Los obreros que transformaron Buenos Aires

Cuando el movimiento inició, la consigna era “Ocupar, Resistir, Producir”. En el 2016, los trabajadores de Buenos Aires siguen haciéndolo.

Los obreros que transformaron Buenos Aires mesero hotel bauen

Por Matt Kennar y Anna Caistor-Arendar para The Guardian.

Regeneración, 11 de marzo de 2016.- Las muchas cooperativas de la capital argentina han demostrado que los movimientos del llamado “Occupy”, no fuera una simple respuesta a la crisis económica –también eran modelos de negocio sostenibles. ¿Qué las amenaza ahora?

El hotel Bauen en el centro de Buenos Aires parece haber dejado atrás sus mejores días. El interior Art Deco se está derrumbando, tres de los ascensores ya no funcionan y no le vendría mal una capa de pintura. No parece ser el centro de, quizá, uno de los más exitosos movimientos de ocupación de trabajadores en el mundo.

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La fachada del hotel Bauen.

Bauen se abrió en 1978, gracias a un subsidio no despreciable de la junta militar de aquel momento y su objetivo era proporcionar hospedaje de 5 estrellas a los viajeros de la Copa Mundial que tuvo lugar en el país sudamericano ese mismo año. El hotel de 22 pisos tuvo muchos altibajos en los años siguientes antes de ser declarado en banca rota en 2001. Dos años después, los trabajadores ocuparon el hotel en pausa, tomaron control de sus operaciones e hicieron hasta lo imposible por hacerlo funcionar ellos mismos.

Fue la última pieza del dominó en el floreciente movimiento de Empresas recuperadas, que comenzó a finales de los años noventa y que cobró fuerza en las secuelas de la crisis financiera tan catastrófica del 2001, cuando Argentina se enfrentó a la banca rota de la mayor deuda pública en la historia del mundo.

En ese momento, los trabajadores regresaron a las fábricas que habían quedado vacías después de que las empresas quebraran. Conforme se declaraban las banca rotas, los trabajadores tenían que ganar a través de la corte, el derecho de tomar posesión de la propiedad y de las máquinas. El movimiento consiguió muchos éxitos posteriores, y fue retratado en el famoso documental de Naomi Klein y Avi Lewi “The Take”, “La toma”.

Cuando el movimiento inició, la consigna era “Ocupar, Resistir, Producir”. En el 2016, los trabajadores de Buenos Aires siguen haciéndolo. El Hotel Bauen ya lleva mas de una década bajo control de los trabajadores, como muchos otros negocios de Buenos Aires.

El éxito de este modelo, por supuesto, tiene implicaciones mucho más allá de Buenos Aires. A pesar de que el Movimiento Occupy en los Estados Unidos y en el Reino Unido capturó la atención pública en el 2011, su efecto se desplomó no mucho después de que apareció, y hoy parece ser sólo una vieja historia. Conforme las ciudades alrededor del mundo se entregan a los intereses de las corporaciones y venden su espacio público, Buenos Aires es un ejemplo de una tendencia a la inversa: la captura y retención de sus ciudadanos de sus propios espacios.

Pero más importante es que el movimiento cooperativista se ha diversificado para tomar no solamente hoteles como el Bauen, sino restaurantes, recolección de basura, construcción, salud, educación, medios y transporte. No todos han sido exitosos, pero en general ha funcionado. Sin embargo ahora, muchos están preocupados porque el nuevo presidente argentino Mauricio Macri podría poner un alto a estos modelos.

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Armando Casado, un mesero de 66 años que sirve bebidas y comida en el hotel, ha trabajado ahí por más de 25 años. Lo ha visto bajo gestión tanto privada como obrera.

“Antes era un trabajo como cualquier otro,” comenta con un dejo de nostalgia. “Había un dueño, un jefe, había un organigrama para tratar de hacerte más efectivo. Aquí tienes libertad –pero necesitas ser efectivo. “No es tan eficiente como antes, pero tenemos más libertad.”

En 2014, había 311 negocios ocupados en Argentina, con cerca de la mitad ubicados en Buenos Aires, de acuerdo con el Programa abierto de la Facultad de Buenos Aires. De ellos, cerca de la mitad han surgido después de 2004, cuando el país ya se encontraba camino a su recuperación. Esto es un indicador, concluyeron investigadores, de que el modelo ha podido probarse como exitoso más allá de una respuesta inmediata a la crisis financiera. Ahora comienza a verse como un modelo de negocios viable y sostenible, incluso en mejores tiempos. Ellos concluyen que el movimiento es de hecho una rebelión de los trabajadores “contra el fatalismo de la economía y la ideología del capitalismo neoliberal.”

