Un fenómeno natural creado por la gravedad y la sensibilidad del telescopio Hubble permitió esta observación de Ícaro.
Regeneración, 09 de abril de 2018.- Un equipo internacional que integra a expertos del Instituto de Física de Cantabria (IFCA), instituto mixto de la Universidad de Cantabria y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), José M. Diego, observaron Ícaro, una enorme estrella azul que se encuentra a nueve mil millones de años luz de la Tierra, la más lejana jamás observada.
Su observación fue posible gracias a que naturalmente se amplificó su brillo, debido a un fenómeno conocido como “lente gravitacional”, y fue percibida por el telescopio espacial Hubble. Normalmente, sería imposible advertirla, de hecho solo es posible ver estrellas individuales de la Vía Láctea y de galaxias en nuestra vecindad, incluso utilizando los telescopios más potentes hasta el momento.
La estrella, que pertenece a una galaxia espiral, está tan lejos que su luz ha tardado nueve mil millones de años en llegar a la Tierra, lo que equivale al 70% de la edad del Universo.
“Es la primera vez que vemos una estrella individual magnificada”, explicó Patrick Kelly, investigador de la Universidad de Minnesota, Twin Cities y coautor del estudio.
“Somos capaces de ver galaxias muy lejanas, pero esta estrella está 100 veces más lejos que la siguiente estrella individual que podemos estudiar, excepto si contamos explosiones de supernova como una estrella”.
Por otro lado, el Pablo Pérez González, investigador del departamento de Física de la Tierra y Astrofísica de la UCM, se congratuló de que se pudiera observar las estrellas a millones de años luz.
“Hoy ya es posible observar una estrella individual que está en el otro lado del Universo, y que de hecho ya no existe. Pero no la hemos logrado observar solo gracias a un invento del hombre, sino a la magnificencia de la propia Naturaleza y a las leyes de la Física, entre las que se encuentra la perturbación que ejerce una masa en la trayectoria de los fotones. Es realmente fabuloso”, alaba Pérez González.
La peculiaridad cósmica que permitió ver esta estrella es un fenómeno conocido como “lente gravitacional”; Es decir, la gravedad de un cúmulo muy masivo de galaxias actúa como una gran lupa cósmica amplificando la luz de objetos más distantes.
La lente natural que permitió ver a Ícaro está creada por el cúmulo de galaxias llamado MACS J1149+2223, situado a unos 5 mil millones de años luz de la Tierra, combinándola con la resolución y la sensibilidad del Hubble.
Además de la UCM y de la Universidad de Minnesota, en el trabajo han participado el Instituto de Física de Cantabria (IFCA), la Universidad del País Vasco (UPV), el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), la Universidad de La Laguna (ULL) y la Universidad de South Carolina, Columbia.