Dostoyevsky cumple 200 años de haber llegado al mundo del crimen y castigo


Por Martha Rojas

Este 11 de noviembre se cumplen 200 años del nacimiento de Fiódor Mijáilovich Dostoyevsky (Moscú, 1821) uno de los grandes escritores de la historia, un ruso, que a través de su obra dejó una profunda huella en Occidente.

Autor prolífico y dado a la construcción de obras infinitamente voluminosas, Dostoyevsky conoció el sentido exacto de la decadencia moral y humana. Se obsesionó con la construcción de una figura literaria que emulara la transcendencia de Jesucristo.  De ahí que las perversiones de “Raskolnikov” en Crimen y Castigo nos arrojen a un callejón de pasiones de donde es imposible obtener la redención absoluta.

Crimen y Castigo, El Idiota, Los hermanos Karamazov o Voces del subsuelo, inspirada en los días más duros qué pasó recluido en un campo de trabajo en Siberia forman parte de la obra cómica y trágica de un ser que vivió como escribió.

Dostoyevsky un escritor, un jugador empedernido, un bebedor insaciable consumido por las deudas y las extorsiones de la familia de su hermano Mijail, de la cual, a la muerte de éste, tuvo que hacerse cargo, un hombre enamorado de las mujeres, del juego, del sueño de no vivir en la miseria.

Sería justamente su paso por la prisión en Siberia, la pobreza  constante, la muerte de su hermano mayor Mijail y la epilepsia que lo acompañó toda su vida los elementos que marcarían la mayor parte de su obra y el carácter que demostró a lo largo de sus repetidas huidas de Rusia.

Su carácter inestable y neurótico fue moldeado por el temor que le impuso la figura paterna al haber sido descubierto masturbándose cuando era un adolescente. Un suceso vergonzoso y traumático que le provocarían, según un minucioso análisis de Sigmund Freud, un complejo edípico del que no podría liberarse.

El asesinato de su padre cuando Fiodor tenía 18 años significó una adquisición de culpa que lo persiguió toda su vida y que lo impulsó a crear figuras omnipresentes, capaces de castigar y liberar con severidad.

LA  CONCEPCIÓN DE UN LEGADO

En 1837, a los 18 años Dostoyevsky también se encontraba en Moscú estudiando ingeniería naval forzado por las imposiciones paternas y la imposibilidad de éste de cuidarlo tras la muerte de su madre y las demandas de sus hermanos menores.

Junto a su hermano Mijail se incorporó a una escuela que lo amenazaba con extinguir sus aspiraciones literarias y en la que irónicamente nunca estudio a pesar de estar matriculado.

Desde muy joven, a la edad de 14 años, Dostoyevsky ya se había involucrado con el círculo idealista de la época. Su romanticismo e idealismo nació a esa edad cuando descubrió a Walter Scott y a Friedrich Schiller, creador del juego de Guillermo Tell.   

Los valores de la Rusia de finales del siglo XIX y la defensa de la monarquía Llevaron a Dostoyevsky a una encrucijada en la que no pudo negar el anhelo de una república rusa hecho con y para los rusos.

Muchos años después en su Curso de literatura rusa, Vladimir Nabokov se burlaría de sus ideales estrafalarios y vagos, y de su escritura, a la que definió como una repetición interminable de la misma historia.

Pero ese comentario aniquilador habría de pensarse como el de un ruso que renegó de serlo, dirigido a un ruso enamorado de serlo.

Sería imposible diluir en el maniqueísmo del gusto la marca indeleble de un escritor que bajo al infierno, vivió en él y aún así se aferro a la vida.

“Todos los hombres necesitan saber adónde ir, ¿no? Pues siempre llega un momento en que uno siente la necesidad de ir a alguna parte, a cualquier parte”.

He aquí Fiódor Mijáilovich Dostoyevski que conoció el sentido exacto de estar y no estar.