#Opinión: Una arqueología del paisaje espiritual

Por Armando Oviedo R.

No te olvides de mí, Berlín. Bitácora de ensayos.
María Teresa Meneses. Fondo Editorial del Estado de Morelos, Colección Voces Vivas, Cuernavaca, Morelos, 2020. 84 pp.

Regeneración. Hablar de la escritora María Teresa Meneses, a partir de hoy, es hablar de una amiga y una cómplice de lecturas y trabajos literarios. Nuestra amistad está tejida con textos y en el contexto de la fraternidad crítica que, con los años y a la distancia, tiene su particular resistencia; resistencia como duración y como oposición a la pobreza espiritual que no toleramos.

Por lo mismo, no olvidaré las vertientes de su compañía solidaria. La primera es bicéfala pues está construida por lo laboral y lo creativo. Laboral, porque fue mi efímera jefa en lides periodísticas en “El Semanario” de Novedades, y creativa porque constantemente armamos proyectos fugaces escritos sobre servilletas o papeles abandonados en las mesas de cafés o bares o librerías o mesas de hipotéticas mesas de redacción donde los planeamos, pero nunca aterrizamos.

La otra vertiente de su siempre presente y constante compañía (y complicidad) es la de los libros y los autores que salen de su mochila y su inteligencia y generosa traducción.

Como se verá, a la insigne Tere Meneses le debo trabajo, charlas, debates, algunos grandes amigos comunes y también otros tantos enemigos comunes, y una portentosa educación literaria al margen del habitual magisterio, ese que se cocina de pronto y sin recetas.

Debido a su labor de traductora del italiano, y al yo no masticar ese idioma, me he dado a la tarea de buscar en español los libros que ella maneja en el original y me recomienda leer de inmediato.

Si Federico Campbell me descubrió a Leonardo Sciascia y el inmortal Guillermo Fernández me reveló a Dino Campana y Eros Alessi, Tere me otorgó un mundo no solo italiano sino el de una región, la triestina, y un mundo, el miteleuropeo tan fronterizo y nómada y rico en contrastes, lenguajes y hallazgos. Todo ello guiado por el magisterio, que yo llamaría “Magristerio”, pues emana de don Claudio, el gran Magris, pues Tere es no sólo traductora sino amiga y confidente del siempre candidato al Nobel de literatura. (Y aquí una nota al calce: Debo decir que Tere, de igual manera intentó, esta vez de manera parcial, interesarme en la obra de Sergio Pitol, pero yo sólo opté por el traductor y ensayista).

Por esta educación fraternal de Tere no sólo soy lector devoto de Magris (incluso me retraté con él y conservo la foto que ampliaré y pondré en mi hipotético bar-librería que se llamará Otro mar), sino a los ahora ya populares Italo Svevo, Italo Calvino y Roberto Calasso, sino también a Leo Perutz, Georg von Rezzori, Emilio Cecchi, Daniele del Giudice, Primo Levi, Amin Maalouf, Carlo Ginzburg (a quien Tere y yo fuimos a ver y escuchar a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM para que el historiador sólo me pusiera un lacónico garabato en la esquina derecha de mi ejemplar de El queso y los gusanos y se escondiera de inmediato bajo sus tupidas cejas).

A ella también debo el descubrimiento de Bruno Schultz, Milorad Pavić, Sławomir Mrożek (que vivió un tiempo en Puebla), de Ferenc Molnár y sus Chicos de la calle Paul, y otros autores que, gracias a sus puntuales traducciones y recomendaciones, sigo disfrutando.

LOS LIBROS DE OTROS

Como se podrá notar, es la línea de la traducción ⎼trabajo rico, laborioso e injustamente pagado⎼ el que le da oficio de pertenencia a Tere Meneses, mismo que le ha llevado a postergar su brillante trabajo de ensayista con un libro que destacara su notable trabajo de lectora y ensayista literaria.
Antes de llegar a su obra propia, realizó dos selecciones y traducciones de libros notables como Miramar y otros ensayos de Mario Praz (BFE, 1996) y El tallo entre las piedras de Claudio Magris (Cal y Arena, 2007).

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ENSAYOS COMO ARQUEOLOGÍA DEL PAISAJE

Tuvo que pasar mucho tiempo para que apareciera, por fin, una muestra de su capacidad ensayística en un libro y que mostrara lo que ha descubierto y nos ha descubierto: una arqueología del paisaje. Y con este presupuesto Tere expone el arte del viajero-escritor, tal y como lo anuncia el epígrafe de Claudio Magris en No te olvides de mí, Berlín, donde queda demostrada la forma peculiar del ensayo literario que la autora expone con maestría, justamente la forma que muestra Magris en muchos de sus textos y libros, como puede leerse en el portentoso Danubio.

En No te olvides de mí, Berlín ⎼título que semeja el inicio de una carta, y como toda carta, incluyendo las de amor, son a veces un ultimátum⎼ Tere decide exponer sus “pequeñas historias individuales” y “salvarlas del río del tiempo”.

