#Opinión: El monopolio de la verdad – Parte II

Por Fernando Valdés Tena

Transcurrían en México los Juegos Olímpicos del ‘68 y el Mundial de Futbol del ‘ 70, dos eventos con los que comenzaba a dejar sentir su influencia monopólica entre las audiencias, Telesistema Mexicano: Con el primero de ellos —el de la gesta olímpica— al hacer pasar casi desapercibida la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, por instrucciones del acomplejado y paranoico presidente Gustavo Díaz Ordaz, dado que a sólo unos cuantos días de la funesta masacre, se inaugurarían los juegos junto con el recién construido estadio de Ciudad Universitaria, y México necesitaba urgentemente ocultar ante el mundo la “mugre bajo la alfombra” con un escarmiento ejemplar al “comunismo subversivo” en tiempos de la Guerra Fría.

El inigualable caricaturista de aquel momento Abel Quezada, publicaba en su cartón de Excélsior el 3 de octubre, un simple rectángulo negro en señal de luto titulado “¿Por qué?”, mientras Jacobo Zabludovsky —quien se había desempeñado como Jefe de Radio y Televisión de la presidencia de la República en el gobierno de Adolfo López Mateos simultáneamente a su trabajo periodístico en Telesistema— abría su noticiero comentando: “Hoy fue un día soleado”.

El segundo evento tiene como antecedente la construcción del Estadio Azteca, en 1962, para la Copa del Mundo del ‘70 por parte del Junior Emilio Azcárraga Milmo —ya entonces dueño del Club América. En 1967 nacía Imevisión con una 5ª. concesión entregada a Francisco Aguirre Jiménez, de Organización Radio Centro para operar Canal 13, que le sería arrebatada cinco años después por Luis Echeverría a mediados de su sexenio.

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Era tiempo de fuertes tensiones entre gobierno y empresariado, en el que fue asesinado Eugenio Garza Sada y se concretaba la fusión de Telesistema con Televisión Independiente de México (Canal 8; de ahí el nombre de El Chavo del 8), propiedad de Bernardo Garza Sada —sobrino de don Eugenio— con sede en San Ángel Inn (Hoy Televisa San Ángel) y con Joaquín Vargas Gómez a la cabeza, quien como fundador de Stereo Rey —la primera estación de FM— iniciaría Multivisión para convertirse en competidor con MVS. Mientras tanto, los tentáculos de influencia de Azcárraga Vidaurreta, fundador de la XEW (hoy W Radio, propiedad de Radiópolis) se extendían a Radio Fórmula —de su sobrino Rogerio Azcárraga Madero— y a Radio Programas de México —de su socio Clemente Serna Martínez.

A la muerte de su padre en 1972 y ungido Azcárraga Milmo como heredero del trono, nacía la leyenda de El Tigre y la consolidación de un emporio de telenovelas, cantantes, futbol… y noticias, encabezadas por Zabludovsky y su escuela : Guillermo Ochoa, Lolita Ayala, Amador Narcia, Guillermo Ortega, Adela Micha, Abraham Zabludovsky, Jorge Berry, Joaquín López Dóriga y Ricardo Rocha.

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Ellos contribuirían a profundizar el estilo solemne, elegante, oficialista, amable, zalamero y generoso con el poder, dedicado a moldear la voz y la forma en que los mexicanos recibiríamos las noticias los siguientes 28 años, a través de 24 horas (“Con las noticias que usted leerá por la mañana”). Fue una época de información generada a través de los periódicos matutinos y en la que El Tigre consolidaría su poder por más de 3 décadas, de 1972 a 1997, acompañado de su feudo: el amigo de la infancia Othón Vélez; la secretaria de su padre, Amalia Gómez Zepeda; sus cuñados Fernando Diez Barroso y Alejandro Burillo, y sus socios Rómulo O’Farrill, Alejandro Sada, Miguel Alemán Velasco y Guillermo Cañedo de la Bárcena. La prensa y la radio crítica se abrían paso con el Excélsior de Julio Scherer García (némesis de Zabludovsky) y con José Gutiérrez Vivó en Monitor de Radio Red. La competencia en Televisión tardaría tiempo en llegar.

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