#Opinión: Por el dedo de Dios…

Por Fernando Paz

RegeneraciónMx.- Miles de fichas elaboradas por la temible DFS (Dirección Federal de Seguridad) fueron liberadas en este sexenio por el Archivo General de la Nación. El espionaje de la Secretaría de Gobernación -de la que dependía la mencionada Dirección- no solo se aplicaba para opositores políticos, sino también para quienes el director en turno considerara enemigos del Señor Presidente y/o potenciales “enemigos de México”, este noble país, “amado”, de manera tan rara -muy parecida a la de los maridos golpeadores-, por integrantes del régimen ido y por sus aliados, los oligarcas corruptos.

Ad hoc a las modas de la Guerra Fría y de las oscuras policías de los países tras la cortina de hierro soviética, la DFS espiaba todo lo que se moviera. Hoy es conocido que mantuvo férrea vigilancia sobre un joven Andrés Manuel López Obrador desde 1979 por sus presuntas “filias comunistas” o porque “trató de hacer más progresista al PRI”. 

El propio López Obrador contó recientemente que en aquel entonces un helicóptero hizo un vuelo estacionario sobre su casa en Tabasco para intimidarlo a él y a su familia; y que cuando era Jefe de Gobierno del Distrito Federal (de 2000 a 2005), gente sospechosa rebuscaba en la basura proveniente de sus oficinas, seguramente tratando de encontrar algo que lo inculpara.

Desde ese 2005, año en que se postuló por primera vez para contender por la Presidencia de la República, una andanada de spots de radio y televisión, de desplegados en periódicos y de libros, ha sido utilizada para atacarlo, injuriarlo y hasta ridiculizarlo; cortesía todo esto, principalmente, de esa oligarquía tan dada a los tejemanejes con los representantes de la hoy oposición.

Hace unos días, al exponer el presidente la presunta corrupción de la Directora de “Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), A.C.”, María Amparo Casar Pérez, se ha puesto en la mesa de debate la urgente necesidad de cambiar de una vez y para siempre la manera tan suigéneris, de hacer política y también de hacer periodismo en nuestro país.

El periodismo involucionó en México con el control pleno sobre las masas que proveyó la televisión, y tuvo su apogeo de 1988 a 2018 (sí, no es casual, los 30 años más representativos del neoliberalismo económico en México). Los entes deformes de tanta codicia del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido Acción Nacional (PAN) siempre han necesitado quién les lave la cara y a la vez les provea de las mejores ropas para presentarse ante los que ellos veían como párvulos de la vida nacional, es decir, el pueblo.

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Y vaya que en Televisa y TvAzteca esa clase política podrida encontró los ejércitos perfectos para la guerra (incluida la tortura psicológica con programas infumables y diseñados para terminar de adormecer el intelecto, per se tendiente a la narcolepsia, del mexicano promedio).

Dentro de esa milicia hubo soldados de élite, comandados por el General de Brigada Jacobo Zabludovsky, fundador de esa escuela de guerra en la que los reclutas se pasaban las 24 horas entrenando para poder llegar a ser como su mentor. El puesto prometía, claro que sí, y los soldaditos ponían todo su empeño.

Se graduaron tantos que casi he olvidado sus nombres, solo recuerdo a los más destacados, esos que aprendieron bien a arrastrarse en el lodo y a tirar bombas de humo a la perfección: su hijo Abraham, Guillermo Ochoa, Guillermo Ortega, Carlos Loret, Adela Micha, y el cum laude Joaquín López Dóriga.

Joaquín y Carlos, principalmente, presumirían, orondos, esas capacidades aprendidas y crearían nuevas estrategias de control de masas: entrevistas “en vivo” pero tan ensayadas que tomaban ese ritmo melódico de las declamaciones grupales de niños de primaria; “puestas en escena” con tanques de guerra abandonados en Afganistán; rescates “en vivo” de prisioneros de guerra en los que hasta metían actrices francesas involuntarias; en 2017 llegaron a utilizar a una “niña anzuelo” con nombre pegajoso y camuflada bajo los escombros (esto ya lo había practicado Zabludovsky en 1985, pero estos infames lo perfeccionaron tanto que casi lograron someter a la Marina Armada de México); amén de la desinformación total, encriptación de mensajes y tergiversación de hechos cuando se trataba de golpear a un enemigo de quien les pagara; ah, y cuidado si no les dejaban quedarse con el botín, con finura, atacaban y desaparecían, con pixeles envenenados directos a la cara, a quien osara escamotearles su pago.

El extremo llegó cuando en los simuladores de batallas de la barra matutina, esos entrenamientos que están dirigidos a reclutas mayorcitas, ponían a medios mandos mediocres como “El Negro” Araiza o Andrea Legarreta a enseñar estrategias de guerra de divisas, algo totalmente ajeno a su muy “especial” intelecto. En la actualidad y viendo que, a nivel federal el presupuesto ya no lo administran quienes así lo hicieron hasta 2018, esta bola de adictos al dinero fácil y a los moches de los gobiernos corruptos, han pasado de soldados del PRI y del PAN a viles mercenarios de la oligarquía.

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Afortunadamente, el mexicano promedio se ha curado de esa narcolepsia y esto ha coincidido, con el posicionamiento en las redes sociales de voces disidentes al antiguo régimen, y con la llegada de un auténtico luchador social a la Presidencia de la República.

Sepan, cínicos de “MCCI, A.C.”, que ya no tienen la narrativa de la vida política del país, que si van a luchar contra la corrupción y la impunidad, empiecen por dejar de recibir dinero de la USAID, agencia estadounidense injerencista en todo el mundo, y que llama demócrata a quien se deja manipular y “dictador” o “comunista” a quien no; que tengan la decencia de renunciar a sus pensiones, devolver las prebendas y dádivas obtenidas desde posiciones favorables siendo funcionarios; o que, de plano, llamen a su mamotreto engañabobos “Mexicanos Contra la Corrupción e Impunidad de los Bueyes de mi Compadre, A.C.”

Sepan, señora Casar Pérez y señores de los medios que acusan el “exhibir datos personales” de la susodicha por “el autoritarismo de la Presidencia de la República” -pero sin argumentar ni desmentir una sola de las pruebas dadas a conocer al pueblo-, que la parte del himno nacional en donde dice “un soldado en cada hijo te dio”, no fue escrita para ustedes, porque hay una bendita diferencia entre ser soldado del PRIAN y ser soldado de la patria.

A los primeros, a ustedes, los mueve la codicia, la hipocresía y el egoísmo, a los segundos nos mueve el amor al sector social más desfavorecido, el amor a México; y no nos servimos de él, sino que le servimos.

Han pasado 45 años desde la elaboración de aquella ficha de espionaje de la DFS sobre Andrés Manuel López Obrador, han pasado siete presidentes-títere que utilizaron esa corporación y sus sustitutas como ariete contra “los enemigos de México”, han pasado quizá una veintena de Secretarios de Gobernación sin escrúpulos, que se sentían rasputines, himmlers o kissingers pero apenas llegaron a “negros Durazo”, y han sido dos principales constantes desde entonces: los ríos de tinta sindicando la tradicional corrupción del PRIAN y la fortaleza moral del nacido en Tepetitán.