La guerra contra el éxodo

El ardiente fuego que provoca el gas lacrimógeno en los ojos de los niños que acompañan a sus padres en este éxodo, no es entendido por los menores en la actualidad, puesto que la crueldad humana vive prisionera de un canibalismo inexplicable y cuya inocencia de los infantes aun no puede comprender.

Por Ronnie Huete S.
Rebelión

(Washington DC) Se instaló una cuasi guerra, en una de las principales fronteras que divide Latinoamérica y los Estados Unidos, situada en la ciudad de Tijuana en México.

La gran particularidad de esta guerra contra el éxodo humano es que un sector no está armado, mientras el otro tiene la orden de disparar contra todo ser humano, que intente pasar al país de Donald Trump.

Los disparos de gas lacrimógeno, lanzados por los efectivos estadounidenses desde el extremo de Estados Unidos hacia el territorio mexicano, contra los casi 500 inmigrantes que solicitan asilo en la frontera con México, se asimiló a los ataques que vive a diario la franja de Gaza.

Seguramente, el ardiente fuego que provoca el gas lacrimógeno en los ojos de los niños que acompañan a sus padres en este éxodo, no sea entendido por los menores en la actualidad, puesto que la crueldad humana vive prisionera de un canibalismo inexplicable y cuya inocencia de los infantes aun no puede comprender.

El gobierno estadounidense aprobó el envío de aproximadamente 5,200 efectivos militares hacia la frontera sur de esa nación.

Y es que el éxodo de más de 7 mil hondureños que huyen del narcotráfico, y todo lo que esta plaga social genera a través de las dictaduras que han sido del conocimiento de Washington, desde hace 9 años, ha desembocado en una masiva migración.

Control y pobreza

Aunque otros sectores mantienen la teoría, que esta migración masiva que inició hace más de 40 días en Honduras hacia los Estados Unidos, ha sido controlada por una elite financiera internacional que intenta crear el caos en todo el mundo.

Esto con el propósito de aprovecharse de la desesperación de las personas, que viven en países como Honduras, en donde el narcotráfico gobierna.

“Lo importante es la creación del caos mundial para acercarnos más a un nuevo orden que regirá el mundo”, es parte de la descripción de este contexto conspirativo que mantiene firme la manipulación de ese éxodo por parte de una elite innombrable en la prensa internacional, puesto que ellos son los dueños de esa industria de la información y por ende los diseñadores de la realidad actual.

Aunque existan varias teorías del porque esta masiva inmigración, lo cierto es que Honduras es un país casi innombrable desde que hace 9 años, vive una de sus peores dictaduras, y que ha sido un perfecto experimento social para controlar a su población mediante las dictaduras “modernas”.

Cifras oficiales de Naciones Unidas develan que el 43,7 por ciento de los más de 9 millones de hondureños viven en pobreza y 23,3 por ciento en pobreza extrema. Este es uno de los motivos por lo que desde hace 20 años la migración hondureña se ha incrementado a países como España y los Estados Unidos.

Organismos no gubernamentales en pro de los derechos humanos de los migrantes, describen que aproximadamente 400 hondureños abandonan a diario su país. Lo que significa que un estimado de más de 100 mil hondureños inmigran anualmente.

Colonia corporativa

Económicamente este país centroamericano ha sido dominado por la agenda financiera de los Estados Unidos. Desde hace un siglo los campos bananeros en la costa norte de Honduras derramaron la sangre por la explotación a la que fueron sometidos sus pobladores por la industria bananera, hoy convertida en el monocultivo de palma africana.

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Palma africana que mantiene su riqueza transnacional, mediante una guerra no declarada entre los que se oponen a que siga la extracción de este recurso natural y los que promueven su desmedida explotación acosta de la vida de los que ahí viven.

La zona norte de Honduras es un camino en donde el narcotráfico de estupefacientes se ha encargado de “modernizar” algunas de sus ciudades, puesto que la impunidad y el escudo gubernamental de la justicia en Honduras, tienen la misión de cuidar este ilícito.

Las autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), enmudecen ante estos hechos que han enlutado a Honduras, en asesinatos, torturas, desapariciones forzadas, criminalización de estudiantes, periodistas y desde hace 11 meses, en el encarcelamiento de ciudadanos que han protestado en contra de esta narco-dictadura.

Y es que la polémica que generó la exfuncionaria que rectó la UNAH hasta el año 2017, al convertir a la máxima casa de estudios en un centro casi penitenciario, en donde los estudiantes son tratados como delincuentes, por cumplir su derecho a protestar, desnudo más la impunidad y la dictadura de este país centroamericano.

Persecución

En universidades de otros países que buscan con ahínco mantener un estatus social equitativo, estudian los hechos que empobrecen la simbiosis social de sus naciones para una pronta solución.

