#Opinión: La extraña visita de Román – Primera Parte

¿Conoces a Román? En Relatos de Pesadilla, Luis Orlando Montante nos comparte una historia real sucedida en Durango, México, a una mujer casi escéptica de lo paranormal.

¿Conoces a Román? En Relatos de Pesadilla, Luis Orlando Montante nos comparte una historia real sucedida en Durango a una mujer scéptica de lo paranormal.
Foto: Especial

Por Luis Orlando Montane Pineda

RegeneraciónMx, 16 de julio de 2022.- En esta ocasión les tengo una aterradora historia escrita Annaiz Veloz, de la página de Facebook Historias macabras para no dormir. Ella nos cuenta de Román, un entrañable, pero extraño amigo de Durango.

La visita de Román

No sé como comenzar a relatarte lo que nos aconteció a mi esposo y a mí, pues es muy reciente y todavía no entiendo cómo sucedió. Disfruto mucho de las historias paranormales, aunque, para ser sincera, algunas me parecían algo exageradas… hasta que nos tocó vivir una en carne propia.

Tuve una adolescencia maravillosa gracias a mis padres y a los amigos que tuve en esa etapa de mi vida. Lamentablemente, tomamos rumbos diferentes y, poco a poco, nos fuimos distanciando. Yo, por mi parte, fui a estudiar fuera de la ciudad y al regresar me encontré con la noticia que mis padres se habían mudado de casa, así que les perdí la pista totalmente.

A mi esposo lo conocí en la universidad y decidimos quedarnos a vivir en Monterrey. Él solía reunirse con sus amigos de la infancia cada fin de semana y yo disfrutaba escuchar sus múltiples aventuras de niños. Cuando viajamos a la ciudad de Durango —de donde era yo— me di a la tarea de buscar a mis amigos, aunque no fue muy fácil, ya que algunos también se habían mudado. Así que sólo pude encontrar a Román, Graciela y Antonio.

Román era el único que seguía viviendo donde mismo. Se puso feliz al verme y después de presentarme a su esposa e hijos, mi esposo los invito a cenar y ellos aceptaron de inmediato, pues Román y yo siempre fuimos los más cercanos del grupo. Recuerdo bien que me pidió que si algo le pasaba cuidara de su familia, y yo, algo preocupada, le pregunte que si estaba enfermo, pero él me dijo que no, que sólo fue un sentimiento que le nació repentinamente. Eso me llenó de alivio y después de un largo abrazo nos despedimos, no sin antes agradecerle hacernos nuevamente parte de su familia.

Mi esposo se quedó encantado con mi amigo y su familia: «pareciera que nunca dejaron de verse», me dijo con voz dulce. Los siguientes días también nos vimos con Graciela y Antonio, pero ellos fueron un poco más reservados, pues decían que el tiempo había marcado una gran diferencia entre nosotros.

Un día llego Román con su familia a mi casa y nos trajeron un pastel que habían preparado con mucho cariño para nosotros. Los invitamos a pasar, pero ellos dijeron que tenían pan que vender.

—¿Cómo así, Román? ¿Estás pasando por una situación económica difícil y no me lo has dicho?
—Tranquila, Alondra. Todo está bien, sólo es una mala racha. Pronto saldremos adelante, espero que disfruten el pastel tanto como disfrutamos haciéndolo para ustedes.

Eso me partió el corazón, pues él siempre era el que me sacaba de apuros. Le dije que esperara un momento y fui por mi cartera para comprarles todo el pan que traían.

No tienes que hacer esto, me dijo avergonzado.
—Tú tampoco tuviste que hacer muchas cosas por mí, y aun así siempre estuviste para mí, amigo.

Su esposa comenzó a poner el pan en una bolsa, y le dije que era suficiente con el pastel, que siguieran vendiéndolo para que se ayudaran un poco. Ella me miró y sonrió. Sabía que lo hacía con todo mi corazón. Los siguientes dos días hicimos videollamada y, de repente, Ramón dejó de contestar mis llamadas, no sabía que pasaba. Estábamos tan bien y de repente nada.

CONTIUARÁ

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