Investigadores demostraron a través de una serie de pruebas químicas muy rigurosas que un fósil de hace 715 millones de años pertenece a un hongo filamentoso.
Regeneración, 23 de enero de 2020. Un fósil de hongo que data de 700 millones de años se ha convertido en el más antiguo que se conoce, lo que atrasa el surgimiento de estas especies en la Tierra en 240 millones de años sobre lo pensado.
Dos trabajos recientes han arrojado información sobre qué hacían los hongos antes de hace 400 millones de años.
El origen y la evolución del reino de los hongos siguen siendo algo misterioso, solo el 2% de las especies han sido identificadas, y su naturaleza delicada hace que los fósiles sean extremadamente raros y difíciles de distinguir de otros microorganismos.
Nuevo fósil de hongo
Cabe mencionar, que, hasta el momento, el fósil de hongo confirmado como más antiguo tenía 460 millones de años, pero un grupo de investigadores dirigidos por el profesor Steeve Bonneville, de la unidad de investigación de la Facultad de Ciencias de la Universidad Libre de Bruselas, ha descubierto un nuevo fósil de hongo, el más antiguo que se haya identificado por sus características moleculares, de acuerdo con una publicación de la revista ‘Science Advances’.
What Neolithic teeth are showing us about the lives of prehistoric individuals, exploring the origins of fungi, and new flexible magnetic technology that could be used in e-skins.
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— Science Advances (@ScienceAdvances) January 22, 2020
Dicho estudio se realizó con la ayuda de varios grupos del Centro de Microscopía e Imágenes Moleculares (CMMI-ULB, por sus siglas en inglés) en estrecha colaboración con la profesora Liane Benning, del German Research Center for Geoscience (GFZ Potsdam) y con el apoyo de otras instituciones extranjeras, como el sincrotrón Diamond Light Source del Reino Unido y la Carnegie Institution for Science de Washington.
Restos fosilizados de micelio
Los restos fosilizados de micelio (una red de hebras microscópicas interconectadas) fueron descubiertos en rocas cuya edad oscila entre 715 y 810 millones de años, una época en la historia de la Tierra cuando la vida en la superficie de los continentes estaba en su infancia.
Las rocas se encuentran en la República Democrática del Congo y forman parte de la colección del Museo de África en Tervuren, se formaron en un entorno de laguna o lago costero.
«La presencia de hongos en esta área de transición entre el agua y la tierra nos lleva a creer que estos hongos microscópicos fueron socios importantes de las primeras plantas que colonizaron la superficie de la Tierra hace unos 500 millones de años», explica Steeve Bonneville.
Los fósiles de hongos anteriores se habían identificado solo en función de la morfología de los restos orgánicos extraídos de las rocas utilizando compuestos de ácido corrosivo.
«Este método daña la química de los fósiles orgánicos y solo permite el análisis morfológico, lo que puede conducir a interpretaciones incorrectas porque ciertas características morfológicas son comunes a las diferentes ramas de los organismos vivos», agregó Bonneville.
Múltiples técnicas de análisis molecular
Por esta razón los autores de este nuevo estudio utilizaron múltiples técnicas de análisis molecular a escala microscópica, desde espectroscopía de radiación sincrotrón a distintas microscopías, con las que fue posible estudiar la química de los restos orgánicos ‘in situ’, sin tratamiento químico.
Esto permitió a los investigadores detectar rastros de quitina, un compuesto muy resistente que se encuentra en las paredes celulares del hongo.
También demostraron que los organismos eran eucariotas, es decir, sus células tenían un núcleo.
«Solo mediante la correlación cruzada de análisis químicos y microespectroscópicos podríamos demostrar que las estructuras encontradas en la roca vieja son de hecho restos de hongos de aproximadamente 800 millones de años», añade Liane Benning.
«Este es un descubrimiento importante, y uno que nos lleva a reconsiderar nuestra línea de tiempo de la evolución de los organismos en la Tierra El siguiente paso será mirar más atrás en el tiempo, en rocas aún más antiguas, en busca de evidencia de esos microorganismos que realmente están en los orígenes del reino animal», concluye Bonneville.