Mientras que las “Fábricas tomadas” atrajeron mucha de la atención alrededor del mundo, Buenos Aires tiene ahora muchos negocios, -no sólo fábricas, que proveen de todo tipo de servicios y productos. Puedes estar en un restaurante y notar que los palitos de pan están hechos por una cooperativa, o estar en la calle y notar que el recolector de basura es parte de otra cooperativa. Las ocupas argentinas no ólo han sido un éxito por más de una década, sino que se siguen expandiendo. ¿Cómo lo lograron?

Si tuviera que resumir la variable principal para el éxito de las fábricas recuperadas en Argentina, sería la desesperación,” dice Esteban Magnani, un periodista argentino que escribió el único libro sobre el fenómeno disponible en inglés. “El cambio silencioso, las fábricas recuperadas en Argentina”.

Cooperativa de Lana Fábrica tomada por trabajadores

“En los años 90 no había alternativas para los trabajadores, y ser despedido del trabajo significaba el final. Así que cuando tienes un montón de gente desesperada empiezas a construir un sistema para recuperar fábricas.”

Otro elemento que ayudó al movimiento fue que, bajo la administración de los presidentes de izquierda Néstor y Cristina Kirchner, no tuvo a un gobierno hostil en el poder.

“Los gobiernos Kirchner anularon la ley de bancarota y añadieron una cláusula que les permitía a los trabajadores quedarse en las fábricas donde estaba trabajando, a cambio de asumir las deudas de la compañía, y construir una estructura cooperativista,” dice Andrés Ruggeri, director del Programa Abierto de la Facultad. “Pero en general, el Kirchnerismo ha apoyado (al movimiento de negocios recuperados) de una forma ambigua. No usan la represión, no son hostiles, no quieren poner obstáculos pero tampoco están muy a favor.”

Eso ahora ha cambiado. En diciembre de 2015, Mauricio Macri, el empresario y ex alcalde de Buenos Aires, se convirtió en presidente de Argentina, terminando con la década de Kirchnerismo. Su historial cara-a-cara con las cooperativas mientras era alcalde de la ciudad, no fue bueno, y muchos trabajadores temen que intente destruir el modelo de una vez por todas. No es una sospecha infundada.

“En un punto Macri vetó la ley que podría dar a la cooperativa la propiedad del hotel,” comenta Patricia Guzmán, que trabaja en la administración del hotel Bauen. “Fue uno de los políticos que la vetó cuando los trabajadores lo propusieron al gobierno de la ciudad en 2004. También estaba muy alineado políticamente con los viejos dueños, así que hoy tememos que una vez como presidente, el gobierno de la ciudad podría venir y quitarnos todo”.

Casado agrega: “Macri hizo claro mientras era alcalde que le gustaría ponerle un alto a la cooperativa pero no podría por el perfil del hotel, -y el apoyo -nacional e internacional- que tiene. Macri le teme a eso.”

Es natural que los políticos como Macri no sean adeptos de estas cooperativas: su éxito explota en la cara de todo lo que nos dicen sobre el capitalismo y cómo tiene que funcionar. Decir que los trabajadores puedan dirigir sus propios negocios, socializar las utilidades, organizar la producción democráticamente y aún ser exitosos, te reirías de la mayoría de los departamentos de economía.

No todo es rosa, ciertamente. El Hotel Bauen tiene muchos problemas, desde la falta de clientes, sólo 18 de las 200 habitaciones estaban ocupadas el día que lo visitamos- hasta la incertidumbre sobre su futuro legal, hasta lo que Casado llama “problemas internos.” No está convencido totalmente del modelo de propiedad de los trabajadores, argumentando que afecta la calidad del servicio, y quizá ni siquiera haya tanta democracia o libertad como se piensa.

“El hotel tiene una dinámica especial, es una ciudad dentro de una ciudad,” dice. Políticamente, el modelo cooperativista es definitivamente mejor porque tenemos más libertad. Podemos llegar 20 minutos tarde y no es un problema, lo comprenden – cuando un jefe podría escribir un reporte sobre ello. Esa libertad es buena pero es esa misma libertad de la que la gente abusa. Es lo que nos llevó a introducir políticas que son tanto, o más estrictas que las de las compañías privadas.

“Por ejemplo, tenemos que firmar con nuestras huellas, porque primero tratamos de que la gente firmara con sus firmas, ero abusaban de eso haciendo que otros firmaran por ellos. Así empezamos a usar las huellas, igual que en una compañía privada. Lo que me lleva a preguntarme a mi mismo: ¿por qué tenemos que tener estas medidas? Si nacimos para ser libres –no como una compañía privada- ¿por qué terminamos en una situación donde tenemos que introducir las mismas políticas que en una compañía privada?

