Umberto Eco se une a clamor por justicia en Ayotzinapa

Desde el extranjero más voces, entre ellas la de Umberto Eco, se suman al esclarecimiento del caso de los normalistas de Ayotzinapa

 

Regeneración, 13 de octubre, 2014. El escritor Umberto Eco fue captado expresando su apoyo en una manifestación por justicia en el caso de la desaparición de los 43 normalistas en Ayotzinapa.

El también semiólogo mencionó haber leído en la prensa italiana lo ocurrido en Guerrero.

Eco se acercó, solidario, al grupo de mexicanos que exigen la aparición con vida de los estudiantes de Ayotzinapa.

Cada vez que Gracia leía la lista de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos se le hacía un nudo en la garganta. Gritaba uno a uno cada nombre, haciendo pausas para que sus compatriotas respondieran a todo pulmón: “¡Los queremos de regreso!”

Ahí estaba, en pleno centro de Milán, junto al grupo de mexicanos que viven en Italia y que gracias a las redes sociales habían logrado ponerse de acuerdo para manifestarse por los recientes hechos en Iguala, Guerrero, que tienen a México en vilo.

La cita en el norte de Italia fue en Piazza Cardusio, a unos pasos de la majestuosa catedral de Milán, conocida como el Duomo.

Los mexicanos viajaron y se encontraron para protestar por el caso de aquellos muchachos de los que no se tiene noticia desde el pasado 26 de septiembre, es decir, desde hace dos semanas.

Rutilio Trinidad, un poblano que vive en Binasco (una localidad en la provincia de Milán), llegó con su cartulina y sus ganas de gritar para informar lo que pasa en el país que dejó hace apenas un año.

“Yo siento una impotencia tremenda, porque por un lado, México es un país con enormes recursos pero toda la violencia que hay sólo nos atrasa”, afirmó durante el encuentro.

A Rutilio se le pone la piel chinita cuando recuerda que los estudiantes desaparecidos no pasan de los 22 o 23 años, pues le vienen a la mente las imágenes de sus hijas que también son universitarias y que están en México, porque ellas no dudan en manifestarse si acaso no están de acuerdo con las imposiciones de las autoridades.

Lo mismo le ocurre a Alejandro Hernández, ingeniero mecánico de 25 años que empezó su carrera en la Universidad de Chapingo y que vino a terminar a la Universidad de la Sapienza, en Roma. Desde hace algunos meses, se trasladó a Milán porque encontró un trabajo mejor del que ya había conseguido en la llamada ciudad eterna.

“43 studenti messicano sono scomparsi”, se lee en la cartulina de Elisa Sánchez que trata de informar a los paseantes lo que ocurre en México con los estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa.

Ella lleva apenas seis meses en esta parte del mundo, pero le urge dar a conocer los problemas que existen en México.

“Lo que no soporto es la indiferencia y eso, desgraciadamente, en México abunda. Yo trato de poner mi granito de arena, no sé si pueda ayudar, pero lo voy a intentar. Ya no nos podemos quedar callados”, dice esta joven contadora que vive todavía más al norte de Milán, en una ciudad que se llama Treviglio.

No muy lejos de donde están reunidos, un grupo toca La Bamba y por momentos se retoma la alegría, aunque la tristeza de los hechos en Iguala es más fuerte.

Los compatriotas siguen llegando y para antes del mediodía ya suman una cuarentena. Todos quieren participar. Hay quienes reparten moñitos negros, quienes comparten su cartulina a los que no llevaron.

Otros tratan de idear la mejor manera para resumir la versión  que ellos creen: que 43 estudiantes fueron secuestrados por policías y entregados a un grupo criminal que recibía órdenes de un presidente municipal y de su esposa que ahora están en fuga.

Hasta para Yesenia de la Rosa, una chiapaneca naturalizada italiana, pues lleva más de 20 años aquí, le resulta difícil explicar con su excelente italiano todo lo que ha destapado este caso.

Parece que la mejor manera de resumirlo es con el mensaje: “Queremos justicia” y “Todos somos Ayotzinapa”, para seguir con la lectura de los nombres de los 43 estudiantes desaparecidos.

Andrea Landaverde, otra mexicana, originaria de Pachuca, que en esta parte del mundo lleva 22 años, lo ve claro: México está viviendo una autodestrucción y, aunque es triste, no cree que algún día regrese al país que la vio nacer, pues siente y sabe que sus hijos están más seguros aquí, en territorio europeo.

“Aquí (en Italia), gracias a Dios pueden estar libres. Hasta mi mamá nos dice que mejor nos quedemos por acá”, cuenta Andrea.

A su vez, Virginia Ortega, originaria del Distrito Federal, pero quien vive en Como desde hace nueve años, hizo una cartulina en la cual se lee (en italiano): “Ser estudiante o periodista en México es peor que ser delincuente”.

Así, como a todos, le aterroriza lo que está pasando en su país, pero confía en que este tristísimo caso ayude a concientizar a la población.

“Yo espero que esto sea un basta. La indiferencia es lo que tiene que acabar. Yo no quiero para mis hijas esta costumbre a la violencia con la que viven ya en México”.

La gente se acerca a los manifestantes mexicanos, les hace preguntas, les toma fotos.

El nombre de México, o Messico como se dice en italiano, a más de dos le trae buenos recuerdos. Las caras cambian cuando se les explica lo que está pasando.

 

Con información de Excélsior