Alrededor del 75% del espacio público está ocupado por calles en las que se privilegia el tránsito automovilístico, aun cuando los autos sólo son ocupados por una o dos personas
Por: Datse Velázquez Quintero
Regeneración, 26 de enero del 2019.-Ante la cerrazón de gasolineras y las largas filas de autos para adquirir combustible, vale la pena reflexionar en torno a las opciones que tenemos para transportarnos dentro de nuestras ciudades. De acuerdo con los datos de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) el porcentaje de personas que se trasladan en automóvil es igual al 16%, mientras que el 55% lo hacen en transporte público. En contraste con lo anterior, el presupuesto de infraestructura vial es del 74%, a la infraestructura peatonal le corresponde el 9.7%, al transporte colectivo el 6.73% y para espacios públicos e infraestructura ciclista se destina apenas el 4.48%. Esto permite comprender por qué alrededor del 75% del espacio público está ocupado por calles en las que se privilegia el tránsito automovilístico, aun cuando los autos sólo son ocupados por una o dos personas.
En cuanto al trasporte público, en primer lugar, cabe preguntarse cuál es la distancia que hay entre nuestro punto de partida y la estación más cercana del metro o metrobús, o la parada de combis y camiones, y cuánto nos acerca a nuestro punto de llegada, pues según Javier Delgado Campos, director del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad de la UNAM, en nuestro país la gente camina entre 400 y 800 metros para abordar un medio de transporte, mientras que en Estados Unidos y Europa este recorrido es de sólo 200 metros en promedio. Es preocupante que en muchos de los casos estos medios de transporte se encuentran en malas condiciones, son insuficientes y exponen a sus usuarios a situaciones que atentan contra su seguridad, como robos y acoso.
Aunado a esto, pensemos en la experiencia que tenemos al caminar por las estrechas banquetas mexicanas, que parecen estar diseñadas para retar al peatón a adentrarse en una aventura que consiste en librar los baches, desniveles y cuarteaduras del concreto, estar atento a no chocar con alguno de los postes o árboles mal ubicados y esquivar los charcos y basura que hay a su paso.
Uno de los puntos a considerar es que de acuerdo con Jinhua Zhao, investigador del Massachusetts Institute of Technology, es común que en países en desarrollo, cuando el ingreso per cápita aumenta, el transporte empeora y es que probablemente ante las precarias condiciones de infraestructura para caminar, andar en bicicleta o tomar un camión, resulte atractivo adquirir un coche, además de que parezca ser un medio más seguro, aun cuando en México el INEGI indica que el 71% de las muertes en accidentes de tránsito terrestre corresponde a conductores y pasajeros. De ahí que sea necesario invertir mayor parte del presupuesto en infraestructura que favorezca la movilidad sustentable.
Recientemente, Rodrigo Díaz González, subsecretario de Planeación de la Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México dio a conocer que ante la debilidad y fragmentación del transporte ha adquirido el compromiso de que por cada peso destinado a infraestructura vial, haya seis pesos impulsando la movilidad sustentable. En el ámbito nacional se puede mencionar que el Programa de Pavimentación de Caminos a Cabeceras Municipales a cargo de la Secretaria de Comunicaciones y Transporte ya comenzó a operar en Oaxaca.
Si bien, los beneficios de invertir en movilidad sustentable son de carácter social y ambiental por la recuperación del uso del espacio público y la reducción de emisiones de dióxido de carbono, por mencionar algunos efectos positivos, también representan un área de oportunidad para disminuir el impacto del huachicoleo en la vida cotidiana.