Los cinturones de paz fue una decisión errónea porque haría blanco a los servidores públicos que decidieron ir, voluntariamente o bajo presiones.
Por Ángel González Granados
Regeneración, 15 de octubre del 2019. Cinturones de paz. Cuando Miguel Ángel Mancera se postuló como jefe de gobierno de la Ciudad de México afortunadamente me bastó escuchar una expresión suya para no votar por él.
En alguna entrevista le preguntaban qué significa ser de izquierda para él, contestó en aquél entonces -no sé si en tono de burla o en serio- que ser de izquierda era andar en metro y así estar en contacto con la gente.
Su trayectoria política fue el complemento perfecto para que no votara por él pues no hay indicios de que haya acompañado movimientos sociales o de un mínimo conocimiento de la realidad.
Probablemente tiene credenciales diversas a nivel técnico, pero para ser político y conducir la Ciudad de México, me parecía insuficiente.
Su gestión que resaltó por el nivel de represión alcanzado fue prueba de que no era un personaje de izquierda.
SHEINBAUM HEREDERA DEL 68
En estas últimas elecciones voté por Sheinbaum, convencido de su proyecto. Casi nadie lo dice, pero es la primera jefa de gobierno que procede del movimiento estudiantil.
Participó en el movimiento dentro de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que defendió el pase automático a la licenciatura, se le conoció a esa etapa entre 1986-1987 como el Consejo Estudiantil Universitario, o CEU.
Al menos respecto a trayectoria, y me gustaría pensar que en sensibilidad y compromiso, representa una diferencia amplia frente a Mancera.
A pesar de ello, a meses de haber comenzado la gestión de Sheinbaum, tenemos de sobra temas para manifestarnos insatisfechos: el problema de inseguridad en la Ciudad, el nivel de descomposición de la policía de la Ciudad de México y el trato torpe respecto a la violencia de género.
A estas alturas probablemente no le hacen una mala gobernante, pero si es de preocuparse que no se le haya conducido de la mejor manera.
CINTURÓN DE PAZ
Bajo este contexto creo que una decisión peligrosa y errada fue la de los cinturones de paz que se convocaron desde el Gobierno de la Ciudad de México para contener los destrozos que habían aumentado en el centro histórico en las jornadas de protestas.
Pienso que fue una decisión errónea porque haría blanco a los servidores públicos que decidieron ir, voluntariamente o probablemente bajo presiones.
Pero, para no ser injusto me gustaría compartir cuatro escenas reales de la manifestación del 2 de octubre, donde se estrenó el cinturón de paz:
1. La policía de la Ciudad de México, disfrazada de granaderos (cuerpo supuestamente suprimido) lanzando proyectiles sobre los manifestantes.
2. Una joven intentando incendiar el rostro de un reportero independiente.
3. Cuatro mujeres parte del cinturón de paz levantando el puño en señal de respeto y lucha frente a los manifestantes.
4. Detenciones de civiles a individuos que se encontraban en la manifestación.
5. Y la última escena que revela también una pequeña parte del cómo se vivieron los cinturones de paz desde dentro con coraje y resistencia.
La primera escena revela un compromiso faltante que la propia jefa de gobierno habría anunciado el 5 de diciembre de 2018.
Supuestamente como homenaje a las demandas del movimiento estudiantil de 1968, se desaparecería ese cuerpo.
No fue así, en esta manifestación, y en otras, se han aparecido granaderos o cuerpos antimotines de la policía.
Y no solamente eso, el compromiso está incompleto porque estos elementos agredieron la manifestación como se constata en las fotografías.
Parte de este compromiso incumplido es la escena cuatro, pues todavía existen operativos para que policías de civil realicen detenciones en medio de las manifestaciones.
Estas dos escenas revelan un pendiente urgente, si el Gobierno de la Ciudad de México no transforma profundamente su policía, este será uno de los lastres más pesados que llevará a cuestas.
La “renuncia” de Orta nos puede arrojar luces.
La escena número dos es perturbadora. No es la primera ocasión que en una manifestación reciente un reportero es agredido directamente.
En agosto de este año, el reportero de ADN 40, Juan Manuel Jiménez recibió un golpe contundente sobre la mandíbula mientras transmitía en vivo.
En esta ocasión una mujer intentó incendiar sin aparente razón el rostro del reportero independiente Pablo Pérez.
¿Qué intenciones tienen estás agresiones directas sobre la prensa? De lo que estoy seguro es que son contrarias a todo principio que rige a los manifestantes y que probablemente sean agresiones bajo consigna.
Una mujer intenta prender fuego a un periodista durante marcha conmemorativa de 2 de Octubre pic.twitter.com/J7WE96n6V7
— Uno TV (@UnoNoticias) October 2, 2019
Y finalmente la escena número 3 y la 5. Cuatro mujeres que formaban parte del cinturón de paz saludaron con el puño en alto la manifestación, esto a todas luces puede ser considerado como un reconocimiento de ellas con la manifestación y la conmemoración del dos de octubre.
La escena 5, no fue registrada por ningún medio aparentemente, pero se me confío el testimonio.
Varios funcionarios públicos que ese día sostenían el cinturón, antes de ser funcionarios tenían ya una trayectoria política de pertenecer a los viejos partidos de izquierda y seguir las manifestaciones, cooperar y formar parte de los movimientos sociales.
En algún punto de la manifestación cuando los embozados atacaron a sus compañeros y al mobiliario público tuvieron que retirarse.
Varios de ellos no querían irse, querían quedarse a contener y a resistir, porque pensaban que esa forma de protesta no era tal, que estaba deslegitimando la lucha y que ese no era el momento para hacer las cosas así.
El coraje y las lagrimas por no poder contener a los embozados les tomó a alguno de ellos.
Esas cinco escenas resumen parte de lo que sucedió el 2 de octubre pasado, donde finalmente la discusión sobre la justicia y la verdad que faltan al movimiento de 1968 quedó desplazado por las expectativas de violencia que se tenían.
ASIGNATURAS PENDIENTES
Sheinbaum tiene asignaturas pendientes, y a un gobierno no se le otorga gratuitamente la confianza, pero hay matices y quedan preguntas:
¿El cinturón de paz tenía una función represora?
¿Todos los funcionarios públicos del cinturón de paz se sensibilizaron igual?
¿La policía de la Ciudad de México será tomada con pinzas para por fin transformarla?
¿Se cumplirá el compromiso de extinción del cuerpo de granaderos?
¿Qué función tienen las agresiones a periodistas durante manifestaciones?
¿Los destrozos durante las manifestaciones son legítimos?
¿Qué acciones debe tomar el Gobierno para contener embozados?
Por lo pronto, va un reconocimiento para los funcionarios públicos que tienen trayectoria política de cerca con el pueblo y que están dispuestos a seguir del lado del pueblo.
Va un reconocimiento a los brigadistas del movimiento de 1968 que siguen en lucha por la verdad y por la justicia.
Y va un reconocimiento a quienes siguen marchando sin temor y con la esperanza de empujar una mejor forma de vida para todos y todas.