Respuesta a ‘opinadores’ que dicen que defender los derechos humanos en Venezuela es la intervención militar de EU, el golpe de estado o guerra civil
Regeneración, 5 de febrero del 2019. La situación en Venezuela ha polarizado posiciones, sin embargo, existen múltiples voces de ‘opinadores’ que de manera directa sostienen que la única manera de hacer vigentes los derechos humanos es por medio de la violencia, sea por medio de una invasión a EU, un golpe de estado o una guerra civil. El autor, les responde.
Por Pablo Carlos Rojas*
Son tiempos de mucha incertidumbre, pero sobretodo son tiempos de paradojas. La más sorprendente de todas es la insistencia en que la única forma de defender los derechos humanos hoy día en Venezuela es a través de la intervención militar, el golpe de estado o la guerra civil.
Así lo ha expresado un ejército de opinadores en los medios de comunicación masiva de todo el mundo, para quienes al parecer no existe un minúsculo detalle llamado geopolítica imperialista de Estados Unidos.
Los opinadores mexicanos están sumamente ansiosos de una intervención militar en Venezuela, asegurando que vive una dictadura y una catástrofe humanitaria sin precedentes.
Parece curioso que ahora Francisco Paoli se encuentre deseoso de que se envíen los cascos azules a Venezuela, disfrazados de salvación humana, al mismo tiempo que Sabina Berman considera necesaria la intervención debido a la innombrable situación de aquel país que tiene alrededor del 50% de su población en condiciones de pobreza.
Hay que tener cuidado con esos argumentos porque en cualquier momento la periodista y escritora llamará a la intervención de EUA en un México que tiene 53.4 millones de personas en situación de pobreza, equivalente al 43.6% de la población según datos del CONEVAL y seguramente lo hará también con Brasil, cuya población en pobreza alcanza los 52.8 millones de personas.
Es bien curioso que los hoy justificadores de la intervención militar “humanitaria” no convocaron a ningún tipo de manifestación para revertir la desaparición de 40 mil personas durante los sexenios neoliberales, ni han puesto en marcha importantes aparatos de intervención frente a las muertes de cerca de 200 mil personas en México.
Tampoco se vio a Sergio Aguayo -quien aseguró que Nicolás Maduro debía recibir el mote de “dictador” por haber llevado a cabo un supuesto fraude electoral- llamándole dictador a Felipe Calderón al momento del fraude de 2006.
Tampoco hacen ninguna referencia a la salida de Donald Trump del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) que perfila una posible catástrofe bélica de dimensiones descomunales y el inicio de una nueva carrera armamentista nuclear.
Ni hay una firme oposición de esos opinadores a la orientación trumpista frente al cambio climático que con ánimo genocida desconoció los Acuerdos de París que establecían un mínimo de limitación a la emisión de contaminantes mundiales.
Que se sepa, Trump y la política climática de EUA son responsables políticos directos del cambio abrupto de la temperatura en Chicago los días recientes, que llegó a rondar los -30°C.
Seguramente esos personeros en cualquier momento insistirán en que Elliot Abrams (recién nombrado mediador de EUA en el conflicto en Venezuela) sea juzgado por haber organizado la operación Irán-contras que financiaba las masacres realizadas por los paramilitares en Nicaragua durante el gobierno de Ronald Reagan.
Los opinadores defensores de los derechos humanos seguramente se tornarán los grandes activistas sancionadores de la política de discriminación racial de EUA y su construcción de un muro en la frontera de México.
Ya ni se diga de su posición frente al hecho de que los hijos de Jair Bolsonaro están vinculados al asesinato de la diputada negra y feminista Marielle Franco.
¿ O será que en Brasil, a pesar del autoritarismo desmedido no se puede hablar de una dictadura, siendo gobernado por un capitán del ejército orgulloso de la tortura a la expresidenta Dilma Rousseff y teniendo como principales ministros de estado a militares admiradores de la dictadura del 64?.
Supongo que en cualquier momento esos opinadores que hoy día embisten contra Venezuela empezarán a realizar activismo respecto a todo esto.
En el fondo, la saña que ejercen con tamaña irresponsabilidad no tiene sustento alguno, repiten como merolicos la palabra “dictadura” sin dar demostraciones reales exentas de discusión de fondo que realmente permitan asegurar que tienen la razón.
Ya ni se diga nada de su supuesta bandera de defensa democrática vía intervención militar, guerra económica, golpe de estado o incluso vía guerra civil –opción que contempla como posibilidad el propio Juan Guaidó-, ni siquiera ellos mismos pueden sostener su argumentación dos minutos sin entrar en contradicción, es decir, ¿de verdad la democracia es posible a través de la intervención militar y el uso de la violencia? Vaya dilema no planteado.
Si no hay racionalidad en el discurso de los opinadores de los medios de comunicación como se ha insistido en esta columna, ¿qué hay en realidad?
De manera paradójica, dentro de los análisis de esos actores mediáticos no existe una mínima referencia rigurosa a la geopolítica imperialista de Estados Unidos.
Pareciera que, -siguiendo su línea discursiva- Juan Guaidó de la nada bien decidió ser nombrado presidente y los EUA se sumaron inocentemente a la defensa de una cruzada democrática.
Para nada, hoy día como durante todo el siglo pasado, los EUA tienen el papel directriz y organizador del golpe de estado en Venezuela.
Lo que se juega es la búsqueda de la desaparición de cualquier voz crítica dentro del cono sur, aún considerado como patio trasero por la vigente doctrina Monroe, pero sobretodo, el aseguramiento de la mayor reserva de petróleo del mundo en momentos en que Trump se prepara para una tensión bélica global y una cada vez más cercana catástrofe climática.
Estados Unidos, nadie puede olvidar, fue el principal auspiciador de todos los golpes e intervenciones en América Latina, desde la Panamá de Arnulfo Arias hasta el Chile de Salvador Allende, desde la operación cóndor en el Brasil de 1964 hasta la Honduras de 2009.
Nadie puede olvidar tampoco el papel preponderante de EUA en el Brasil de Bolsonaro, que se prepara para el saqueo abierto de los recursos naturales de la selva Amazónica.
Mientras los opinadores no tomen en cuenta el papel imperialista e intervencionista de EUA sus análisis no solo no serán serios, sino que seguirán cumpliendo su papel de justificadores sin pizca de responsabilidad ética.
El problema no es tomar posición, sino que entonces, seamos francos y que cada quién la exprese sin golpes de pecho ni adornos discursivos, si van a defender las intervenciones militares, que no lo hagan bajo un discurso de defensa de los derechos humanos.
Que las paradojas de los tiempos sean eso, paradojas, y no mentiras disfrazadas de discursos puros.
*Pablo Rojas es politólogo y latinoamericanista, egresado de la UNAM