El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha es mucho más que un libro… es una obra que logró construir toda una cultura a su alrededor, incluso, cientos de años antes de que existiera la cultura pop o el fandom.
Por Miguel Martín Felipe Valencia
RegeneraciónMx, 13 de marzo de 2022.- Todo mundo conoce la premisa básica de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Se trata de un hombre flaco entrado en años, quien después de una vida de hacendado en la que devoró antiguos libros de caballería, entra en una etapa de delirio y decide erigirse en caballero andante que sale a cabalgar por las llanuras españolas para buscar “entuertos que desfacer”. Nombra escudero a su vecino Sancho Panza y le promete hacerlo gobernador de una isla. Se enamora de una mujer a la que renombra como Dulcinea del Toboso y tiene diversas aventuras en las que muchas veces termina apaleado y sin caer en cuenta de sus errores.
En la mente de Don Alonso Quijano, quien se autonombra Don Quijote de la Mancha para fines caballerísticos, la campirana realidad circundante toma tintes épicos: los rebaños de ovejas son ejércitos que se encuentran en fiera batalla por el amor de las doncellas; una bandeja de bronce utilizada por los barberos para que sus clientes escupieran la sangre producto de la extracción de muelas; ante los ojos de Don Quijote, es el dorado yelmo de Mambrino, un rey moro legendario que fungía como antagonista en sus amadas historias caballerescas; los molinos de los campos de Montiel son gigantes a los que debe combatir; una posada para carretoneros es un castillo en el que pide ser ordenado como caballero.
Precursor del fandom
Alrededor de la magna obra de Cervantes se ha construido toda una cultura que enaltece la figura de Don Alonso Quijano el bueno y de su fiel amigo Sancho Panza.
Miguel de Cervantes Saavedra escribió la primera parte en 1605 y tuvo tal impacto que suscitó uno de los primeros casos de continuaciones hechas por fans, varios siglos antes de que la cultura pop y el fandom fueran cuestiones tan cotidianas como ahora.
Durante un tiempo se volvió famoso el llamado Quijote de Avellaneda, que fue escrito por el autor del mismo apellido como respuesta al clamor popular, que exigía más aventuras de Don Alonso, y se publicó en 1914, un año antes de que viera la luz la continuación canónica de Cervantes, que se tituló Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha.
Rompiendo la cuarta pared
Ya dentro de la misma obra de don Quijote de la Mancha había una ruptura de la cuarta pared, en aquel pasaje en que el cura y el barbero hacían una selección de los libros que quemarían debido a que habían vuelto loco a Don Alonso. El cura salva de la pira los libros de Cervantes, entre ellos La Galatea, y refiere que el autor es su amigo y que está por publicar la segunda parte.
«-La Galatea, de Miguel de Cervantes -dijo el barbero.
–Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, (…) Su libro tiene algo de buena invención, propone algo, y no concluye nada; es menester esperar la segunda parte, que promete.»
Diálogo entre el cura y el barbero.
Asimismo, en el transcurrir del segundo libro, Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza son conscientes de que sus andanzas se han vuelto famosas gracias a la pluma de Cervantes, pero también se llega a mencionar el Quijote de Avellaneda.
Sátira y picaresca
Inicialmente se concibió el Quijote de la Mancha como una obra de picaresca española y se resaltaba su lado cómico. Incluso, el abordaje de los libros de caballería se hace desde una perspectiva de cierto desdén, pues para principios del Siglo XVII, este género se consideraba banal e impropio para los estándares literarios imperantes.
Los nombres que Don Quijote asignaba a los personajes que poblaban su imaginación y a los cuales veía personificados en la gente pueblerina que encontraba en sus andanzas, evidencian esta sutil sátira que Cervantes hacía del género caballeril.
«Pero vuelve los ojos a estotra parte, y verás (…) al siempre vencedor y jamás vencido Timonel de Carcajona, príncipe de la Nueva Vizcaya, que (…) trae en el escudo un gato de oro en campo leonado, con una letra que dice: Miau, que es el principio del nombre de su dama, que, según se dice, es la sin par Miaulina, hija del duque Alfeñiquén del Algarbe.»
