Sobre la foto de los cubanos jugando dominó en medio del Huracán Irma y mucho más

Luego de la polémica internacional por la fotografía de un grupo de jóvenes cubanos jugando dominó con el agua hasta las rodillas, un escritor español opina: Se llama resilencia.

 

Autor de la foto: Juvenal Balán Neyra

Por Alexis Díaz Pimienta

Regeneración, 15 de septiembre de 2017.- Se ha generado cierta polémica sobre esta foto. Cuatro jóvenes cubanos juegan al dominó en medio del desastre, con el mar como mesa. Unos ven un gran gesto, otros (menos) han visto un acto de irresponsabilidad. Unos (muchos) dicen que representan el carácter y la idiosincracia del cubano, de un pueblo. Otros no quieren que se nos identifique con este tipo de actitud.

Hace unos años una gran amiga mía española, escritora y narradora (Ana Griottt) estaba de visita en Cuba tras el paso de un terrible huracán. Estaba en Baracoa, y nuestra ciudad primada había sido literalmente barrida por el agua y el viento. Destrozada. A la mañana siguiente del paso de la bestia, sostiene Ana que salió de su hotel a mirar qué pasaba. Y todo estaba destruido. Sostiene Ana entonces que, sentada en un piedra, frente a su casa, encontró a una anciana baracaoense. Sostiene Ana que la mujer estaba sola, sentada en la piedra y mirando su hogar sin techo, con todo a la intemperie. Sostiene Ana que ella, Ana Griott, estaba sobrecogida y que así, con mirada de pena, lástima y solidaridad, miró a la pobre anciana sentada sobre la piedra ante la humilde casa sin techo, más humilde que nunca. Sostiene Ana que la vieja entonces la vio, levantó la mirada y con una amplia sonrisa, le dijo: ¿ha visto qué fresquita tengo yo la casa hoy, señora? Sostiene Ana que aquella sonrisa y aquella frase le devolvieron el alma al cuerpo. Sostiene Ana que aquella sonrisa y aquella frase le dieron una lección de vida. Sostiene Ana que aquella sonrisa y aquella frase le enseñaron mucho sobre el carácter de esa cubana y del pueblo cubano. Sostiene Ana (y sostengo yo) que fue un ejemplo de muchas cosas, irreductibles a palabras. Se llama resiliencia, muy de moda ahora el término, por cierto. Resiliencia, y la señora no lo sabe, por supuesto. Ser resiliente es una asignatura pendiente en todo el mundo. Saber reponerse ante la adversidad, o darle la vuelta. Y tiene un gran impacto psicológico. En esas personas que lo hacen y en la comunidad que los rodea. Frases del tipo: «la vida sigue», «de jodido pa’lante no hay más pueblo», «a mal tiempo buena cara», etc, resumen esta foto y esta anécdota.

Otra anécdota, esta vez mía: en el año 2005 pasó por Cuba otro animal atmosférico, el «Wilma». Ha sido el más parecido a este, aunque ya nadie se acuerde, en alarma, en alerta, en peligrosidad, aunque hizo menos daño. Lo recuerdo perfectamente porque yo estaba en La Habana y porque escribí una novela sobre su paso por Cuba (¿verdad, Paquita Armas Fonseca?) Pues bien, cuando pasó el huracán «Wilma» (hasta en el nombre se parecen) estuve viendo los reportajes de la TV cubana. Lacrimosos y dolorosos reportajes sobre los desastres y las muertes en Bahamas, Haití, Dominicana, etc. Y luego un largo reportaje sobre los destrozos en Cuba. Y aunque parezca mentira, en uno de esos reportajes vi, por televisión, la misma imagen que se debate: en una esquina de la Habana cuatro jóvenes jugaban al dominó y bebían ron con el agua a la cintura, sentados en el medio del mar prácticamente. Surrealista, sí. La periodista de la TV cubana se acercó, cámara en mano y entrevistó a los jugadores. Entre risas, uno de ellos, le dijo algo así como: «mira, mi cielo, en esta esquina hace 20 años que los domingos a las 5 de la tarde se juega al dominó y se bebe ron. Los domingos a las 5 de la tarde. Así que si la tal «Wilma» cree que va estropearnos la partida, está jodida. ¿Que el mar entró? Ya se irá por donde vino». Y siguieron jugando. Risas. Risas. Más risas, y uno de ellos se pegó. Y comenzaron otra «data». Resiliencia. Se llama «resiliencia». Y carácter. En fin, Cuba. Yo lo veo así.

Y estos dos ejemplos me siguen emocionando tanto como cuando, hundido en la pobreza, tienes un solo dólar, un jodido cuc que no te alcanza para nada, y decides beberte una cerveza. Te la bebes y ya no tienes nada. O sí: un pequeño sabor a normalidad, a felicidad, a bien-estar que es un poco distinto al bienestar tan manipulado. Un rayito de vida en la pobreza.

Vía FB