La dictadura del spot

Por Jenaro Villamil.

La semana pasada, el Instituto Federal Electoral le ordenó al gobierno federal retirar 11 mensajes de radio y 2 de televisión relacionados con los “logros del gobierno”  en las entidades de Coahuila, Estado de México, Hidalgo y Nayarit donde se realizarán comicios estatales en 2011.

La medida, aún tardía, generó una gran molestia en la administración de Felipe Calderón, el mismo presidente que supuestamente impulsó una reforma electoral junto con el Congreso en el 2007 para eliminar la spotización de la política.

Antes de este caso, el IFE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal protagonizaron un diferendo por los spots de promoción de Enrique Peña Nieto, con ocasión de su V Informe de Gobierno, el año pasado. En votación dividida, los magistrados del TEPJF determinaron que no era responsabilidad del gobierno priista del Estado de México que las pautas de sus promocionales se vieran en todo el país, como si Peña Nieto y sus asesores fueran ingenuos y no supieran cómo establecer su relación con las televisoras y estaciones de radio que se han convertido en su gran plataforma.

El problema de éstas y otras polémicas que se generarán en los organismos electorales radican en que no hemos salido de la dictadura del spot. La reducción de la comunicación política a una sucesión de spots televisivos no se circunscribe sólo a las contiendas electorales. El spot se ha vuelto determinante por otras razones:

a)    En primer lugar, de él depende todo el aparato derivado de la mercadotecnia mediática y política que se utiliza antes, durante y después de la difusión de un spot: encuestas, sondeos, focus group, monitoreos, etc. La mercadotecnia televisiva ha sustituido así a la comunicación política, al grado que ambos procesos se confunden.

b)   En segundo lugar, los gobernantes le destinan cada vez más recursos y tiempo a la difusión de sus obras de gobierno, a los mensajes políticos, al debate político concentrado en spots pagados en la televisión. Este fenómeno fue claro en el caso de Vicente Fox, pero Felipe Calderón lo ha superado infinitamente.

c)   Los spots son centrales en las precampañas electorales, tanto a nivel interno de los partidos, como en la estrategia de promoción externa de una figura política entre los ciudadanos. Los límites temporales se han difuminado. Si bien una contienda electoral está determinada legalmente por periodos de tres a seis meses, la publicidad televisiva de una precampaña es permanente.

d)   Los spots han encarecido la política y están en el centro de los escándalos y expedientes de corrupción, de violación de topes de campaña y de litigios judiciales en contiendas muy competidas. Los nuevos spots de la era posterior a la reforma electoral de 2007-2008, son aquellos que están insertados en la programación. Son publicidad inducida o product placement.

e)    Los spots también se han convertido en una nueva y clara expresión de la inequidad en las campañas y contiendas políticas, por su falta de regulación, por la discrecionalidad con que las empresas televisivas definen los precios, horarios y frecuencias y negocian con los publicistas y políticos las tarifas.

f)    Por si estos ingredientes fueran poco, los spots lejos de ayudar han empobrecido el debate público, lo han trasformado en el arte efímero del engaño telegénico o de la disputa en pantalla al margen de las necesidades sociales.