El ajolote, una deidad milenaria en peligro de extinción

El biólogo Andrés Cota Hiriart realiza una minuciosa semblanza del ajolote, axolotl o ambystoma mexicanum en El ajolote. Biografía del anfibio más sobresaliente del mundo en la que detalla las características que lo hacen un peculiar espécimen de la evolución

Andrés Cota realiza una semblanza de la especie en El ajolote. Biografía del anfibio más sobresaliente del mundo, donde revela misterios del axolotl
Ilustración de Ana Jacoba Bellido. Cortesía.

Por Martha Rojas

 

RegeneraciónMx.– En la Nueva España los colonizadores esparcieron rumores sobre él, decían que el ajolote embarazaba a las mujeres cuando se metían a bañar a los lagos, pero para los mexicas se trataba, más bien, de una deidad. Siglos después, para los naturalistas, el axolotl se volvió un enigma científico y para la naciente sociedad mexicana un símbolo nostálgico de su identidad. 

El ajolote, axolotl o ambystoma mexicanum es un pequeño monstruo marino que pasa grandes periodos de tiempo reposando en los fangosos fondos de agua dulce mientras espera la noche para entrar en actividad. Oriundo del casi extinto Valle de México, el anfibio es la muestra viviente de un misterioso proceso evolutivo de miles de millones de años que le impidieron alcanzar la metamorfosis adulta, que la mayoría de sus congéneres como los sapos o la salamandras sí obtuvieron. El biólogo Andrés Cota Hiriart lo define, en el libro El ajolote. Biografía del anfibio más sobresaliente del mundo (Elefanta Editorial), en el que realiza un minucioso trabajo ilustrativo y narrativo acerca de esta especie en peligro de extinción, como un excepcional ejemplo de la naturaleza y la evolución. 

Esqueleto del axolotl. Ilustraciones de Ana Jacoba Bellido.

“Darwin y un montón de naturalistas clásicos discutían sobre esta criatura que, se pensaba era una larva un sirénido o la larva de una salamandra gigante y desconocida. Eventualmente Darwin acuñó un nombre para este tipo de animales que no maduran, que no se vuelven adultos, que no alcanzan la metamorfosis como el resto de su estirpe, de su especie. Pero estos animales aún así se pueden reproducir, esto llamó la atención de los científicos y también de los literatos que lo convirtieron en musa y objeto de investigaciones. No es casualidad que Roger Bartra en un libro dedicado a esta especie la compare con la mexicanidad, con los mexicanos que terminamos siendo como estas larvas eternas que nunca maduramos y sólo nos reproducimos”, apunta Andrés

El biólogo se ha vuelto un experto en la vida del ajolote desde un encuentro fortuito que de pequeño tuvo con el ajolote en los canales de Xochimilco. Recuerda haber sumergido su mano y sentir a la llamada larva eterna que, antiguamente nadaba en los canales xochimilcas. Claro, antes de que la carpa, la tilapia y las aguas tratadas arrasaran su mundo.

Desde entonces ha dedicado buena parte de su tiempo al estudio del raro espécimen; en su adolescencia, incluso, lo trató de reproducir en cautiverio. 

LA FIEBRE POR EL AJOLOTE

Este monstruo que recuerda una era prehistórica ya extinta, es tomado como símbolo de identidad por bandadas políticas y activistas ambientales, aunque muchos de ellos desconozcan que los animales de esta especie repudian la luz y el contacto con su cuerpo viscoso y resbaladizo, que les permite escabullirse entre las rocas. Los ajolotes, explica Andrés, son animales esencialmente nocturnos, morfológicamente raros, capaces de mimetizarse en el fondo marino gracias a sus tonalidades que van del verde al gris pasando por el marrón, sólo habitan a dos mil doscientos metros sobre el nivel del mar, lo que los hace una especie endémica del Valle de México.

“Al decir que es una especie en peligro de extinción no nos referimos a que el organismo en sí mismo esté desapareciendo, sino que la especie es entendida como un conjunto de interacciones entre los organismos con otros organismos y su ecosistema, y es eso lo que está desapareciendo. Es probable que unos años el ajolote sólo exista en cautiverio, de estos hay miles, pero el ajolote en los valles del Anáhuac será dentro de poco una especie extinta si no hacemos nada”, agrega el también naturalista.

La fiebre por el ajolote ha llevado a los conservadores ha dejarlos tras las vitrinas de acuarios o en estanques donde pueden aumentar de número, pero la paulatina desaparición de los lugares en los que solía reinar pone en jaque a la especie, su ecosistema y otros organismos dentro del nicho ecológico. 

El ajolote es una de las muchas especies que peligran debido a la falta de conciencia y de interés institucional. Sus caras entre alegres y bonachonas se cuidan en los billetes de cincuenta pesos, usados para pagar viajes en trajineras, mientras su entorno se destruye. 

Capaz de reconstruirse así mismo más de 20 veces, el ajolote podría desaparecer de la vida silvestre si no se hace algo al respecto, y probablemente con él un era ecológica. 

“Se necesitan verdaderos programas de conservación de la especie. El no aeropuerto de Texcoco podría ser un lugar ideal para la conservación de este anfibio. Algunos biólogos han logrado reinsertar algunos ejemplares de la especie en su entorno natural, han colocado barreras con plantas naturales para que filtren el oxígeno de los canales de Xochimilco, en donde toda el agua ya es tratada, y de alguna forma evitar que la tilapia y otras especies que no son de ese ecosistema los desplacen de su lugar. Esto significa que quizá no podamos revertir el daño, pero sí podemos desacelerarlo y buscar alternativas para estas especies. El no aeropuerto, que se hunde constantemente, podría se un muy buen lugar para llevar a cabo un programa de conservación”, concluyó Andrés.