Aunque en las primeras décadas de su existencia fue considerado un artículo pecaminoso, el bikini sobrevivió a la moral y logró convertirse en un imprescindible en el armario de cualquier mujer.
Por Karla Trejo
RegeneraciónMx, 05 de julio de 2022.- No es extraño que en pleno verano se conmemore el Día Mundial del Bikini, una de las prendas que más se usa por esta época y que escandalizó a la iglesia y una buena parte de la sociedad cuando surgió.
Lo que pocos saben es que se tienen registros de él desde el siglo IV antes de Cristo, cuando las mujeres usaban sólo dos pequeñas prendas para practicar deporte: una para cubrir los senos y otra para los genitales. Según la revista National Geographic, hay pruebas de ello en las paredes de la villa romana del Casale, en Sicilia, Italia.
Sin embargo, el cristianismo y su afán por cuidar la moral provocaron que estas dos prendas dejaran de usarse y, en su lugar, llegaran otras que cubrían desde el cuello hasta las muñecas y los tobillos.
¿Y el traje para nadar?
En el siglo XIX la ropa para nadar sí era de dos piezas, pero estaba lejos de ser o parecer un bikini. Cubría todo el cuerpo y, al mojarse, limitaba la movilidad debido a su peso. Fue entonces que en las primeras décadas del siglo XX, se empezaron a hacer varios cambios en su diseño y materiales para que fuera más cómoda.
La nadadora Annette Kellerman, por ejemplo, diseñó un traje muy ajustado, de una sola pieza y sin mangas ni perneras que usó por primera vez en EEU. ¡Pero, vaya escándalo! Terminó arrestada por mostrar demasiada piel.
Tiempo después, el «impúdico» traje de Kellerman fue aceptado en algunos países europeos. Aunque, en general, el traje de baño de las mujeres ordinarias (no atletas) era un vestido con mucha tela que escondía totalmente su figura.
Para la década de los 30’s, el traje de baño revolucionó por completo. Pasó del lino o el algodón al nylon y el látex, telas que lo hacía más ajustado y ligero. Pero lo que más llamó la atención fue que empezó dejar descubiertos los hombros y el abdomen, sin mostrar el ombligo.
Después, en 1946 un hombre llamado Jacques Heim diseñó un traje de baño de dos piezas que dejaba al descubierto el abdomen, pero (una vez más) sin mostrar el ombligo. Lo llamó ‘átomo, el traje de baño más pequeño del mundo’.
El rebelde de la moda
Pero, como en toda época, en la historia del bañador también hubo un rebelde que se impuso a las reglas y nadó contracorriente: el francés Louis Réard, un ingeniero mecánico que había heredado el negocio de lencería de su madre y aprovechó para diseñar una prenda que SÍ mostrara el ombligo y ayudara a las mujeres a broncearse el abdomen.
Fue hecho con sólo 76 centímetros cuadrados de tela con estampados de periódico, los cuales se utilizaron para confeccionar cuatro triángulos: dos para cubrir los pechos, uno para los glúteos y uno más para la zona pélvica.
Louis Réard mostró al mundo su controvertido diseño un 5 de julio en un desfile que estuvo a punto de cancelarse porque nadie quería modelarlo. No obstante, el empresario era hábil y logró convencer a Micheline Bernardini, una estríper del Casino de París, que portara el bañador.
Explosivo como el Bikini
Hay diversas versiones acerca del nombre de este (entonces bastante diminuto) traje de baño, pero las principales y más difundidas coinciden en la Guerra Fría, un conflicto protagonizado por Estados Unidos y la URSS en 1946.
En aquel momento se habían hecho pruebas de una bomba nuclear en Bikini, un atolón de las Islas Marshal, en el océano Pacífico. Y se dice que cuando Réard habló con Micheline Bernardini para que modelara el bañador le dijo que “iba a ser una bomba más potente que la que EEUU había detonado en Bikini».
El bikini provocó protestas en El Vaticano (la Iglesia lo consideró pecaminoso) y su prohibición en países como Italia, España y Bélgica. Pero el tiempo pasó y en los 50’s consiguió un boom pocas veces igualado, gracias a que famosas como Marilyn Monroe, Elizabeth Taylor y Jane Fonda lo vistieron.
Ya para la siguiente década, el bikini era prácticamente necesario en el armario de cualquier mujer, porque además tenía precios bastante accesibles.