David Bowie | Cinco historias, cinco canciones

Por Miguel Martín Felipe

Regeneración.- En enero de 2016, justo después de cumplir 69 años, el maldito cáncer terminaba con la vida terrena de David Robert Jones, pero a su vez daba paso a la leyenda del gran David Bowie.

Nacido en Londres, Inglaterra en 1947, su inclinación por las artes fue sumamente notoria desde niño. Poco a poco se fue inclinando más por la música y la actuación, explorando nuevos estilos para confeccionar atmósferas y personajes tan disímiles entre sí como inolvidables, haciendo uso no solo de sus facultades como músico autodidacta, sino también de su histrionismo y su inquietud, no solo por contar historias, sino por crear nuevos mundos posibles en cada nuevo disco y personaje que encarnaba.

Ahora, en Cinco historias, cinco canciones, toca el turno al gran David Bowie, cuya leyenda se magnificó gracias a que su icónica imagen hizo clic con nuevas generaciones a través de las redes sociales, por lo que, hoy por hoy, la magia de su estampa y su voz está más viva que nunca.

Starman

Esta pieza es, de entrada, el origen de uno de los muchos apelativos con los que se conoce a David Bowie.

En 1972, Bowie se propuso realizar un proyecto bastante innovador para la época, ya que no solo grabaría un disco conceptual, sino que llevaría ese mismo concepto a los escenarios con elementos de teatralidad y creando todo un ‘lore’ a su alrededor. Y al centro de todo ello, estaría el propio Bowie encarnando a un personaje con elementos mesiánicos, de ciencia ficción y de rock star decadente: Ziggy Stardust.

Ziggy Stardust, líder de la banda ficticia The Spiders from Mars, encarnada por los propios músicos de Bowie para el disco homónimo, era un extraterrestre que venía a la tierra portando un mensaje apocalíptico solo para aquel que quisiera escucharlo. Al mismo tiempo, se desempeñaba como el caótico y ególatra líder de su propia banda. De espigada figura, con maquillaje que hacía su cara pálida y acentuaba con sombra los ojos, cabello teñido de rojo y enfundado en un mono blanco o plateado, aparecía en los escenarios para lanzar cantos interestelares con potente voz que acrecentaba el enigma de su imagen andrógina.

Bowie se basó en diversas fuentes: las novelas de ciencia ficción, la biblia y la personalidad de Vince Taylor, una estrella de rock británica que se retiró tempranamente para ser mecánico en Suiza hasta el ocaso de su vida en 1991, pero que por entonces había dejado huella gracias a su histrionismo y personalidad egocéntrica.

Starman cuenta la historia de un adolescente que llama a un amigo para contarle que escuchó en la radio el mensaje de un hombre de las estrellas que espera en el cielo para ser recibido en la tierra. Sin embargo, no está seguro de que todos puedan tomarlo a bien, empezando por su propia familia.

«There’s a starman waiting in the sky. He’d like to come and meet us, but he thinks he’d blow our minds (Hay un hombre de las estrellas esperando en el cielo. Quisiera bajar y conocernos, pero piensa que nuestras mentes no lo podrían soportar».

El rasgueo de la guitarra acústica con etéreos acordes en bemol abre paso a un Bowie que poco a poco va mostrando el potencial de su interpretación vocal con el culmen en un coro que se ha vuelto historia del rock, sin dejar de mencionar la certera guitarra de Mick Ronson, elemento clave en esa formación y en varias piezas clásicas de Bowie y otros artistas.

Space oddity

Esta ‘anomalía espacial’ de David Bowie, salió al mercado como sencillo en 1969, en una primera versión que no le hacía tanta justicia al concepto como sí sucedió en la versión más conocida de 1972, debido a que la ejecución y la producción la hicieron pasar como un éxito más del rock pop de la época.

Bowie fue desde pequeño un apasionado de las historias de ciencia ficción que involucraban los viajes espaciales y el contacto con posibles razas alienígenas. Pero lo que realmente motivó a Bowie para escribir esta canción fue el haber leído la novela y visto la película de Stanley Kubrick 2001: una odisea del espacio, estrenada en 1968 casi a la par que la novela de origen, escrita por Arthur C. Clarke. Parecía que Bowie estaba predestinado para escribir esta canción, ya que el nombre del protagonista de aquella historia es David Bowman.

La letra de la canción relata el fallido viaje de un astronauta que, pese a maravillarse con la majestuosidad del espacio y experimentar sensaciones inusitadas, termina con una nota melancólica cuando queda a la deriva para nunca volver a casa, justamente como le sucede a David Bowman en la historia citada, pero sin la experiencia trascendental que experimenta sobre el final.

