Norma Romero lleva dos décadas trabajando por los emigrantes que se juegan la vida cruzando México para llegar a Estados Unidos. Pero su objetivo no se centra solo en el nuevo continente y este fin de semana ha llevado su lucha a Cádiz, para lograr que el inmigrante «no sea invisible».
Su esfuerzo y el de otras 14 mujeres mexicanas conocidas como Las Patronas ha merecido la atención del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, al que son candidatas, lo que ha llevado a esta mujer valiente a recalar en España.
Este fin de semana se ha dirigido hacia el Campo de Gibraltar, donde el padre Isidoro Macías de la Cruz Blanca, conocido popularmente como el Padre Pateras, lleva también muchos años trabajando por los emigrantes.
«Son invisibles, y nuestra intención es que acaben siendo visibles, que no se tengan en el olvido», asegura a Efe Norma Romero, para quien los inmigrantes de todo el mundo «están pidiendo a gritos ser ayudados. Todos tenemos una responsabilidad como seres humanos».
Romero acude a España en un momento en el que el fenómeno migratorio está creciendo como problema en toda Europa y reconoce que se trata de un «conflicto universal», y pide a la sociedad civil «que tenga presente que esa gente no sale por gusto. Nadie quiere dejar de estar con sus familias, sus raíces, sus casas. Eso es muy doloroso, pero además sabiendo que van a llegar a otro país donde no van a ser bien vistos y donde no van a tener trabajo».
La representante de las patronas considera que es un problema complejo: «si nuestros gobiernos no dan la solución, la tendremos que dar nosotros como sociedad civil. No nos puede hacer felices ver cómo muere tanta gente».
Las patronas comenzaron su labor en 1995 cuando, accidentalmente, tras hacer las compras, varios inmigrantes les pidieron comida desde los vagones del tren La Bestia, que recorre México hacia el norte. «No sabíamos de la existencia del problema», afirma, pero decidieron lanzarles la comida que habían comprado.
Desde entonces, comenzó una labor humanitaria que ha ido creciendo con el paso del tiempo. Dan alimentos, ayuda sanitaria y asesoramiento jurídico a miles de emigrantes centroamericanos que atraviesan México con el sueño de llegar a Estados Unidos.
La mayoría huye de la violencia o la falta de oportunidades en países como Honduras, El Salvador, Guatemala o Nicaragua, pero también de otras zonas del país, como Chiapas o Tabasco.
«En el camino sufren muchas calamidades, hambre, violaciones de sus derechos humanos, incluso algunos son mutilados o pierden la vida», afirma.
Para Norma Romero, la solución a un problema que se ha hecho cada vez más universal pasa por que «los gobiernos se pongan a dialogar y, en lugar de preocuparse por las drogas o las armas, lo hagan también por la inmigración», además de que «los países de origen piensen como ayudar a que sus ciudadanos no huyan, que los cuiden».
«La gente no es culpable. Lo único que necesitan es un trabajo y ser atendidos. La gente no tendría que salir de su país y dejar sus tierras y sus costumbres. No se perderían tantas vidas».
A quienes rechazan la inmigración, les insta a «que pidan a sus gobiernos que el dinero que destinan a las guerras lo empleen en ayudar a los países de origen».
La semana que viene, las patronas conocerán si se les ha concedido el premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Al respecto, señala que están «trabajando por amor al prójimo, al igual que todas las organizaciones que están nominadas al premio» y ha subrayado: «Todos hacemos algo por el ser humano, y eso es lo que nos importa».
EFE