Nestora Salgado: indígena, ciudadana de EU y presa política en México

Su historia personal.

Nestora Salgado creció en el pequeño pueblo indígena de Olinalá en el estado de Guerrero, México y se hizo ciudadana de EEUU. Se mudó a Estados Unidos en 1991 a la edad de 20 años y trabajaba de sirvienta, niñera y mesera. Pasa parte de su tiempo en Olinalá y en Renton, Washington, donde vive con su esposo, José Luis Ávila, trabajador de la construcción, y sus hijas y nietos. Durante los últimos cuatro años, ha hecho varios viajes para llevar ropa y provisiones a los desesperadamente pobres residentes de su pueblo natal.

Luchando contra la pobreza y la violencia en Guerrero. Guerrero cuenta con el nivel de criminalidad más alto de México y tiene una historia de participación gubernamental en masacres de campesinos indígenas. Durante sus viajes a su hogar en México, Salgado fue testigo del incremento en la pobreza y en los crímenes violentos y la corrupción política. Esto la animó a hacerse activista comunitaria por los derechos humanos de los indígenas de Guerrero y de lugares circunvecinos de México. En particular, se involucró en el movimiento indígena a favor de la policía comunitaria, la cual se ha esparcido através de la región durante los últimos años. La ley estatal de Guerrero 701 y el artículo 2.A de la Constitución mexicana garantizan el derecho de los pueblos indígenas al autogobierno y la autodefensa, el cual incluye la formación de fuerzas policiacas.

Muy pronto Salgado aplicó la ley de forma práctica organizándose junto con otros para formar una fuerza policiaca comunitaria en Olinalá. Sus miembros formaron patrullas para defender a los residentes contra el crimen organizado, sobre todo  contra la pandilla de Los Rojos. Dicha pandilla había estado aterrorizando a la comunidad y actuando con impunidad debido a la complicidad de los funcionarios locales, incluyendo al alcalde.

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El incentivo para formar dicha fuerza comunitaria fue el asesinato de un taxista local que se rehusó a pagar el dinero para contar con la protección de Los Rojos. Salgado dirigió una manifestación de los residentes del pueblo para expulsar del pueblo a la pandilla y estableció retenes para impedir que regresaran. La primavera pasada, Salgado fue elegida comandante o coordinadora. Ha trabajado duro para fomentar el liderazgo de las mujeres indígenas y para empoderarlas para oponerse a la violencia doméstica y al abuso infantil.

Inicialmente, Salgado pudo recibir el apoyo de Ángel Aguirre, el gobernador de Guerrero, quien les prometió por escrito que les proporcionaría una fuerza uniformada con armas pequeñas, entrenamiento y otras formas de apoyo. El impacto de la policía comunitaria, la cual operaba con base en medios tradicionales de responsabilidad y control social, fue dramático: una disminución del 90% en la tasa de criminalidad y ningún homicidio durante los 10 meses que estuvo operando. (En los dos meses después de que el Gobernador eliminó la policía comunitaria, el crimen ha incrementado y ha habido cuatro asesinatos, a pesar de la presencia de más de mil marinos y soldados así como de la policía estatal y federal. Las fuerzas gubernamentales acosan a organizadores comunitarios y algunas veces los amenazan de muerte a la vez que protegen la actividad criminal.)

El rapto y el arresto de Nestora Salgado. El pretexto oficial de su detención el 21 de agosto de 2013, fue el arresto de varias adolescentes por vender drogas y del alguacil local, Armando Patrón Jiménez, por alterar las pruebas de la escena de un crimen en la cual hubo dos asesinatos donde él intentó huir con una vaca que era propiedad del finado. A ella la acusaron falsamente de secuestrar tanto a las chicas como al alguacil.

En una reunión entre el alcalde y Salgado cinco días antes de su arresto, ella se rehusó a permitir que el alguacil, un secuaz político del alcalde, saliera libre sin juicio en el tribunal popular. Unos días más tarde, la transportaron en un avión privado a una cárcel de máxima seguridad a 3,000 kilómetros de Olinalá. Parece que el arresto se hizo como represalia por un comunicado de prensa que Salgado publicó, el cual describía la implicación del alcalde y de otras personalidades del Gobierno en el tráfico de drogas.

La persecución de líderes indígenas como Salgado y la supresión de fuerzas policiales comunitarias autónomas tiene otro propósito más amplio: el silenciar a la oposición de las comunidades indígenas contra las compañías mineras extranjeras que gozan de grandes contratos para extraer riqueza mineral de las montañas de Guerrero. Persecución política y maltrato en la cárcel. Salgado fue detenida sin ninguna orden de arresto por soldados federales en un retén mientras conducía a casa. Los marinos la habían estado asediando con amenazas de muerte durante varios días antes de su arresto. Desde el día posterior a su arresto, Nestora Salgado ha estado encarcelada en el centro de detención de máxima seguridad El Rincón en Tepic, Nayarit, a varios días de viaje de Olinalá. No hay justificación para la afirmación del Gobierno de que son necesarias medidas tan extremas porque Salgado – abuela y ciudadana respetada sin antecedentes penales – es un peligro a la sociedad. Además, el rapto no es un crimen federal en México y los acusados normalmente van a cárceles locales.

El aislar a Salgado de sus simpatizantes y su familia transportándola tan lejos, sin justificación legal, es una prueba de que es prisionera política. Las amenazas de muerte y las represalias han mermado los esfuerzos para organizar apoyo en Olinalá para la liberación de Salgado y la reestructuración de la policía comunitaria. A los defensores de Salgado se les ha negado la asistencia pública, necesaria especialmente después de una severa tormenta a mediados de octubre.

Durante semanas, se mantuvo incomunicada a Salgado. No se le permitía ver a su abogado ni a sus familiares, quienes habían viajado largas distancias para llegar a la penitenciaría. Sólo le permitieron hablar con un abogado después de que había pasado la fecha límite para la petición de liberación durante la espera del juicio. Sólo una de sus hijas y una hermana han podido visitarla. Esta persecución fue causada por cumplir con sus responsabilidades legales como coordinadora de la fuerza policiaca comunitaria.

Hace varios años, Salgado sufrió lesiones en un accidente automovilístico que la dejó temporalmente paralizada del cuello hacia abajo. Con mucha terapia física pudo recuperar el 90% de sus funciones pero aún no puede trabajar. Para controlar la severa neuropatía de sus manos y pies, tiene que tomar analgésicos y hacer ejercicio con frecuencia. En la cárcel se la han denegado ambos, lo cual ha hecho empeorar su condición física y mental. Ahora la están amenazando con el confinamiento solitario.

El asesinato reciente de otra fuerte mujer activista de Guerrero, Rocío Mesino Mesino, es un recordatorio de que la vida de Salgado está en peligro si no hay escrutinio público y un fuerte apoyo de México y los Estados Unidos. (Regeneración 15 de octubre del 2014)