El Plantón y la fábrica de mentiras

El Plantón y la fábrica de mentiras

Es un lugar común decir que el principal error de Andrés Manuel López Obrador ha sido el Plantón sobre Reforma para protestar por el fraude electoral de 2006.

Esa cantaleta se repite cuando se agotan los argumentos de líderes de opinión, adversarios políticos y ciudada­nos en general. Sin embargo, cuáles eran las opciones del movimiento frente a la negativa de recontar los votos para demostrar el fraude.

a. Como hace cien años hizo Madero, convocar a un levantamiento armado con el argumento de que el camino democrático se canceló con el fraude. Era muy alto el costo humano y económico; y el resultado, incierto.

b. Resignarse y aceptar el fraude; pactar con la mafia del poder y reconocer con realismo al gobierno usurpador a cambio de espacios políticos y beneficios económicos. Esa es la postura de Nueva Izquierda y amigos.

c. Engañarse y decir que en México hay una democracia imperfecta y aceptar que el bienestar de una minoría rapaz se sustente en la violación de la Constitución y de los derechos de 112 millones de habitantes.

d. Iniciar un movimiento de resistencia civil que respondiera al golpe de estado técnico que significó el fraude electoral. Realizar una movilización que reivindicara la capacidad de lucha de millones de ciudadanos canalizán­dola por una vía política evitando así la violencia y el enfrentamiento social. El plantón ayudó a que no se invisibili­zara la protesta en la televisión y probar que no había normalidad democrática en el país.

¿Qué opción les parece la mejor? ¿Hubiera sido un acierto permitir la violencia, someterse a la dictadura, no defender la Constitución o no exigir democracia? Después de cuatro años, es tiempo de mirar con distancia y aceptar que la expresión de la parte más racional y civilizada estuvo representada en el plantón (ni un solo vidrio roto y la tenaz persistencia en la resistencia civil pacífi­ca). De haberse respetado la legalidad, no hubiéramos caído en la actual espiral de violencia y en la descomposición social. Sólo hay que pensar.

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