Trump: El regreso de Departamento de Guerra ¿y la Paz?

Recuento del regreso de la retórica ofensiva en el plano militar por parte del gobierno de Trump, mismo que aspira al Premio Nóbel de la Paz

Recuento del regreso de la retórica ofensiva en el plano militar por parte del gobierno de Trump, mismo que aspira al Premio Nóbel de la Paz

Por Canuto

Regeneración, 11 de septiembre de 2025. En un movimiento que genera controversia a nivel global, el presidente Donald Trump firmó el 5 de septiembre una orden ejecutiva para renombrar el Departamento de la Defensa como Departamento de Guerra.

Esta decisión, largamente rumoreada y considerada uno de los cambios más radicales de su mandato.

Misma que revive la antigua denominación que la dependencia ostentó hasta 1947, al término de la Segunda Guerra Mundial.

La medida, que ha sido vista como un ataque retórico a la «ideología progresista», subraya la filosofía belicista de su administración.

Una postura que contrasta notablemente con sus aspiraciones al Premio Nobel de la Paz.

Allanar

El renombramiento no fue una simple firma, sino la culminación de un proceso sutil.

En las semanas previas, la administración de Trump había dado discretos pasos para allanar el camino. El sitio web del Pentágono, antes defense.gov, cambió silenciosamente a war.gov.

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De manera paralela, se vetó el servicio de militares transgénero y se eliminaron de los sitios web militares las publicaciones que honraban las contribuciones de mujeres y minorías étnicas.

Para el presidente, el cambio de nombre es un «mensaje de victoria» para el mundo, una evocación a los momentos «gloriosos».

Misma además, en los que, según su visión, la actitud bélica de Estados Unidos forjó hitos históricos.

En su discurso, Trump afirmó que el nuevo nombre refleja una estrategia de «luchar de manera decisiva, no en conflictos interminables».

Pentágono

El ahora llamado Departamento de Guerra, cuya sede es el Pentágono, cuenta con más de tres millones de empleados.

Asimismo, el mandatario insistió en que su enfoque no contradice sus esfuerzos diplomáticos, defendiendo que la paz debe lograrse desde una posición de fuerza.

E incluso, haciendo eco del lema de la era Reagan, «paz a través de la fuerza».

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Para sustentar esta postura, ha presumido de haber mediado en conflictos como los de India y Pakistán, Ruanda y la República Democrática del Congo, y Armenia y Azerbaiyán.

Sin embargo, el alcance real de estos «acuerdos de paz» es objeto de debate internacional.

Fuerza

La retórica belicista de Trump parece chocar con su propia campaña por un Premio Nobel.

Es en este punto que la administración se enfrenta a una evidente contradicción.

Mientras se ensalza como un pacificador, el presidente ha endurecido su discurso contra naciones como Venezuela.

Advirtiendo incluso que sus aeronaves de combate serían «derribadas» si ponen en peligro a las fuerzas estadounidenses.

Estas declaraciones, realizadas apenas un día después de que dos F-16 venezolanos sobrevolaran un destructor en el Caribe, ejemplifican su disposición a recurrir a la fuerza bruta.

G20 en EE. UU.

Paradójicamente, la firma de este decreto llega en un momento crucial para la diplomacia global.

A pesar de que Estados Unidos será el anfitrión de la próxima cumbre del G20 en Miami, Trump ha anunciado que no asistirá a la reunión de alto nivel de este organismo en noviembre.

Mismo que tendrá lugar en Johannesburgo, Sudáfrica. Mientras el mundo busca soluciones concertadas a problemas globales, la superpotencia se muestra dispuesta a aislarse.

El discurso de Trump no solo se centra en la «superioridad armamentista» de su país, sino que también desestima el creciente poder militar de otras naciones, como China.

Mientras el Ejército chino continúa su expansión, la estrategia de la Casa Blanca parece confiar en la sola intimidación.

El renombramiento del Departamento de Guerra, por tanto, no es solo un cambio de etiqueta, sino la reafirmación de una visión que podría llevarnos a un punto de no retorno en las relaciones internacionales.

Esto es, demostrando que para Trump, la paz no es un fin en sí mismo, sino una simple consecuencia de la intimidación.