A menos de un año de ser proclamada la Revolución Mexicana, el 15 de octubre de 1911 se celebraron elecciones extraordinarias para elegir al nuevo presidente.

Anteriormente, el 10 de julio de 1910, el general Porfirio Díaz Mori se reelegía para ejercer su octavo mandato en la Presidencia de la República.

Con Madero en prisión, acusado por un conflicto agrario que ocultaba la verdadera razón de su cautiverio.

Pocas semanas más tarde, Madero era liberado bajo fianza y en septiembre cruzaba la frontera para instalarse en San Antonio, Texas, desde donde ideó y definió su eje de lucha. 

Once meses después de batalla revolucionaria, el 15 de octubre de 1911 llegó el día esperado por miles de votantes.

Durante la jornada electoral en la Ciudad de México no se registraron incidentes.

Fue notorio el orden y la limpieza en el proceso.

Alrededor de las 18:00 horas, llegó a su fin la jornada.

Luego del conteo de votos, se estimó en 18,826 el número de votantes que acudieron al llamado de elección, el 69.73% del padrón registrado

La fórmula Madero-Pino Suárez arrasó en la mayoría del territorio nacional además de la capital.

En cada padrón electoral hubo estruendosas ovaciones al comprobarse que Madero había resultado triunfante y sería el próximo presidente de México.

Su victoria fue símbolo de éxito para la lucha revolucionaria que se desarrollaría durante nueve años más a lo largo del país.

No obstante, El 22 de febrero de 1913, el general Victoriano Huerta traicionaría al presidente Madero y al vicepresidente Pino Suárez, dando la orden de que fueran asesinados detrás de la Penitenciaría de Lecumberri.