Ancianos trabajan en la informalidad por falta de recursos y seguridad social

96.2% de los cuatro millones 722 mil adultos mayores que trabajan en nuestro país carece de seguridad social por estar empleado en actividades informales.

Regeneración, 27 de agosto de 2017.- De acuerdo con el estudio Situación de las personas adultas mayores en México que realizó el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), de este 92.6% de los adultos mayores que trabajan, sólo el 3.8% se emplea en sectores de la economía formal.

TRABAJO NO REMUNERADO
La actividad más frecuente de las adultas mayores es el trabajo no remunerado. Un 62.8% de ellas se dedican a los quehaceres domésticos, actividad que muy probablemente han desarrollado toda su vida, y la cual realiza solamente 8.0% de los hombres.

Sólo el 8.7% de las mujeres adultas mayores está pensionada o jubilada, o recibe pensión por viudez, situación en la que se encuentra una cuarta parte de los hombres.

“Cabe resaltar que la población de adultos mayores sigue trabajando ante la necesidad de apoyar económicamente a su familia o el deseo de seguir activos”, aseguró la maestra Graciela Casas Torres, quien es coordinadora de Centros de Estudios de Trabajo Social de Gerontología de la Escuela Nacional de Trabajo Social.

“Son personas que no tuvieron buenos empleos, que tuvieron trabajo informal”, señaló.

La Ciudad de México es en donde se concentran la mayor cantidad de adultos mayores con empleos formales y prestaciones, pues de los cinco millones 180 mil afiliados al Inapam, 18 mil cuentan con un empleo con garantías laborales, informó Aracely Escalante Jasso, directora del organismo.

Las cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, revelan que el número de habitantes con 60 años o más llega a 14 millones, cifra que representa más de 10% de la población; sólo una cuarta parte recibe pensión.

Del sistema de pensiones se dejó fuera “a quienes trabajan en el campo, en el sector informal de la economía, las subempleadas y las desempleadas. Por tanto, la población de la tercera edad que tiene acceso a una pensión es pequeña”, explicaba Roberto Ham Chande, doctor en Demografía por la Universidad de París X Nanterre, quien ha escrito diversos libros y artículos sobre el envejecimiento.

Para entender este fenómeno de inseguridad social en el que se encuentra casi 75% de los adultos mayores, la maestra Adriana Meza Calleja de la Universidad de Guadalajara, entrevistó a 87 vendedores ambulantes del centro de la ciudad tapatía, donde la mayoría consideró su trabajo como un instrumento fundamental para obtener recursos y que debían realizar los siete días de la semana para obtener, en promedio, cuatro mil 759 pesos mensuales.

Sólo 31.3% tuvo seguridad social en alguno de sus trabajos anteriores y al analizar estas trayectorias por género, se encontró una brecha todavía más amplia en las mujeres, pues 85.9% no tuvo dichas prestaciones en empleos anteriores, por lo que no tienen pensión, acceso a crédito hipotecario, a alguna institución de salud o a protección social.

En el caso de quienes sí tuvieron seguridad social en algún empleo anterior, se les preguntó si esto se tradujo en una pensión para su jubilación, a lo que 94.4% respondió de manera negativa.

“El hecho de que los adultos mayores vendedores ambulantes tengan como punto en común las trayectorias laborales informales trae como consecuencia que este grupo sea vulnerable”.

“Debido a esto, la gran mayoría de ellos en ningún momento de su vida laboral se encontraron afiliados a algún sistema de protección social que les permitiera ser derechohabiente de una institución de salud, cotizar para en un futuro contar con un fondo económico para retirarse de la vida laboral y tener derecho a otras prestaciones sociales. ¿Cuál es el resultado de esto? Adultos mayores sin ninguna certeza económica para el futuro”, concluyó la maestra Meza Calleja.

SU OPCIÓN PARA SOBREVIVIR: MENDIGAR 

La única certeza que acompaña a Egipto Tzec, de 68 años, es que, al acabársele las fuerzas para trabajar como albañil, su única opción para sobrevivir será mendigar.

El adulto mayor, originario de Yucatán, quien tiene 54 años en el oficio de albañilería, asegura que, al no contar con servicios de seguridad social, ni tener el apoyo de sus cuatro hijos, se coloca en las rejas metálicas de la Catedral Metropolitana, de la Ciudad de México, en la espera de conseguir trabajo.

Con un letrero pintado a mano, en el que recita sus talentos de albañilería: pegar azulejo, colocar yeso y pintura de paredes, espera pacientemente.

Él es parte de la estadística de la Ciudad de México en la que 45% de la población mayor de 60 años se desempeña como obrero, jornalero, peón o ayudante de construcción. Sus carencias se suman a las estadísticas de vulnerabilidad al asegurar que se encuentra solo y ser analfabeto.

“No tengo nada de ayuda. Cuando ya no pueda trabajar pediré limosna. No nos queda otra cosa por hacer”, declaró Tzec.

De origen maya, Egipto confiesa que no saber leer ni escribir le dificulta el conseguir trabajos, debido a que pide a los clientes que lo lleven a los domicilios donde quieren que trabaje para no perderse.

Con información de: Instituto Nacional de las Mujeres