Carlos Pellicer fue un misionero en la cruzada por la alfabetización de José Vasconcelos, que logró que México pasara de tener de 9 mil 171 escuelas en 1921, a 13 mil 487, en 1924; creía en la independencia intelectual de México, y de Latinoamérica y consideraba que la región debía construir una noción propia de identidad
Por Martha Rojas
RegeneraciónMx.- Además de ser el secretario privado de José Vasconcelos, Carlos Pellicer desarrolló un papel crucial en la estrategia que el primer secretario de la SEP inició para alfabetizar a la población mexicana posrevolucionaria.
La educación se había convertido en un pilar del que debía partir todo el desarrollo latinoamericano y Carlos Pellicer, el poeta mexicano que había formado parte del grupo de Los Contemporáneos, tomó la tarea de la alfabetización como una misión evangélica por la que recorrió extensos barrios populares en busca de hombres y mujeres que necesitaran aprender a leer, a escribir, a reflexionar su presente.
Con pizarra en mano, dibujaba las siluetas de las letras, pretendía que aquellos hombres y mujeres curiosos lograran despertar su amor por las letras.
En 1921, fundó junto a otros intelectuales de la época el Grupo Solidario del Movimiento Obrero. En una de sus misiones se unió a Daniel Cosio Villegas con el afán de dedicar los sábados y domingos a alfabetizar una vecindad, en Peralvillo.
Para 1924, las escuelas habían pasado de 9 mil 171, en 1921, a 13 mil 487, la misión de Vasconcelos y el papel de Pellicer habían dado frutos, para cuando Vasconcelos dejó la secretaría de la SEP, más de un millón 49 mil mexicanos estaban inscritos como alumnos.
Carlos Pellicer el llamado “Poeta de América” creía en la importancia de que la región alcanzara cierta independencia intelectual y construyera una noción propia de su identidad.
Para 1930, Pellicer había regresado a México tras un viaje de años a París, al llegar, el poeta y también docente se deslumbró con la juventud latinoamericana, era una sociedad que exigía a gritos cambios y reformas políticas. No tardó en unirse al vasconcelismo, en su camino a la presidencia, y ese mismo año fue encarcelado.
Su figura contestataria era non grata para el régimen en turno que simuló su fusilamiento y lo amagó con la aplicación de la Ley fuga, que contemplaba la ejecución extraoficial. La movilización de sus amigos y familiares consiguió su libertad y mientras las huellas de un fraude electoral truncaban las aspiraciones presidenciales de su amigo y compañero José Vasconcelos, el silencio fungía como cómplice Pellicer se exilió voluntariamente, a su regreso vería sus primeros éxitos.
“Al regresar a México, en la tercera clase de un barco francés, el maestro Silvestre Revueltas […] me preguntó si no tenía yo a la mano un libro mío. Sí lo tenía. Era un ejemplar de Hora de Junio, de reciente publicación; se lo regalé, y poco después de nuestro regreso me telefoneó un día para decirme que había compuesto una obra para pequeña orquesta inspirada en tres sonetos que mucho le gustaron de ese libro. Está considerada, para alegría mía y honor mío, como una de sus obras más importantes; se leen los tres sonetos alternando en forma irregular con la orquesta. Hace algunos años invitaron al maestro Limantour a presentar una obra mexicana en la Sala de Música del Museo de Arte Moderno de New York y escogió esa obra de Revueltas. Yo fui el lector. La obra mereció los mayores elogios de los críticos especializados”, contó a propósito de su vuelta a México.
Poco después comenzó su vida como docente, en la que perduraría 20 años. Se dice que Pellicer, pulcramente vestido, caminaba junto a sus estudiantes enfundado en un traje elegante y una corbata oscura.
Era firme opositor del Imperialismo Yanqui, denunciaba la intervención estadounidense en Venezuela, Guatemala , Cuba y Costa Rica y contra la invasión militar de Vietnam.
Compañero de viajes de Vasconcelos y Juan José Tabloada, Pellicer luchó por la alfabetización de la población, creyó que la educación era la única herramienta del mexicano.