legal.
En la violencia política no hay leyes e instancias específicas de justicia que apliquen la ley para castigar al violentador.
Hemos sabido y visto casos de mujeres que están en cargos públicos o de elección popular que sufren violencia por parte de compañeros del partido.
O, funcionarios que por temor al escándalo y las represalias, prefieren callar, antes que enfrentarse a todo el aparato de justicia.
Las que han decidido denunciar con frecuencia sufren las consecuencias; algunas, son amenazadas incluso de muerte y no hay ningún tipo de justicia para los agresores.
Hablar de feminicidios es hablar la injusticia en su máxima expresión.
La mayoría de los casos permanecen impunes, sin culpables y en el olvido.
Cuando los asesinos llegan a prisión, con frecuencia consiguen su libertad mediante una jugosa cantidad de dinero.
Todo esto nos habla de un sistema de justicia obsoleto y corrupto.
Este es el mayor obstáculo que enfrentan quienes denuncian la violencia contra las mujeres.
Estamos convencidas y necesitadas de una transformación en el sistema de justicia.
Es urgente y necesario arrancar de raíz la burocratización, la corrupción del actual sistema de justicia. Lo requerimos las mujeres, lo necesita nuestro país y la 4T.
Entresacado:
“Hablar de feminicidios es hablar de injusticia en su máxima expresión. La mayoría de los casos permanecen impunes”.
*Se publicó en Regeneración impreso en marzo del 2020