#Opinión: Tres años

Por Ramiro Padilla Atondo

RegeneraciónMx.- Hace tres años decidí regresar a vivir a México, luego de permanecer durante más de dos décadas fuera del país.

Llegué a principios de mayo. Sentí la necesidad de volver por el momento histórico. Sentía que algo nuevo flotaba en el ambiente. No sé ustedes, pero yo percibía algo inasible, algo había cambiado aun antes de la elección. Los gobiernos neoliberales, hartos del festín de la corrupción se derrumbaban como un montón de piedras. Divididos, batallaban entre ellos dejándole la mesa servida al tenaz candidato de la, en ese entonces, oposición: Andrés Manuel López Obrador.

Me llamaba la atención el encono contra él. Carretadas de dinero gastadas en denostarlo. ¿Qué lo hacía diferente? La intelectualidad orgánica se había encargado de hacerle una serie de homenajes a la inversa. Un día sí y otro también, auspiciados por el dinero público, escribían larguísimos ensayos desentrañando los mecanismos de personalidad del tabasqueño, intentando adivinar sus pensamientos más íntimos.

Un solo hombre era capaz de movilizar la opinión pública del país en su contra. Sus mensajes eran (y son) sencillos: “combate a la corrupción”, “por el bien de todos primero los pobres”, “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre”.

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En el otro lado del espectro, los millonarios para siempre no planteaban (jamás) incrementar los salarios paupérrimos ni pagar impuestos. Porque ser millonario en México era lo mejor que te podía pasar. El periodo neoliberal engendró monstruos que se creían superiores al gobierno. Nació una extraña simbiosis. Por primera vez en la historia de nuestro país, y desprovista de todo pudor, la clase política hacía negocios al amparo del presupuesto. En el viejo priismo la discreción era una regla. En el nuevo prianismo permeó la exhibición del robo. Iban por todo. Lo dijo nuestro Presidente con claridad meridiana: Iban por la privatización hasta de la risa. Envalentonados y constituidos en el pacto por México, vendían por unas monedas la soberanía del país.

Tres años han servido para exhibirlos en toda su putrefacción. Empresarios que usan fondos de un gobierno extranjero para atacar al de su propio país, políticos con fortunas insultantes en paraísos fiscales, lectores de noticias multimillonarios, expresidentes que llevaron al país a la ruina enloquecidos, son el saldo del cambio.

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Alguna vez le dijeron al Presidente que había que separar el poder político del económico. Refugiados en sus torres de marfil, los derrotados históricos rumian la derrota que ellos mismos provocaron. Porque igual podrían haber sido millonarios sin la necesidad de robarle a quien más lo necesitaba.

Pero la etapa negra del individualismo llegó a su fin.

Los indicadores económicos, a pesar de la pandemia y la infodemia, están mejor que nunca. Y ése, señoras y señores, es motivo para celebrar estos tres primeros años.

Los tres primeros años donde el pueblo de México tomó para sí las riendas del país.

¡Salud!

* Narrador y ensayista ensenadense, es autor de México para extranjeros, Poder sociedad e imagen y El pequeño chairo ilustrado.