La calle de Donceles alberga, actualmente, aproximadamente diez librerías conocidas como “librerías de viejo”, o de “segunda mano”, en las que se ofrece material diverso, desde la primera edición de alguna obra relevante, hasta manuales de diez pesos
Por Sofía Ortiz Laines
Regeneración, 18 de febrero del 2019.-Con motivo de la presentación de la Estrategia Nacional de Lectura el pasado 27 de enero y con el nombramiento de Paco Ignacio Taibo II en la gerencia editorial de una de las principales librerías y editoriales del país, se abre el espacio ideal para mostrar algunas de las opciones que se encuentran disponibles para todas aquellas personas que buscan saciar sus deseos de lectura. Gandhi, Porrúa, El Sótano, y por supuesto, el Fondo de Cultura Económica, son sólo algunos de los lugares que tratan de promover la lectura a partir de sus propios intereses y visiones sobre el mundo del libro y de los lectores. Cada una de estas librerías tiene su propia historia, articulada durante el transcurso del siglo pasado, sin embargo, las alternativas van más allá de estos proyectos que lograron convertirse en cadenas macro.
Hablando de historia y de nuevas posibilidades lectoras, en el año de 1968, una familia inmersa en una larga tradición en el comercio del libro, se asentaba en una de las principales calles del Centro Histórico de la Ciudad de México: Donceles. Con el paso del tiempo, los López Casillas conformaron un “corredor cultural librero” en el que estudiantes, investigadores y curiosos comprarían libros “raros”, libros antiguos, y libros usados. Dicho lo anterior, la calle de Donceles (ubicada detrás de la Catedral Metropolitana) alberga, actualmente, aproximadamente diez librerías conocidas como “librerías de viejo”, o de “segunda mano”, en las que se ofrece material diverso, desde la primera edición de alguna obra relevante, hasta manuales de diez pesos. Los hermanos López Casillas tienen una formación robusta en el oficio del librero, que oscila entre la experiencia y la investigación que cada uno realiza en torno al material que se pretende vender. A partir de ciertos parámetros, los libros adquieren un valor monetario, que bien puede ser elevado o no. A propósito de esto último, la promoción de la lectura es un ejercicio continuo en estos recintos, por lo que las estrategias de venta son fundamentales: promociones y descuentos conviven con algunas actividades novedosas que hacen de estas librerías un foro cultural abierto al público lector amante de lo usado.
Ahora bien, la forma en que los libreros de viejo nutren sus acervos, es a partir de una dinámica comercial antaña en la que propietarios de bibliotecas particulares ponen a la venta sus colecciones, es decir, clientes especializados que ofrecen obras con un valor trascendente que los López Casillas tasan en sus librerías dependiendo sus características físicas, de contenido y alcance histórico. Otra forma de adquisición de material, es a través de la clientela general, cuyas ventas podrían considerarse menos significativas, pues generalmente son libros que podrían encontrarse fácilmente en otro lugar del mismo rubro comercial. No obstante, cualquier cliente, cualquier lector, es igual de importante para los propietarios de estos negocios.
Hasta este punto, las peculiaridades de las librerías de viejo, parecen marcar una línea que las diferencia de las librerías a las que estamos acostumbrados a comprar, disimilitudes que van desde la compra-venta, hasta el espacio en el que se encuentran establecidas, que en muchas ocasiones no es del agrado de todas las personas; en medio de una arquitectura ecléctica, con anaqueles de madera y con un sistema de clasificación sencillo, pero eficiente.
Sí, con motivo de incentivar la lectura a nivel nacional, vale la pena considerar o al menos vislumbrar la existencia de otro tipo de lugares dedicados al giro comercial de los libros. Vale la pena posicionar, difundir y rescatar la labor colectiva de una familia mexicana que ha logrado sobrevivir en el mercado durante más de cincuenta años, preservando una tradición que se refugia en una idea romántica que apela por la preservación de los libros como objetos dignos de ser amados, pero también por una visión empresarial que ha sentado raíces no sólo en el Centro Histórico, sino que ha alcanzado perímetros geográficos más extensos en la capital. La pregunta es, ¿qué esperas para ir?