#Opinión: Lozoya, Familia De Delincuentes: Los Fantasmas Del Lopezobradorismo (Capítulo 1)

Por Fernando Valdés Tena

RegeneraciónMx.-“Toficos”…”mmm qué ricos” fue el slogan de una popular marca de dulces en los años 60. Así nombraban a un grupo de 6 juniors, estudiantes de la facultad de Economía de la UNAM, descendientes de familias muy influyentes en la política mexicana. Uno de ellos Carlos Salinas de Gortari, hijo de Raúl Salinas Lozano, Secretario de Industria y Comercio del Presidente López (Mateos); otro, Emilio Lozoya Thalmann, – hijo del médico militar exgobernador de Chihuahua Jesús Lozoya – Subsecretario de Comercio con Miguel de la Madrid, Director General del ISSSTE y Secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal con su compadre (“El Padrino”) Carlos Salinas, pues este último bautizó a Juan Jesús Javier Lozoya Austin, hermano del exdirector general de PEMEX “Emilio L”, consignado con prisión preventiva ante un juez federal con sede en el reclusorio norte por cohecho y delincuencia organizada en el caso Odebrecht – iniciado durante el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa – por el que aceptó haber recibido sobornos por $10.5 millones de dólares a cambio de otorgarle a la constructora en 2013, un contrato directo por mil 436 millones 398 mil 637 pesos para obras en la refinería de Tula y por solicitarle dinero para la campaña presidencial 2012 del priísta Enrique Peña Nieto y apoyar a sus candidatos a las gubernaturas en Hidalgo, Veracruz y Tamaulipas.

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Las historias que rodearon a “Emilio L” durante los primeros tres años del sexenio de Peña, son de una frivolidad escandalosa: fiestas privadas con vinos de más de $100,000 pesos por botella ($5,000 dólares) y escorts extranjeras para cerrar tratos; citas que costaban $100,000 dólares para reunirse con él; extorsiones a empresarios, a quienes buscaron despojar de sus compañías; un uso obsceno de las aeronaves de Pemex para su uso diario “del trabajo a la casa”, visitar campos de golf y viajar por el mundo a bacanales en la Riviera Maya; adquisición con recursos públicos o bien producto de la corrupción, de obras de arte y residencias suntuosas; transferencias multimillonarias a cuentas de familiares y una compleja red global de empresas fachada offshore. De lo anterior, los medios convencionales favorecedores del régimen, en su momento callaron convenientemente para sus intereses cómplices y ocultaron la verdad de los hechos. Lozoya quiso tener todo el poder y para lograrlo incluso se peleó con Luis Videgaray, quien terminó por echarlo del gabinete y denunciarlo ante las autoridades para que lo investigaran.

A sus familiares también los contaminó este corrupto sujeto : Sólo de una truculenta transacción, destinó 185 mil dólares para cubrir los impuestos correspondientes a la escrituración de una residencia ubicada en Ixtapa Zihuatanejo, Guerrero, con costo de $1.9 millones de dólares  y en cuya operación involucró a su esposa Marielle Helene Eckes, heredera de Eckes Granini Deutschland – proveedor líder en Europa de jugos y bebidas de frutas – a través de dos empresas de su propiedad en las que se colocó como beneficiaria a su hermana Gilda Susana Lozoya Austin, de cuyas cuentas se dispersaron los sobornos entregados al ex director de Pemex. Con esas bases se libraron órdenes de aprehensión en contra de ella y de su madre de 71 años Gilda Margarita Austin y Solís, quien fuera arrestada mientras vacacionaba con sus nietos en una isla de Alemania y pasaría tiempo en prisión. En noviembre de 2019 sería extraditada a México y vinculada a proceso por los delitos de lavado de dinero y asociación delictuosa. Desde entonces, se mantiene en arresto domiciliario y continúa su proceso en libertad. Quién diría que todo este embrollo judicial, sería derivado de una transacción ligada a Agronitrogenados del empresario Alonso Ancira,  de quien nos ocuparemos la próxima semana.

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Como diría Pompín Iglesias “¡Qué bonita familia!”

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