Morena y las universidades patito

A juzgar por las reacciones de sus adversarios, está claro que Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador, representa la mayor amenaza para el PRI en el terreno federal y para el PRD en el plano capitalino. El líder de Morena tiene muchos años en campaña y si bien no le han reconocido el triunfo en las elecciones presidenciales, es obvio que cuenta con simpatizantes en todo el país.

Carmen Salinas Cynthia Lopez Castro Morena y las universidades patito
Carmen Salinas y Cynthia Lopez Castro, diputada del PRI.

Por Humberto Musacchio.

Regeneración, 26 de febrero de 2016.- Su más reciente propuesta es la creación de escuelas profesionales que eventualmente pueden agruparse en una universidad. Es discutible que la misión de un partido político sea tomar la mitad del estipendio de sus diputados, alcaldes y otros funcionarios para abrir y sostener centros educativos, pero a juzgar por diversas experiencias, esta jugada, que parece fuera de órbita, puede ser un nuevo éxito del sagaz político tabasqueño.

Por supuesto, no se han hecho esperar las reacciones en contra, especialmente del pestilente PRD, que ve en AMLO una amenaza para sus cochupos y transacciones con la derecha. De ahí que una diputada de los amarillos, Cynthia López, fuera con sus guaruras a una de las llamadas escuelas de Morena y la allanara junto con éstos. Esa actitud es parte de una campaña de violencia contra los morenistas, la que se expresó con la intervención de pandilleros que agredieron una asamblea de Morena en Venustiano Carranza, con saldo de varios lesionados. Por supuesto hay denuncia, pero el Ministerio Público, en los hechos subordinados a Miguel Ángel Mancera, ha sido omiso en éste y otros casos.

La bancada perredista en la Asamblea Legislativa, la misma que dilapidó dinero público para ganar a otros partidos como aliados y marginar a Morena, ahora demanda que se investigue el origen de los recursos con que se crearon las escuelas de López Obrador, pues los del declinante sol azteca suponen, y suponen bien, que las escuelas se crearon “con fines electorales”, lo que hasta donde sabemos no es delito. Por supuesto, la Contraloría de Miguel Ángel Mancera “ya investiga” si han recibido recursos de las delegaciones donde están instaladas. ¿Y si así fuera?

En la campaña contra las citadas escuelas, la persona más beligerante es la citada Cynthia López Castro —ningún parentesco con el excelente diseñador de esos apellidos—, ilustre desconocida que pretende ganar notoriedad con sus arranques de prepotencia y la estulticia de sus declaraciones. Por ejemplo, según ella las escuelas no cubren los requisitos para funcionar legalmente y las tacha de “agravio al sistema educativo del país”.

La pobre señora, quien se ostenta como presidenta de la Comisión de Educación de la ALDF, asegura que los planteles deben contar con personal adecuado, instalaciones higiénicas, seguras y pedagógicas” (sic por las paredes que enseñan), lo que según ella no tienen los cinco centros escolares de Morena.

La señora López, que sepamos, no ha intervenido para mejorar el magro presupuesto de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México ni, por citar otro caso, le conocemos declaración alguna a favor de la asediada y pauperizada Universidad Obrera, institución que tiene tres cuartos de siglo al servicio de los trabajadores y a la que se niega hasta lo elemental para sobrevivir.

Por su parte, Alejandra Barrales, ya totalmente alineada con lo peorcito del perredismo, interrogada sobre las escuelas de Morena, comentó que deseaba evitar el surgimiento de escuelas “que lucren con la expectativa de los padres de familia, de los alumnos, y que después de algún tiempo, de años de asistir a clases, les digan que no se les puede entregar un certificado”. Pero las escuelas de Morena no son un negocio, su registro y regularización están en trámite, de modo que no les viene el saco confeccionado para la ocasión por doña Alejandra.

Lo más triste del caso es que para el perredismo, lo que menos importa es la multitud de jóvenes que cada año se quedan sin escuela. Tampoco importa que de 700 universidades particulares que hay en la capital del país, solamente 35 estén certificadas, según la Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior. Esas cifras exhiben la descarada hipocresía del gobierno capitalino y de sus paniaguados de la ALDF. No les importa la educación, sino cerrarle el paso a quien amenaza sus canonjías. Pero se trata de los estertores de un moribundo político. Nada más.