El epígrafe de Magris no puede ser más exacto. En No te olvides de mí, Berlín, hay breves historias dentro del caudaloso río de la Historia, donde los muertos cobran vida, como también señala Bobi Bazlen en el otro epígrafe (“È un mondo della morte: un tempo si nasceva vivi e a poco a poco si moriva. Ora si nasce morti, alcuni riescono a diventare a poco a poco vivi”). Historias navegando a contracorriente incluso del clásico ensayo literario o, mejor dicho, haciendo más literario al ensayo, sin dejar de ser este un surtidor de ideas e información precisa y preciosa.

Son ensayos que se instalan en la playa de la memoria justo por lo que recrean, por lo que descubren en las dunas de las dudas.

Las historias del presente libro se desenvuelven de modo creativo e imaginativo y, a la manera de matrushkas, dentro de la historia central surge otra que la acompaña de modo pertinente. Esto lo vemos en el ensayo-carta “Porque no conozco Praga”. El tema central es un justo reclamo al ministro de la república Checa por la posible destrucción del cementerio judío de Praga en aras de un progreso sin memoria; de pronto, en un giro de muñeca sale otra y la denuncia se convierte en un rescate emocional de un lugar mítico, y luego otra donde surge la historia de que en ese lugar no sólo reposan muertos sino narraciones, incluso sueños propios con muñecos ladinos; todo ello aderezado con datos literarios acompañando a la demanda contra el entonces ministro Pavel Dostál, quien, de traicionar a la tradición, podrá ser víctima de una posible maldición del gólem si persiste en ceder a los caprichos del cálculo egoísta.

Lo mismo sucederá con “El andante Mario Praz” y su breve estancia en México que produjo varios ensayos sobre el país (en ese texto se cita al escritor Emilio Cecchi, autor de México, publicado por el Fondo de Cultura Económica en su colección popular). Aquí aparece de pronto la casa museo de Praz, visitada por Tere y que con estupenda prosa nos hace sentir la atmósfera y los objetos más queridos de lo que queda de la memoria material de Praz, pues se sabe fue saqueada al siguiente día de haber muerto el autor de El pacto con la serpiente.

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En los ensayos siguientes iremos del asombro inicial al hallazgo luminoso en el interior del mismo ensayo. Están Antoine de Saint-Exupéry y su último vuelo, el Joseph Conrad de los aires. Bobi Bazlen y su muerte recreada por una acongojada recamarera. Aquí veremos cómo Tere se revela experta narradora pues dibuja un personaje ⎼la recamarera⎼ que nos adentra en el ensayo y se teje un suspenso y una atmósfera que, en otro caso, sería deprimente, sin embargo con la prosa puntual y adecuada ⎼misma que esgrime en todos sus ensayos⎼, se da un tono particularmente suave, delicado, frente a un gran hombre que fue descubierto en una cama, muerto y rodeado de sus libros.

Aparecerán el novelista Giuseppe Tomasi de Lampedusa y su íntima tristeza reaccionaria que revolucionó una literatura; el editor revolucionario de izquierda Giangiacomo Feltrinelli, quien detonó la bomba de la imaginación con sus ediciones y libros, como lo cuenta su hijo Carlo, y Pier Paolo Pasolini, el santo hereje y provocador de poéticas artísticas.

Cierra el breve y maravilloso libro con el doble ensayo sobre el fotógrafo Walter Reuter. Sulamith, la amada de Walter, mediante una carta, le pone una decisión de amor, quizá más ruda y dura que el terror del fascismo, la guerra civil española o la persecución policiaca, y esa medida lo hará llegar a México y recordar para siempre un Berlín que no volvería a visitar. Texto entrañable pues está dedicado a Omar Meneses, fotógrafo y hermano de Tere, quien tuvo una exposición donde Walter Reuter le hizo los honores al joven colega y naciera el texto final, “La armónica de Walter”, concluyendo el libro de estos entrañables ensayos contenidos en No te olvides de mí, Berlín.

Podemos notar que el libro de Tere Meneses es consecuente con su interés intelectual cosmopolita y gusto y conocimiento de autores y lecturas europeas, destacando que ese espíritu e inquietud está atado o tiende un puente generoso con nuestro paisaje nacional. Esto puede notarse en el texto de Praz y su relación con México pues el autor escribió de aspectos de la cultura; o podemos imaginarnos un paralelismo entre El gatopardo y Pedro Páramo, o mostrar que un genio como Walter Reuter tenía a México apresado con su mirada artística.

Además, estos ensayos tienen otra particularidad que los hace destacados: son trabajos de una escritora-viajera, de una arqueóloga que transita con rigor por el paisaje interno y externo de un artista, pues realiza una búsqueda minuciosa del autor y nos informa de su perfil del aire; es decir, nos trae, con su imaginación ensayística, una obra que se abre y sigue latente entre nosotros.

* Narrador, poeta, sociólogo, ensayista y crítico literario. Es autor de “No anunciar” y “Manzanas de Sodoma”. Ha sido coordinador de talleres literarios en la UIA y en El FARO de Oriente; fue coordinador editorial de Periódico de Poesía, colaborador de Casa del Tiempo, Gaceta UNAM, Sábado, Tierra Adentro y Viceversa.