85 mil personas afectadas por bloqueos de Estado Islámico en Mozambique

Bloqueos carreteros agravan carencias y acceso a ayuda humanitaria. En Mozambique, hasta 600 mil desplazados desde 2017

Bloqueos carreteros agravan carencias y acceso a ayuda humanitaria. En Mozambique, hasta 600 mil desplazados desde 2017

Regeneración, 12 de septiembre 2025En la provincia de Cabo Delgado, Mozambique —un país con un 60% de cristianos— la inestabilidad no deja de agravarse, en particular por ataques del Estado Islámico.

Durante el mes de agosto de 2025, los ataques perpetrados por yihadistas afectaron a ocho distritos de la región, sembrando el terror entre la población local.

El calvario de los mozambiqueños no conoce pausa veraniega. La población protestó por la creciente presencia militar.

Según la Agencia Fides, que documenta el 26 de agosto de 2025 toda una serie de acciones terroristas, la situación es especialmente preocupante en la provincia de Cabo Delgado, al norte del país.

Se trata de una región en la que el islamismo más radical encuentra un terreno fértil en un contexto marcado por reivindicaciones económicas y sociales.

Asimismo, por intereses relacionados con la explotación de recursos naturales, como el gas y las piedras preciosas.

Esta provincia, una de las más pobres de Mozambique, se ha convertido en escenario de una violencia preocupante a lo largo de los años.

Los distritos más afectados por los últimos ataques son los de Chiure, Macomia, Ancuabe y Muidumbe.

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Desde hace varias semanas, los «insurgentes» multiplican las operaciones para controlar el territorio, levantando barricadas en las carreteras provinciales.

Estos obstáculos dificultan la circulación y bloquean el envío de ayuda humanitaria a más de 85 mil personas.

Circulación

Los conductores y pasajeros interceptados, especialmente los cristianos, se ven obligados a pagar un impuesto exorbitante.

Este, oscila entre 150 y 460 dólares, para poder continuar su camino y evitar ser capturados. Y, en ocasiones, masacrados.

Como señala el observatorio Pharos, estos «insurgentes» son principalmente de confesión musulmana y hablan las lenguas locales de Cabo Delgado (kiMwani, lengua de los mwani, y swahili, lengua común).

Los líderes de estos grupos pertenecen, al menos en parte, a una secta establecida en Cabo Delgado desde 2014, cuyo fundador es un imán rigorista keniano, muerto en 2012 en Kenia.

Cabe señalar que el islam mozambiqueño, durante mucho tiempo de tradición sufí, está atravesado por numerosas tensiones.

Desde la década de 1990, se caracteriza por el creciente control de un islam suní más rigorista e importado del extranjero.

Además, está demostrado que los yihadistas mozambiqueños, en parte afiliados al EI, están financiados por redes de tráfico de drogas, que transitan por Cabo Delgado.

Insurrección

Desde el inicio de la insurrección en 2017, el saldo humano es desolador: más de 6,000 personas han perdido la vida y 600,000 han sido desplazadas.

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Hen tenido que huir de las aldeas incendiadas y de los abusos de los grupos armados.

Estas cifras ilustran la magnitud de una crisis que ha transformado una región rica en recursos en un foco de inestabilidad crónica.

Los ataques yihadistas no se limitan a actos terroristas aislados, sino que tienen como objetivo desestabilizar la economía y explotar las debilidades de la provincia.

El Papa León XIV reaccionó ante esta tragedia humanitaria en la que los cristianos se encuentran a menudo en primera línea:

Expresó «su cercanía al pueblo de Cabo Delgado, víctima de una situación de inseguridad y violencia que sigue causando muertes y desplazamientos».

Botín

El norte de Mozambique es un botín que despierta la codicia de numerosas organizaciones, ya sean yihadistas o no.

Cabo Delgado alberga inmensos yacimientos de gas en alta mar, descubiertos en la década de 2010.

Pero las comunidades locales, compuestas en su mayoría por grupos étnicos como los mwani y los makonde, apenas se han beneficiado de estas riquezas.

La pobreza endémica, combinada con las desigualdades sociales alimenta las tensiones desde hace más de veinte años.

Los cristianos makonde, con el partido gobernante Frelimo, disfrutan de una mejor integración económica que los musulmanes mwani, partidarios de la oposición Renamo.

Una política de inversión masiva en el desarrollo socioeconómico es ausente en la región.

La tentación de unirse a grupos armados, ya sea el EI o milicias de autodefensa, ejerce un atractivo para una juventud privada de oportunidades.