¿No resultaría más fácil que los jóvenes sin trabajo ni estudio se integraran a las filas por el crimen organizado para así garantizar un sólido y multitudinario cuerpo de operadores electorales al margen de la ley?… ¿Por qué ayudarlos con universidades y becas? Esta es la supuesta relación entre AMLO y el narco.
Por Miguel Martín Felipe
RegeneraciónMx, 05 de junio de 2022.- Desde hace ya varios meses, pero con mayor intensidad en las semanas previas a la jornada electoral del domingo 5 de junio, una serie de actores políticos —más que ideólogos— han estado vertiendo sobre el presidente y el partido Morena unas acusaciones muy serias sobre vínculos con el crimen organizado.
Fueron incluso más allá los presidentes de los partidos que conforman “Va X México” la alianza, de nombre altamente chovinista, que lidera Claudio X. González apelando a su antigua fama de prohombre que Televisa se encargó de construir. Habiendo pasado una jornada electoral del 6 de junio de 2021 en que el principal objetivo era restar poder a AMLO en la cámara de diputados para frenar sus proyectos, ante un resultado francamente parco; los tres dirigentes se presentaron en el set de Latinus y fueron entrevistados por Carlos Loret de Mola, como no podía ser de otra forma. En esa entrevista, entre los tres, vertieron acusaciones de coerción, amenazas, intimidación, robo de urnas y demás delitos, que, según sus palabras, había cometido Morena durante la mencionada jornada electoral, todo ello en contubernio con el narco.
Resulta pertinente analizar dos cuestiones muy interesantes acerca de lo anterior. La primera es que, a día de hoy, y pese a que en esa entrevista se dijo que ya se habían presentado las denuncias y que se contaba con pruebas, el Tribunal Electoral no ha impuesto sanción alguna. Por otra parte, y tomando en cuenta que las redes sociales y el impacto que conllevan se han convertido en el instrumento predilecto de la oposición cuando de hacer aspavientos se trata, no hemos visto un solo video que constate los testimonios sobre ‘halcones’, francotiradores u otros personajes referidos como operadores de las elecciones a favor de Morena, situación a la cual se atribuye, dicho sea de paso, el hecho de que dicho partido gobierne actualmente gran parte de los estados situados en la costa del pacífico.
No sorprende que últimamente se pretenda ligar al gobierno con el narcotráfico, pues se trata de un recurso muy común ya empleado anteriormente por parte de las facciones opositoras —generalmente de derecha— para desprestigiar al gobierno en turno, toda vez que el discurso de los partidos conservadores, cuando están en el poder, es el de la lucha frontal por la vía de las armas contra el narcotráfico, al tiempo que se soslayan las causas, se estigmatiza a las juventudes de bajos recursos y se busca solo “cuidar” a las de estratos más altos. Hugo Chávez, Cristina Fernández y Evo Morales son ejemplos paradigmáticos de en su momento haber enfrentado este tipo de acusaciones, las cuales jamás prosperaron, puesto que simplemente eran campañas de desprestigio que dejaron de ser útiles cuando los mencionados presidentes dejaron el poder.
Es en este punto donde quiero plantear unas preguntas que pondrían a prueba el valor de verdad y la verosimilitud de las acusaciones que han vuelto a tomar relevancia mediática gracias a la reciente entrevista que Carmen Aristegui le hiciera a Francisco Labastida Ochoa, donde el otrora candidato derrotado en la elección del 2000 estuvo prolífico en saltos lógicos e inferencias, asegurando que las visitas del presidente AMLO a Sinaloa y su propuesta de cambiar el nombre a Triángulo de la gente buena y trabajadora el del actual Triángulo Dorado, son signos inequívocos de que el éxito electoral de Morena se debe a su contubernio con el crimen organizado.
Pues bien, estas son mis preguntas:
Si AMLO favorece al narco, ¿por qué crearía universidades gratuitas, de acceso sin examen de admisión y con planes de estudio enfocados en la labor comunitaria? ¿Por qué crear múltiples programas de becas y ayudas económicas constantes que abarcan a los sectores y rangos etarios más vulnerables? ¿Por qué elevar estos programas a rango constitucional e impedir que futuros presidentes o legislaturas los cancelen? ¿No resultaría más fácil que los jóvenes sin trabajo ni estudio se integraran a las filas por el crimen organizado para así garantizar un sólido y multitudinario cuerpo de operadores electorales al margen de la ley?
Según mi perspectiva, el verdadero veneno del narcotráfico está en la búsqueda de un estado de bienestar. Lo otro, por lo que algunos calderonistas suspiran, sería una limpieza étnica disfrazada de combate frontal.
Sigamos planteándonos este tipo de dudas antes de creerles a todos aquellos que acusan la “destrucción del país” solo en aras de recuperar el poder.
Me despido y espero sus siempre sustanciosos comentarios por las vías habituales.
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