Entre los principales problemas internos, hay constantes batallas legales para luchas mientras estas nuevas instituciones tratan de hacer su modelo legítimo ante los ojos de la ley, que frecuentemente ha sido hostil. “Estamos constantemente temerosos de que podamos ser echados en cualquier momento,” dice Guzmán. En el 2014, la Suprema Corte declaró que los trabajadores debían desalojar los locales para fines de abril. Aún siguen ahí, pero la batalla nunca se termina.

DEsocupados

Guzmán, de 35 años, estaba teniendo dificultades financieras cuando se unió a la revolución de Bauen. “Comencé trabajando aquí como personal de limpieza,” explica. “En ese momento no sabía lo que era una cooperativa. Entonces empecé a moverme a trabajar en distintas áreas del hotel y ahora soy parte del equipo de administración. Ha sido una experiencia realmente positiva para mi: cuando empecé a trabajar aquí cada persona hacía su trabajo, completaba sus horarios y luego se iba a casa. Ahora que estoy involucrada con el secretariado de la cooperativa, nos aseguramos de que el equipo de trabajo tenga mayor incursión en los asuntos de la cooperativa y participe más.”

Cerca de 130 personas trabajan en Bauen, pero no tiene jefes. Guzman gana un salario de entre 4,000 y 4,500 pesos por mes, que en una ciudad como Buenos Aires está debajo de lo necesario.

“Es menos que el salario mínimo en Argentina, porque lo que ganamos está basado en lo que queda después de hacer las deducciones que tenemos que hacer para que el hotel funciones”, explica. “Cada tres meses tenemos asamblea, y discutimos si podemos hacer alguna mejora al salario que tenemos, que es de 3,000 pesos, y esa es la suma que varía cada mes según como haya funcionado el negocio ese mes.

“En este momento pasamos por un momento económico difícil, así que todos nosotros hemos acordado sacrificar parte de nuestro salario. Es básicamente sacrificar la paga de dos días al mes para poder mantenernos a flote. Pero por el momento me siento cómoda aquí: no buscaría trabajo en ningún otro lugar.

Un cuarto de hora en coche al oeste a lo largo de la vía más animada, la Avenida Corrientes te lleva a Ale Ale, uno de los muchos restaurantes parrilla de la ciudad y otra cooperativa. Sergio Cano, de 42 años de edad, jefe de la cocina, ha trabajado aquí durante 13 años y visto tanto el control privado como el trabajador. Recuerda muy bien el momento en que se les dijo que perderían su trabajo.

“Un día, los supervisores del restaurante leva y nos dijeron que el restaurante estaba a punto de ir a la quiebra y que estaban a punto de cerrar en cualquier momento”, dice.” Así que tuvimos una reunión de todos los trabajadores. Algunos de nosotros habíamos estado trabajando aquí durante décadas, y uno de mis colegas sugirió la idea de tomar el lugar y llevarlo nosotros mismos. Él conocía a la gente en el Hotel Bauen, y ellos nos asesoraron hasta que ocupamos el restaurante”.

Ale Ale es un restaurante familiar que sirve comida tradicional argentina, desde el bistec sirloin hasta platillos de pasta, (platillos rápidos y sencillos). Los niños deambulan por entre las mesas y hay bebés en la zona “bebé friendly” del restaurante.

Todos los negocios cooperativas reciben asesoría de otras cooperativas, principalmente la Bauen, que ha tomado el rol de mentora de otros negocios que quieren usar el modelo de trabajador propietario. En Ale Ale, los 33 Socios (fundadores) son los dueños de la cooperativa, seguidos de los socios y los trabajadores.

“ahora estamos bien y estamos haciendo que el lugar salga adelante”, dice Cano.”Hay 44 de nosotros en total ahora, y hemos tenido altibajos, por supuesto. Nos hemos visto obligados a tener que encontrar un lugar nuevo para el restaurante. El propietario actual del lugar vio un artículo sobre nosotros en las noticias y se ofreció a rentarnos este lugar. Nos mudamos en 2014.

Buenos Aires no es el único lugar donde hay este modelo. Modelos similares funcionan actualmente en México, Chicago, o Dehli. En Venezuela, el gobierno mismo nacionalizó compañías y conformó cooperativas de trabajadores, recibiendo asesoría aparentemente de Argentina.

Casado deja escapar una risa cuando le pregunto lo que se siente ser una luz de esperanza para el mundo. “El cooperativismo es conceptualmente muy agradable.” Dice, levantando una ceja. “Una vez que estás dentro te tienes que preguntar: ¿cómo hacemos que funcione ahora?