Madero en la ciudad de México

• Episodios de la historia de México

Por Luz Nieto

Francisco I. Madero acompañado de Emiliano Zapata durante su visita a Cuautla, agosto de 1911. Sinafo-Fototeca Nacional INAH.
Francisco I. Madero acompañado de Emiliano Zapata durante su visita a Cuautla, agosto de 1911. Sinafo-Fototeca Nacional INAH.

Regeneración. Mayo 19, 2014 México, DF.- Días después de que el dictador Porfirio Díaz abandonara para siempre nuestro país en el Ipiranga, Francisco Madero volvió triunfante a la ciudad de México. Multitudes lo aclamaban a su paso. Este pequeño hombre había recorrido miles de kilómetros proclamando la urgencia de la libertad; este elegante y discreto caballero había convocado a iniciar la rebelión contra el tirano la tarde del 20 de noviembre de 1910. Custodiado por zapatistas, en calidad de “simple ciudadano”, dirigente del Ejército Libertador, hablaba ante todos de la libertad como hecho conquistado e irreversible en la nueva República.

Madero afirmaba que las nuevas autoridades interinas del país serían los “mejores amigos” del pueblo. Pedía a éste empeñarse en transformar el país,

“… pues si su situación bajo el punto de vista político ha sufrido un cambio radical, pasando del papel miserable de paria y esclavo a la altura augusta del ciudadano, no espere que su situación econó­mica y social mejore tan bruscamente, pues eso no puede obte­nerse por medio de decretos ni de leyes, sino por un esfuerzo constante y laborioso de todos sus elementos sociales.

Que tenga seguridad de que el nuevo gobierno y yo también, en cualquier esfera que me encuentre, dedicaremos todos nuestros esfuerzos para que mejore su situación; pero para lograrlo, necesi­tamos su cooperación constante y laboriosa. Que sepa que su fe­licidad la encontrará en sí mismo, en el dominio de sus pasiones, y en la represión de sus vicios; que la prosperidad y la riqueza sólo podrá lograrlas practicando el ahorro y desarrollando su fuerza de voluntad, a fin de no obrar siempre como le inspiren sus pasiones. Por último, que busquen la fuerza de la unión y tengan por norma en todos sus actos la ley”.

Madero urgía al gobierno a hacer un reparto equitativo de los impuestos, y a los capitalistas, a comprender que el pueblo ejercería en adelante sus derechos, y que “el más miserable trabajador de sus haciendas tiene los mismos derechos políticos que ellos y que será igual ante la justicia y la ley.”

Un terremoto siguió a la entrada de Madero en la ciudad. Ominoso anuncio de que la lucha estaba apenas en sus comienzos, y que mucho habría de empeñarse el pueblo de México en dar los pasos necesarios para conquistar su libertad verdadera.