«Though I’m passed one hundred thousand miles, I’m feeling very still and I think my spaceship knows which way to go. Tell my wife I love her very mush, she knows (Aunque estoy a más cien mil millas, experimento ciertas ingravidez, y creo que mi nave espacial sabe hacia dónde ir. Díganle a mi esposa que la quiero mucho, ella lo sabe)».

La versión más destacada es la de 1972, con el propio Bowie haciendo múltiples pistas de voz para lograr una armonía memorable. Igualmente, la atmósfera de viaje espacial y melancolía es acentuada por las guitarras acústica y eléctrica, así como una percusión que evoca a los tambores militares sobre el principio y a las piezas de rock progresivo sobre el final.

Little wonder

En 1997, ya con el mote de ‘camaleón’ bien ganado debido a su constante cambio de imagen y personalidad, David Bowie volvió a dar un viraje hacia terrenos desconocidos. El disco Earthling supuso un muy bien logrado experimento de Bowie con el género de música electrónica conocido como drum & bass. Adoptó para él una imagen renovada de viajero interestelar, con una colorida gabardina y un corte de pelo mucho más sobrio y a la vez sofisticado, como una especie de evolución de su antigua imagen del thin white duke (delgado duque blanco).

Little wonder no tiene una letra tan trascendente, de hecho, se trata de versos casi inconexos muy al estilo de las composiciones psicodélicas de los 60. La diferencia, y a la vez lo más atractivo de la pieza es la naturalidad con la que se desenvuelve Bowie en la música electrónica, así como el entorno sonoro mismo, sobrecargado de instrumentos remezclados y algunos sintetizados.

Por otro, el video musical es una pieza memorable en la que se actualiza al personaje de Ziggy Stardust, declarado muerto por Bowie desde los 70. Otro elemento destacable del video son las esculturas del artista plástico Tony Oursler.

Absolute beginners

Otra de las muchas caras de David Bowie es la de actor, que lejos de ser anecdótica, se lo tomó bastante en serio e interpretó papeles memorables en producciones que a día de hoy son consideradas de culto. Debemos recordar que Bowie igualmente era un consumado exponente de la actuación corporal, pues estudió mímica con el francés Marcel Marceau.

Absolute beginners es una película que encaja dentro del género de ‘cine de arte’ estrenada en 1986 y dirigida por Julien Temple. Trata sobre el camino de autodescubrimiento que experimenta un fotógrafo llamado Collin en la escena londinense de los años 50. David Bowie tiene una participación como el personaje secundario Vendice Partners.

Uno de los principales atractivos de la película es que el propio Bowie realiza el soundrack. La canción homónima de la película es un esperanzador canto de amor en clave de rock suave, pero a la vez estridente por momentos, con pasajes apoteósicos que llevan la voz de Bowie a registros de tenor, con una muy fiel guitarra eléctrica que acompaña desde el principio hasta el final, así como un saxofón exquisito que hace de intermedio con un solo y luego cierra en la coda.

«There’s nothing more I need. I absolutely love you, but we’re absolute beginners. But if my love is your love, we’re certain to succeed. (No hay nada más que necesite. Te amo absolutamente, pero somos principiantes absolutos. Pero si mi amor es tu amor, seguro que triunfaremos)».

The man who sold the world

En 1971, antes de dar rienda suelta a sus inquietudes intergalácticas, David Bowie lanzó un disco que destacó por la polémica de su portada, en la que aparecía el artista posando recostado en un sillón con cabello largo y un vestido de mujer obra del diseñador Michael Fish.

Más allá de la polémica sobre la ambigüedad sexual del gran artista, cuestión que Bowie supo sortear inteligentemente durante toda su vida, el disco contenía esta pieza que le da nombre, y que ya en sí misma es una figura retórica muy potente «You’re face to face with the man who sold the world (Estás cara a cara con el hombre que vendió al mundo)».

La letra es oscura y de contenido sumamente introspectivo. Está acompañada de una atmósfera etérea gracias a los arreglos de cuerdas y al perenne riff logrado con base en juguetear con el acorde la mayor.

Esta canción fue revitalizada por Kurt Cobain en el concierto Unplugged de Nirvana, lo que suele motivar la confusión de que su autoría pertenece al trío de Seattle. Sin embargo, el malentendido se resuelve con solo escuchar completo el disco de Nirvana y descubrir que Cobain, al terminar la canción en medio de una gran ovación, acota: «That was a David Bowie song (Esa fue una canción de David Bowie)».

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