Jornaleros ganan un peso por bote de tomates, trabajan largas jornadas en pésimas condiciones

La gran mayoría de jornaleros sale de los municipios más pobres del país: Metlatonoc y Cochoapa el Grande: de acuerdo con el Inegi en estos lugares 75% de sus pobladores viven en pobreza extrema.

Regeneración, 29 de noviembre de 2017.- En la Montaña de Guerrero, 19 municipios salen cada año al norte del país alrededor de 10 mil personas que van en busca de ingresos, por un periodo de seis meses.

El Consejo de Jornaleros Agrícolas de la Montaña hizo un registro hasta el 24 de noviembre de unos 5 mil jornaleros, con todo e hijos. Durante el mes de septiembre salieron mil 311, en octubre salieron 701 y en noviembre van mil 800, un total de 3 mil 812, quienes partieron en 79 camiones, además de estos se suman otros mil que no están registrados en el Consejo, retomando información de El Universal.

Los jornaleros migran desde septiembre para volver en enero.

Hace 11 años que el Consejo se dedica a registrar a los jornaleros y a darles ayuda: un poco de comida caliente, un sitio donde dormir, donde bañarse y algo de alimento para el camino.

JORNALEROS SALEN DE LOS MUNICIPIOS MÁS POBRES

Ahí se concentran la mayoría de jornaleros, pero no todos; pues algunos salen directo por órdenes de las empresas o por urgencia. La gran mayoría sale de los municipios más pobres del país: Metlatonoc y Cochoapa el Grande: de acuerdo con el Inegi en estos lugares 75% de sus pobladores viven en pobreza extrema.

LOS JORNALEROS

Arnulfo Francisco tiene 30 años de edad, pero parece de 40: su rostro está demacrado, con arrugas y ojeras profundas. A las 12 de la tarde de viernes 24 de noviembre; está sentando en un rincón de la Unidad de Servicios Integrales (USI), la sede del consejo. Está con Julia su esposa y sus hijas Francisca de 8 años de edad; Maurilia de 6 y Abrelia de 4.

Ellos esperan a que salga un autobús que los lleve a Culiacán, Sinaloa, para trabajar en el corte de chile morrón, jitomate y pepino, no tienen conocimiento de a que campo llegarán, pero lo importante para ellos es salir a trabajar.

Una noche antes, Arnulfo llegó con su familia a la USI de Cochoapa el Grande. Los cinco lucen sucios, con la ropa percudida, gastada por el tiempo y descolorida por tanto sol. Están listos para partir: al pie tienen unos costales llenos de ropa, algunos trastes y algo de maíz.

Para Arnulfo ir a Culiacán es de las pocas opciones que tienen para obtener algo de dinero en los próximos meses. Él y su esposa trabajarán de 7 de la mañana a 4 de la tarde de lunes a sábado. Sus hijas irán a la escuela o se quedarán solas en su cuarto esperándolos, aunque está la posibilidad de que trabajen también.

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GANARÁN 120 PESOS

Cada día ganarán 120 pesos. Ese dinero, dice Arnulfo, nadie se los dará en su pueblo, donde no hay trabajo, ni quien lo emplee por tanto tiempo.

Donde lleguen, dice, tendrán que cuidar los 240 pesos: evitarán comprar en la tienda que está dentro del campo y ahorraran lo más que puedan. Aunque saben que regresaran con poco en las bolsas.

Arnulfo es jornalero desde hace 18 años, a los 12 salió por primera vez con sus padres y desde entonces no falla ningún año.

Flores Sánchez, es coordinador en el Consejo de Jornaleros Agrícolas de la Montaña, desde septiembre pasa todos los días en la USI esperando a que lleguen los jornaleros. Él lleva el registro.

Flores está considerando dejar el consejo porque la Secretaría de Asuntos Indígenas del gobierno de Guerrero le debe cinco quincenas por la beca que les da por atender a los jornaleros día y noche. Por la falta de pago, dice Flores, ya se endeudó con 4 mil pesos.

Flores también es jornalero, sabe las condiciones en las que se van, en las que viven y en las que trabajan. No olvida lo que significa a travesar el país, de sur a norte, en 36 horas de camino, ir apretado, con los hijos sobre las piernas o incluso parados.

LLEGAN SIN NINGUNA CERTEZA LABORAL

El hombre explica que los jornaleros llegan a los campos sin ninguna certeza laboral, no firman ningún contrato y las condiciones siempre son adversas. Las jornadas de trabajo son prolongadas y extenuantes.

La estancia de los jornaleros varía: algunos llegan a sembrar y les pueden pagar por día de 120 hasta 150 pesos. Cuando llega la hora de corte la forma de pago cambia. Les pagan por bote. Por ejemplo, cuenta Flores, por cada bote de jitomate les pagan un peso. Cada bote lo tienen que llenar con 40 jitomates. Los más hábiles logran recolectar 120 botes al día.

EL DINERO QUE GANAN LO DEJAN EN EL MISMO CAMPO

Ese dinero se puede quedar en el mismo campo, pues los jornaleros en sus días de trabajo salen muy poco, así que tienen que comprar en las mismas tiendas que montan los dueños, aunque esté más caro. Una Coca-cola, recuerda Flores, cuesta de 3 a 4 pesos más que su precio establecido; lo mismo pasa con una bolsa de papas fritas, que son lo que más consumen. Los demás lo gastan en comida.

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60% SON MENORES DE EDAD

El Consejo tiene registrado que 60 por ciento de los que migran son niños menores de 14 años. La mayoría salen a trabajar de jornaleros “enganchados” a través de engaños: les ofrecen buenos sueldos, estancias dignas y que sus hijos continuaran estudiando. Cuando llegan, no encuentran nada de eso. Les pagan 120 pesos por un día de trabajo bajo el sol inclemente; dormitorios indignos y muchos de los niños nunca pisan las escuelas y, en cambio, se convierten en jornaleros.

La comunidad de Ayotzinapa está a una hora y 20 minutos de Tlapa. Desde uno de los cerros más altos que la rodean se miran las decenas de casas de material. Son viviendas construidas por el trabajo que realizaron sus habitantes afuera, a miles de kilómetros.

Ayotzinapa está construida por jornaleros

Por sus angostas calles, llenas de tierra, caminan las pocas personas que aún quedan. Las mujeres lo hacen con vestimenta de jornalera: un suéter, un pantalón debajo de una falda. Así visten, porque es más cómodo a la hora de moverse en los surcos.

Ayotzinapa se despuebla cuando comienza la temporada del corte en el norte del país. Ahora, por momentos se escucha un silencio acompañado por el viento que apacigua. En las casas en estos días se van quedando los adultos mayores y los niños.

LA MAYORÍA DE LOS JORNALEROS TIENE PROBLEMAS DE SALUD

Alejandro Morales es médico en la USI, el explica que muchos de los jornaleros con el paso de los años tienen problemas de diabetes.

“En los campos lo que más toman es Coca-cola; las entierran donde inicia el surco y cuando regresan, lo primero que hacen es tomarle”. La mayoría de los jornaleros tienen la espalda atrofiada.

Los niños también sufren: “Se van flaquitos por no comer, luego los ves barrigones, allá se la pasan tomando refresco y comiendo Sabritas”.

En los niños hay efectos letales. En septiembre de 2013 al consultorio de Morales llegó una familia que tuvo que regresar de un campo de Zacatecas porque un camión atropelló a dos de sus hijos. El pequeño de 2 años murió y al otro, de 7, se le quebró la columna vertebral.