La obra de arte huichol jamás valorada

En 1997, México otorgó a Francia una obra de arte para celebrar 30 años de cooperación comercial en temas de transporte, sin embargo, no se habló ni se reconoció al autor: el artista huichol Don Santos de la Torre.

Por María José Muñoz

Regeneración Mx, 12 de diciembre de 2021.- Imaginen salir de una estación de metro y encontrarse de frente con un bellísimo mural lleno de color y de enseñanza Wixárika. No, no es en la estación Bellas Artes, ni en la estación Zócalo (ahora Zócalo-Tenochtitlán) en la Ciudad de México. Es en la estación Palais Royal – Musée du Louvre en París.

A cualquier mexicano que pueda ir a la capital francesa se le hincharía el pecho de honor, patriotismo y amor por México, pero raramente se detendría a pensar cómo llegó esa magnífica obra hasta allá o quién es el artista que ha maravillado a propios y extraños.

Todo comenzó en 1997, durante el sexenio de Ernesto Zedillo, gracias a un intercambio artístico entre México y Francia para celebrar los 30 años de cooperación comercial de transporte subterráneo. La compañía francesa Alstom habría fabricado los primeros trenes que circularon en las redes del Sistema de Transporte Colectivo Metro en los años 60’s en la Ciudad de México.

Hasta ahora, la historia promete ser fascinante: un artista huichol presenta una impresionante obra de 2.40 por 3 metros, conformada de brillantes bolitas de chaquira, adheridas con cera de campeche en triplay; el mundo admira y se rinde ante su belleza, el artista es mundialmente reconocido y continúa trabajando en sus obras hasta el fin de sus días.

Sin embargo, la historia cuenta con ciertas aristas que, al desarrollarse durante un gobierno priísta, no deberían sorprender al lector: Don Santos de la Torre (n. 1946), el artista y chamán oriundo de Santa Catarina Cuexcomatitlán, Jalisco, no fue requerido en París. Ni siquiera fue tomado en cuenta para la instalación de una obra que, dejando de lado la belleza estética que resalta a simple vista, debería ser dirigida por él, ya que el arte Huichol o Wixárica no es una representación meramente estética, sino que contiene una gran carga cultural y espiritual donde cada imagen tiene una razón de ser y estar.

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Don Santos no tuvo la más mínima oportunidad de hablar de su obra ‘Pensamiento y alma huichol’ en la inauguración. Por el contrario, su obra fue obsequiada para congraciarse con un gobierno extranjero, sin respetar el orden original y reducida a un simple objeto de ornato, mientras el artista quedaba en el olvido y sin remuneración económica por parte del Gobierno de México.

Honor a quien honor merece

Es tiempo no solo de recordar este caso, sino de darle la importancia que merece el artista y difundirlo. Es por ello que el documental mexicano ‘Eco de la montaña’ (2014), de Nicolás Echevarría, es una fuente recomendable. Allí, el director hace un poco de justicia a la trayectoria del maestro Santos, visibilizando lo ocurrido con Zedillo y convirtiéndolo en un protagonista que, de primera voz, nos va presentando el proceso artístico de su próxima obra ‘Viaje Sagrado a Wirikuta’, mientras nos guía por cada uno de los cuadrantes de un boceto a lápiz (más adelante completamente representado en chaquira) y el significado espiritual detrás de cada trazo. Pocas palabras bastan para comenzar a sentirse conectado de una forma emotiva a la mística huichol. Es la historia del hombre, de la naturaleza, de la vida a niveles superiores.

Don Santos es un hombre generoso, pues a pesar de sentirse –en sus palabras– herido del alma por lo ocurrido con su obra expuesta en París, le regala al espectador acceso transparente a su vida cotidiana, a su familia, a su taller en Zacatecas y, además, nos invita a la celebración de una vida: el bautizo huichol de su bisnieto Santos.

También podemos observar parte del recorrido anual al desierto de Wirikuta en San Luis Potosí (conocido también como la peregrinación del peyote), donde pide permiso a los dioses para hacer realidad su obra en boceto mediante íntimos rituales que incluyen además del jícuri o híkuri (peyote), una cabeza de venado que mantiene sus cuernos como antenas para comunicarse con Dios y un mara’akame que bendice todos elementos tendidos en la tierra. Cabe mencionar que mediante la obra en la que está trabajando durante el documental, Don Santos hace una fuerte crítica a Felipe Calderón, a la explotación de las minas en manos de los canadienses durante su sexenio y cómo afectaron la ruta de este sagrado recorrido.

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Además de este documental, es muy importante que nuestros lectores sepan que el arte de Don Santos o Motoapohua (su nombre huichol, que significa ‘Eco de Montaña’), ha podido ser disfrutado a lo largo de los años, pues afortunadamente ha continuado con sus bellísimas obras. Una de ellas, ‘Dos pueblos, una raíz’, fue expuesta en Mazatlán, Sinaloa en 2016 en Casa Haas y actualmente podemos conocer una de ellas en el Museo Zacatecano en la capital de Zacatecas como parte de una exposición permanente. También es importante recalcar que, en 2017, fue condecorado por el Congreso de Jalisco con la distinción ‘José Clemente Orozco’ y en este año, será homenajeado en Zacatecas por su trayectoria como uno de los expositores más importantes del arte Wixárica.

Sigue a María José Muñoz en Twitter como @arrobadisidente

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