Poca competencia, transparencia y con anomalías el 70% de las licitaciones otorgadas en el sexenio

El IMCO realizó un análisis en el que descubrió que 7 de cada 10 contratos se asignan directamente, lo que apunta baja competitividad.

 

Regeneración, 06 de marzo de 2018.- Las licitaciones de obra y servicios públicos son altamente opacas, sin competencia y llenas de anomalías, pues de 10 contratos con el gobierno, siete fueron directos, concluyó el Imco tras un análisis.

El Instituto Mexicano para la Competitividad, analizó 700 mil procedimientos de contratación y concluyó que el mecanismo de “adjudicación directa”, que debería ser una excepción en la regla, se convirtió en lo más natural.

El análisis, llamado Índice de Riesgos de Corrupción: el Sistema Mexicano de Contrataciones Públicas, indica que entre 2012 y 2016, los contratos asignados por adjudicación directa representan el 31 por ciento de los 2.3 billones de pesos de contratación.

Que además, se concentró en 73 empresas, lo que podría representar favoritismo y riesgo de corrupción alto, indicó Max Kaiser, director de Anticorrupción en el Imco.

“El que 71 por ciento de los contratos sea por adjudicación directa, me dice que todas las dependencias abusan del término excepción y lo usan ya como una regla”, dijo.

“Aquí no estamos probando que hubo corrupción, lo que estamos probando es que se contrató con altos niveles de riesgo: con poca competencia, con poca transparencia y con muchas anomalías”.

Las cinco entidades que gastan con mayores riesgos de corrupción son la CFE, el ISSSTE, el IMSS, aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA) y la SCT.

Por otro lado, el estudio mostró un claro favoritismo que cambió de sexenio en sexenio, por ejemplo, las 73 empresas que en 2016 acapararon el 32 por ciento del gasto público, en 2012 (último año de la gestión de Calderón), sólo consiguieron el 1.7 por ciento del gasto.

En tanto, las 73 empresas que en 2012 fueron beneficiadas con el 29 por ciento del gasto ejercido, en 2016 sólo obtuvieron 1.6 por ciento.

Como ejemplo, se podría usar el gasto adjudicado a determinados medios de comunicación. Y es que además de que acaparan el gasto, las líneas editoriales se ven directamente modificadas por el dinero federal.

Vía Reforma.