Don Quijote detalla a Sancho los ejércitos que dice ver en un campo de ovejas.
Aquel que venció a Don Quijote
Existen diversos personajes en el Quijote de la Mancha. Muchos de ellos son incidentales. Sin embargo, hay otros que llegan a tener cierta relevancia, pero que no pasan el filtro de la popularidad a la hora de referir pasajes de esta obra. Uno de esos personajes es el bachiller Sansón Carrasco, que representa la antítesis de Don Quijote. Es un joven con estudios y que presume de astucia.
Santón Carrasco está apegado al pensamiento más racional, en oposición a Don Quijote, quien en todo momento atribuye los eventos que presencia a hechiceros y encantamientos. Carrasco está resuelto a “curar” de su locura a Don Quijote de la Mancha haciéndose pasar por un caballero que lo reta a duelo.
La primera vez, en la que se hace llamar “El caballero de los espejos”, su caballo no responde y recibe la carga del autonombrado “caballero de la triste figura” a lomos de rocinante. La segunda vez, sin embargo, se presenta ante Don Quijote en la playa de Barcelona como “El caballero de la blanca luna” y finalmente lo vence, lo cual desemboca en el retiro de Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza con la pretensión de dedicarse al pastoreo, incluso fantaseando con nombrar a sus conocidos de manera acorde a la literatura pastoril. Sin embargo, Don Quijote entra en gran depresión y finalmente muere en sus aposentos.
«Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo, y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza, y quítamela vida, pues me has quitado la honra.»
Rendición de Don Quijote ante Sansón Carrasco.
La inspiración de Don Alonso
Otro personaje, que según los cánones de creación literaria debe ser considerado como fugaz, es Amadís de Gaula. Se trata de un caballero medieval español en toda regla, en cuya figura pretendía Don Alonso Quijano basarse para delinear su personaje y sus aventuras como caballero andante.
En los libros de Amadís de Gaula, cuya autoría es discutida y que datan de entre los siglos XIII y XIV, los hechiceros y sus sortilegios que aquejaban a doncellas y caballeros andantes eran algo cotidiano. Precisamente fue este el rasgo a través del cual Cervantes satirizaba a los libros de caballería. Sin embargo, Amadís de Gaula era una lectura muy recurrente en el Siglo XVI, al grado de ser un referente de la cultura popular de esos tiempos.
«Nos quedamos admirados, y decíamos que parecía a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís».
Bernal Díaz del Castillo – Historia verdadera de la conquista de la Nueva España.
“Señal de que avanzamos”
Hay una frase mítica (nunca mejor dicha) que suele salir a colación cuando se habla de que alguien realiza una labor positiva y recibe críticas: «Ladran, Sancho, señal que cabalgamos» o variaciones como: «Dejad que los perros ladren, es señal de que avanzamos». Esta frase es atribuida a Don Quijote y en tiempos de redes sociales se ha adaptado al ámbito de los memes.
Sin embargo, realmente esta frase no está contenida en la obra de Cervantes. En algunos artículos se atribuye a Unamuno, Darío, Goethe, o bien, se dice también que es un antiguo adagio árabe. Lo único cierto es que en ninguna de las dos partes del Quijote de la Mancha figura esta frase. Muchas otras citas de esta obra son destacables, pero irónicamente la más popular no pertenece a la misma.
Siempre vigente
La lectura del Quijote de la Mancha es un viaje iniciático sin retorno, el cual sin duda debería ser un rito de paso ineludible para cualquier amante de la literatura. Descubrirlo, paladearlo y de ser posible disfrutar la experiencia de una edición comentada, así como extender dicha experiencia con documentales, exposiciones pictóricas, música, teatro y cine; es en mi opinión una apoteósica forma de inmersión.
Invito a quien no haya leído aún esta obra a darle el espacio adecuado en su vida y abundar en todo el material que hay alrededor de la misma. Definitivamente tenemos que volvernos un país de lectores y el Quijote de la Mancha, a más de 400 años de su publicación, conserva intacta su magia, que yace ahí en sus páginas para aquel que quiera descubrirla.
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