Recorrido por la historia archivística de México, Parte 1

«La complejidad de la institución, se reflejó en la del archivo y un uso intensivo de los documentos que no se correspondió con su correcta organización.»
Foto: WikiMéxico

Por Juan Gerardo López Hernández

A la memoria de Vicente Riva Palacio, en el Día Nacional del Archivista mexicano

PRIMERA PARTE

Regeneración, 1 de abril de 2020. La historia de la archivística en México está por escribirse, aún no se ha realizado la inmensa tarea de sistematizar un relato general que permita el análisis y el debate sobre la experiencia acumulada de quienes se han ocupado de los archivos mexicanos, desde la fundación de las primeras instituciones públicas occidentales en territorios hoy mexicanos, como los Ayuntamientos de Veracruz, Segura de la Frontera (Tepeaca, Puebla) y Tenochtitlan-México (en Coyoacán), hasta el siglo XX.

Conocemos tenues reflejos de aquella historia: por ejemplo, aunque no sabemos el paradero de los documentos que pudieron generar los ayuntamientos de la Veracruz y Segura de la Frontera desde 1519, sabemos por el primo y lugarteniente de Hernán Cortés, Francisco de las Casas, que mientras estuvo el Ayuntamiento de México instalado en Coyoacán, de agosto de 1521 a finales de 1523, no hubo libro de Cabildo, sino “papeles y memorias”[1] y por ello se perdió aquel posible primigenio archivo del Ayuntamiento y sólo se conservan los libros de Cabildo y expedientes producidos a partir de marzo de 1524.

Hay que recordar que el Ayuntamiento  de México tuvo en el siglo XVI una jurisdicción territorial inmensa, desde California hasta Panamá y que su organización interna se fue haciendo muy compleja, conforme crecía la población y las relaciones con las autoridades de la Corona española y luego mexicanas se fueron haciendo más y más intrincadas.

La complejidad de la institución, se reflejó en la del archivo y un uso intensivo de los documentos que no se correspondió con su correcta organización.

En la historia del Ayuntamiento fueron recurrentes las referencias al desorden que  se adueñaba del archivo es también muy conocido el hecho de haber sido salvado del fuego por el esfuerzo del ilustre Carlos Sigüenza y Góngora, durante el motín popular de 1692.

En el propio acervo se conserva la memoria de los intentos para reorganizar el fondo del Ayuntamiento, declarado en 2012 Memoria del Mundo por el comité correspondiente de la UNESCO,  realizados partir del siglo XVIII por Juan Francisco de Barrio Lorenzot, Antonio Prieto y Fernández, Lucas Alamán, Vicente Riva Palacio y Francisco Gamoneda, entre otros[2].

En 1949, el historiador Manuel Carrera Stampa[3] consideraba, que la organización archivística de los documentos del Fondo del antiguo Ayuntamiento de México había comenzado durante el gobierno de Ignacio Comonfort, la cual fue encomendada a Vicente Riva Palacio en su carácter de secretario del Ayuntamiento.

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Aquella no fue sólo una reorganización del archivo. Se trató de una reforma estratégica del Ayuntamiento, que había sido ideada por los revolucionarios de Ayutla desde 1855 junto con otras medidas de reforma de la institución de gobierno de la capital.[4]

El 14 de agosto de aquel año, la guarnición de la ciudad de México, bajo el mando de Rómulo Díaz de Vega, adoptó el Plan de Ayutla, lo que significó el derrocamiento del dictador Antonio López de Santa Anna, quien para entonces, ya había salido rumbo a Veracruz.

El 21 de ese mes, el Ayuntamiento recibía la notificación del nombramiento de un nuevo gobernador del Distrito Federal: José Vicente Miñón.

En su siguiente sesión, el Ayuntamiento recibiría como nuevo presidente de la corporación al ex presidente de la República Valentín Gómez Farías, quien fue sustituido inmediatamente por José María Cortés Esparza y un Ayuntamiento completamente nuevo.[5]

Esta nueva composición se transformó a lo largo de los meses de septiembre y octubre, de modo que para el 16 de noviembre, se leyó en la sesión de cabildo un oficio del Ministerio de Gobernación en que por orden del Presidente de la República se nombraba a los capitulares que reemplazarían a quienes habían dejado sus puestos en los meses anteriores, entre ellos, al abogado de 23 años, recientemente titulado, Vicente Florencio Carlos Riva Palacio Guerrero, más conocido como Vicente Riva Palacio.[6]

En enero de 1856, el gobernador del Distrito Federal, Juan José Baz, lo nombraría como segundo regidor, es decir, como integrante de la corporación municipal que tomaba parte en las decisiones con voz y voto y se le hacía responsable de comisiones y la vigilancia de un cuartel de la ciudad.[7]

Durante la primera mitad de 1856, los liberales del Ayuntamiento trataron de corregir la crisis financiera por la que éste atravesaba, de hecho, esa fue la encomienda que les dejó el gobernador del Distrito Federal, Juan José Baz en la sesión de instalación, el 1 de enero:

… y el señor gobernador anunció que quedaba instalado el Excelentísimo Ayuntamiento que debía funcionar en 1856 y dirigió a la corporación un breve discurso en que manifestó las mejoras que preferentemente reclaman varios ramos de la ciudad, de primera importancia, que están desatendidos por circunstancias involuntarias, siendo una de ellas la escasez de fondos, que para remediarla el gobierno del Distrito, contando con la cooperación del supremo, se ocupaba activamente de expeditar este asunto vital para la municipalidad.[8]

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A esa labor se abocó Riva Palacio desde la instalación de las comisiones municipales el 2 de enero de manera prácticamente exclusiva, pues la comisión de hacienda quedó integrada por el presidente del Ayuntamiento, tres regidores, entre quienes se encontraba él (que a diferencia de sus pares, no asumió ninguna otra comisión) y el síndico primero, quien además asumió también la comisión especial de Archivo.[9]

Pero sería la tensión política desatada con la proclamación de la Ley Lerdo, el 25 de junio de aquel año lo que desencadenaría la ejecución de la reforma municipal, planificada y operada políticamente en la oficina del ministro de Gobernación José María Lafragua y del gobernador del Distrito, con la participación de Riva Palacio.

Interesaba estratégicamente hacerse del control de la corporación de la ciudad, como un símbolo y como un punto de apoyo para la transformación que tenían en mente los liberales que impulsaron la Reforma. En esa transformación nacional, arreglar el Archivo jugaba un papel central.


FUENTES:

[1] Archivo Histórico de la Ciudad de México (en adelante AHCM). Ayuntamiento. Actas de Cabildo. V. 1. Cabildo de 20 de diciembre de 1527.

[2] Manuel Carrera Stampa. “El Archivo del ex Ayuntamiento de México”, en Historia Mexicana, vol. 12, núm. 4. El Colegio de México, México, 1963: 624 – 625.

[3] Ibíd.

[4] AHCM. Ayuntamiento, Bandos, Caja 26, exp. 71. 25 de octubre de 1855. Se derogan las leyes y decretos relativos a la organización y facultades del ayuntamiento.

[5] AHCM, Ayuntamiento, Actas, 176A. F. 121 v – 129.

[6] Ibíd. F. 196.

[7] Ibíd. 177A. F. 2. Oficio del Gobernador del Distrito Federal Juan José Baz al Ayuntamiento de México. Nombramientos de capitulares para el año de 1856.

[8] Ibíd. F. 1v.

[9] Ibíd. Acta de la sesión de cabildo de 2 de enero de 1856, f. 4.