Te Deum del 25 de mayo por 215º aniversario de primera Junta de Gobierno Argentina, Orador único, Monseñor García Cuerva lanzó duras críticas sociales

Regeneración, 26 de mayo de 2025. En el tradicional Te Deum del 25 de mayo con motivo del 215º aniversario de la primera Junta de Gobierno Argentina, Monseñor Jorge Ignacio García Cuerva invitó a recuperar la fraternidad y la esperanza.
Esto, por medio de lo que portales argentinos denominan un duro repaso de la situación social ante Javier Milei y sus ministros.
Te Deum, «A ti, Dios», Himno litúrgico solemne de acción de gracias de la Iglesia católica.
Argentina
Así, el arzobispo Jorge García Cuerva señaló en el acto solemne querer «ser un aporte, a la luz de la Palabra de Dios, para la reflexión de todos los actores de la sociedad argentina”.
Sin embargo, sabiendo que “luego, algunas frases puedan ser tomadas de manera aislada para querer alimentar la fragmentación”.
Seguidamente tomó un texto del evangelio según Marcos, para indicar que “experimentamos que se está muriendo la fraternidad” en la Argentina.
“Se está muriendo la tolerancia y el respeto; y si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro, se mueren las esperanzas de forjar una Argentina unidad, una Patria de hermanos”.
Seguidamente asentó que «nos mintieron muchas veces y nos hicieron perder las ganas de participar”.
Esto es “años de promesas incumplidas y estafas electorales nos hicieron perder las ganas de participar, nos hicieron perder el entusiasmo de involucrarnos».
Esto es, hasta de cumplir con el deber ciudadano de ir a votar, porque pensamos: ‘otra vez lo mismo, nada va a cambiar’; sentimientos e ideas que afloran cuando se experimenta que nos mintieron muchas veces”.
Marginalidad
Añadió además “nuestro país también sangra: tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión; tantos adolescentes y jóvenes víctimas del narcotráfico que en algunos barrios es un estado paralelo».
Relató asimismo, tantas personas que están en situación de calle; las familias que sufrieron las inundaciones; las personas con discapacidad».
«…, madres que ya no saben qué hacer y cómo evitar que sus hijos caigan en las garras de la droga y el juego; los jubilados que merecen una vida digna, con acceso a los remedios y a la alimentación».
Y sentenció:
«…, herida esta que sigue abierta y sangra hace años, pero que como sociedad tenemos que curarla pronto”.
Al tiempo que llamó a soluciones reales y actuales al problema de las pensiones.
«Muchos podrán ser los responsables de esta triste situación, pero la oportunidad que tenemos nosotros de resolverla es hoy, ¿cuántas generaciones más y hasta cuándo deberán reclamar por jubilaciones dignas?”.
Continuando con su diagnóstico García Cuerva afirmó que
“Argentina sangra en la inequidad entre los que se laburan todo, y los que han vivido de privilegios que los alejó de la calle, de los medios de transporte público…»
«..,, de saber cuánto valen las cosas en un supermercado; alejados de la gente de a pie, no sienten su dolor, ni sus frustraciones…»
«…, pero tampoco se emocionan con sus esperanzas y su esfuerzo diario por salir adelante».
Hacer
Y ante el dolor, a veces, (…) decimos (…) ya no hay nada que hacer, transformándonos en agoreros de malas noticias, en profetas de calamidades, incluso escuchando todo el tiempo a los que envenenan el alma remarcando siempre lo que está mal, lo que falta”.
“Hemos pasado todos los límites”
Incluso habló del círculo de violencia, “los que difaman, desprecian o critican destructivamente a una persona, a una entidad, o una obra; los que odian y justifican su desprecio».
«...; el terrorismo de las redes, como decía el Papa Francisco” aseveró.
Agregó que “hemos pasado todos los límites, la descalificación, la agresión constante, el destrato, la difamación, parecen moneda corriente”.
Al tiempo que citó al papa León XIV a los representantes de los medios de comunicación a quienes les pidió decir “no a la guerra de las palabras y de las imágenes”.
Cabe destacar que el arzobispo García Cuerva pidió: “tenemos necesidad de diálogo, de forjar la cultura del encuentro, de frenar urgentemente el odio”.
Nos demos otra oportunidad. No podemos construir una Nación desde la guerra entre nosotros y dijo que todo acto de violencia es condenable, y quiebra el tejido social”.
“Tomarnos de la mano y tirar para adelante reconociendo que el que tengo a mi lado es un hermano, no un enemigo o un ser despreciable a vencer”.
Memoria
Por otra parte, se subraya que citó también al escritor Elie Wiesel, Premio Nobel de la Paz y sobreviviente de los campos de exterminio nazis.
“…,es imprescindible realizar una transfusión de memoria».
«Porque la memoria no sólo nos permitirá que no se cometan los mismos errores del pasado, sino que nos dará acceso a aquellos logros que ayudaron a nuestro pueblo a superar las encrucijadas históricas que fue encontrando.”
Asimismo, se refirió a imaginar “el abrazo que nos debemos los argentinos, el abrazo que negamos al que piensa distinto, o al que tiene otras costumbres o modo de vivir».
Esto es, «el abrazo que no compartimos con los que sufren, incluso los abrazos que no nos pudimos dar durante la pandemia” para avanzar ”unidos, como pueblo, más allá de las legítimas diferencias”.
Paralizados por el odio y la descalificación
A modo plegaria el arzobispo el arzobispo dijo entonces
“Argentina, levántate, ponete de pie, vos podés, basta de arrastrarnos en el barro de las descalificaciones y la violencia, basta de vivir paralizados en el odio y el pasado…«
«…, basta de estar con la esperanza por el suelo; es hora de ponerse de pie, unidos, no a los empujones en un ‘sálvese quien pueda’, no a costa de los demás, o dejando a muchos al costado del camino de la vida».
«Es con todos, mirándonos a la cara, porque nuestras decisiones y políticas públicas tienen que tener rostros concretos, historias reales que nos tienen que conmover”.
Sentenció el arzobispo de Buenos Aires, además que “muchos hermanos tienen hambre de pan, revuelven basura buscando qué comer, pero todos tenemos hambre de sentido de vida, hambre de Dios».

Nos hemos acostumbrado a comer el pan duro de la desinformación, dijo.
Esto es «el pan viejo de la indiferencia y la insensibilidad; estamos empachados de panes sin sabor, fruto de la intolerancia; el pan agrietado por el odio y la descalificación».
«Tenemos hambre de esperanza capaz de despertar la ternura y sensibilizar el corazón abriendo caminos de transformación y conversión”.
Francisco
Finalmente, recordando al Papa Francisco, el prelado subrayó que nadie puede limitarse a ser un espectador porque todos.
Es decir, dijo, porque, todos “desde el más pequeño hasta el más grande” tienen un papel activo en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada.
Misma, a partir de la participación, la responsabilidad personal y social.
Y pidió “comencemos a caminar unidos, a caminar dialogando, a caminar hermanados, a caminar con esperanza”.
“…, las nuevas generaciones y nuestros hijos, se merecen que les dejemos un país curado, un país reconciliado, un país de pie y con horizontes”.
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