No obstante, en Honduras lo que han promovido las autoridades de la UNAH, es que los estudiantes sean vistos como delincuentes comunes y que sus propuestas en el saneamiento de la estructura social sean tiradas a la basura. Devaluando así los aportes científicos sociales de los universitarios.

Esto se debe en gran parte a que cierta prensa de ese país, a involucionado en simples relaciones públicas para el sistema de gobierno ligado con el narcotráfico y cuyo diseño de la realidad, sea tejido por las mentiras que dictan sus gobernantes.

Esta ex funcionaria de la UNAH ahora es una funcionaria muy cercana del gobierno de turno de Honduras cuyo hermano del presidente de ese país, recientemente la justicia de los Estados Unidos detuvo en Florida, por hacerlo sospechoso de narcotráfico.

Dichas descripciones solo son una breve cronología del sufrimiento en el que está sometido el pueblo de Honduras, y que mantiene viviendo a casi 4 millones de habitantes con un bajo nivel de vida.

Criminalización del periodismo

Quien escribe el presente artículo también fue víctima de persecución política de parte del gobierno dictatorial y sus cómplices académicos, que se esconden en la Universidad como estudiosos de la realidad, pero que en la acción son los torturadores de las nuevas generaciones que se levantan en contra de la maldad que rige a Honduras.

Como periodista internacional, fui acusado de cargos judiciales falsos por parte de las autoridades universitarias que dependen del gobierno de Honduras, cuando hacía una cobertura periodística internacional de una protesta estudiantil en los predios de la UNAH.

Tres meses después un juez determinó mi inocencia y con las pruebas que presentó mi defensa se determinó que el día de los hechos, estuve haciendo una función como periodista internacional, al transmitir en directo lo que ocurrió la noche del 24 de mayo.

Soy testigo del porque huye la gente de Honduras, ya que el sufrimiento de estar en un país secuestrado por el crimen organizado y algunos personajes que se disfrazan de “intelectuales” de la academia, no hacen más que seguir el guion corrupto y asesino de sus gobernantes.

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Como corresponsal internacional levanté una denuncia contra quienes me atacaron en la Universidad Nacional de Honduras, el día que cumplía con mi función de informar, sin embargo, pese a que la Fiscalía de Derechos Humanos en Honduras, posee un video en su poder en donde comprueba la tortura a la que fui sometido, mis detractores son protegidos por la impunidad, pese a que estuve a punto de perder mi vida por ejercer el periodismo esa noche del 24 de mayo de 2017.

Apología del odio

Desde el extranjero hago un llamado a los organismos internacionales de derechos humanos, puesto que algunos medios de comunicación internacionales han levantado una campaña de odio contra los inmigrantes que huyen, de las honduras infernales.

Ya el artículo 14 de la carta universal de los derechos humanos, establece el derecho de asilo para cualquier habitante de este planeta y ese derecho se le esta negando a los que huyen de un Estado secuestrado por el crimen organizado, tal y cual pasa con Honduras.

La Organización de las Naciones Unidas ONU tiene el deber de pronunciarse, contra esta crisis humanitaria que vive Honduras, y que ahora, parte de esa crisis, se ha instalado en Tijuana, siendo esto ya un problema de carácter internacional.

Algunos ciudadanos de Tijuana han sido víctimas de las campañas de la apología del odio que han levantado algunos medios de comunicación, quienes incitan a atacar a los inmigrantes hondureños, quienes huyen para pedir el auxilio internacional.

No obstante, el diseño de la realidad del porque huyen los hondureños, ha sido trastocado por quienes mantienen con fuerza el discurso de odio contra la humanidad.

Derecho al asilo

Es irrefutable el derecho a la migración y por ende cuando en un Estado se pasan condiciones inhumanas que obligan a sus ciudadanos a huir, tal y cual lo han hecho naciones como España en la guerra civil, o las víctimas de la segunda guerra mundial que emigraron hacia los Estados Unidos entre otros.

Por tal motivo, he decidido contar parte de mi historia, puesto que como periodista e vivido personalmente la dictadura, que mantiene secuestrada a Honduras.

Estás crisis humanitaria internacional no se trata de ideologías prostituidas en la derecha o en la izquierda, al contrario, más allá de las etiquetas politiqueras, es recordar que el respeto a la dignidad humana está por encima de cualquier política inescrupulosa que solo busca mantenerse o llegar al poder.

Por ende, como un ciudadano que habita en este nuestro único hogar, la tierra, me aboco a los derechos internacionales para solicitar el respeto al derecho al asilo, que poseen los 7 mil hondureños que desde ya son refugiados.

Las respuestas de enviar tropas militares a los bordes de la frontera sur de los Estados Unidos solo desencadenan en una espiral de violencia en donde están siendo afectados niños, mujeres y hombres, que solo gritan el auxilio internacional mediante un asilo.