El ingeniero Juan Manuel Espinosa Aranda es el hombre detrás de la alerta sísmica que hasta la fecha suena en todas las bocinas del C5 en la CDMX.
Por Karla Trejo
RegeneraciónMx, 21 de septiembre de 2022.- En una urbe como la Ciudad de México, donde tiembla constantemente y los sismos pueden alcanzar altas intensidades, quizás no haya mejor dispositivo que la alerta sísmica. Pero, ¿a quién hay que agradecerle este particular ruido que lejos de poner nervioso a cualquiera, ha sido capaz de salvar miles de vidas?
Su invención se le ha atribuido al ingeniero mexicano Juan Manuel Espinosa Aranda, quien después del terremoto del 19 de septiembre de 1985 en la Ciudad de México buscó una forma de evitar otra tragedia igual o similar. Casi un año después, en junio de 1986, este hombre fundó el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (Cires) para la investigación científica y tecnológica de estos fenómenos naturales.
Entonces (y como es hasta ahora) era imposible predecir científicamente un temblor, así que lo más viable para Espinosa Aranda y su equipo era dar con una forma de detectarlo apenas se acercara y alertar a la población para que se pusiera a salvo. Tras algunos años de pruebas e investigación, en 1989 presentó el proyecto de alertas sísmicas y en para el 1991 ya estaba en marcha y pruebas el Sistema de Alerta Sísmica de la Ciudad de México (SAS).
El proyecto se veía cada vez más posible porque la Ciudad de México está ubicada a casi 300 kilómetros del lugar donde ocurre la mayor cantidad de temblores: Guerrero. Así que había posibilidad de avisar a los capitalinos con minutos suficientes de un sismo de gran magnitud.
Luego de la instalación de 12 sensores a lo largo de las costas guerrerenses, el SAS estuvo en silencio algunos años hasta que el 14 de septiembre de 1995 sonó por primera vez y dio señal de su efectividad. Detectó un sismo de magnitud 7.3 a 29 kilómetros de Ometepec, Guerrero a las 8:04 de la mañana, y por medio de ondas avisó a las alarmas instaladas en puntos estratégicos como edificios de gobierno, estaciones de radio y televisión abierta, y el Metro de la CDMX.
A días de que entonces se cumplieran 10 años del terremoto de 1985 gran parte de los capitalinos pudo salir de sus casas y sitios de trabajo para resguardarse de posibles derrumbes. A pesar de la intensidad de dicho temblor, algunos medios registraron solo cuatro decesos. Esa fue la primera vez que el mundo escuchó una alerta sísmica.
En 2003 el proyecto se extendió y también se instalaron sensores en las costas de Oaxaca. Ya para 2004 se constituyó el Sistema de Alerta Sísmica de México (Sasmex), alcanzando la colocación de 97 estaciones sismosensoras en Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero y Oaxaca. Con ello se puede alertar a las ciudades de Chilpancingo, Acapulco, Puebla, Morelia, Oaxaca, Toluca, CDMX y el Morelos (integrado en este 2022).
La voz de la alerta
Años después de la primera alerta sísmica emitida en radio y televisión, el gobierno de Miguel Ángel Mancera en la CDMX impulso la instalación de altavoces que la reprodujeran. De tal suerte que a partir del 19 de septiembre de 2015, el sonido de la alerta Sasmex es escuchado a través de los altoparlantes que pertenecen al C5.
Desde su creación se determinó que la alerta sísmica tuviera un sonido único, fácil de identificar y que no fuera parecido al de otros servicios de emergencia como patrullas o ambulancias. Además, tenía que ser acompañado de una voz original y difícil de reproducir. Así que el Cires invitó a Manuel de la Llata García, actor de doblaje y locutor, para grabar el inconfundible «alerta sísmica» que suena cuatro veces cuando empieza el zumbido de las bocinas.
Llata García murió el 14 de junio de 2016 en Querétaro, donde pasó décadas alejado del doblaje. Siempre mantuvo un perfil bajo aunque en su gremio era muy conocido gracias a sus extraordinarias participaciones como la voz de Clark Kent, interpretado por Christopher Reeve, en la primera película de Superman: The Movie, en 1978. O la de Han Solo en una de las versiones de primera entrega de La Guerra de las Galaxias.