Irlanda y la fiebre capitalista por Joyce

En la capital de Irlanda, Dublín, desde 1954 se celebra el Bloomsday, una verbena que inicia en la farmacia Sweny y termina en las calles de la ciudad; curiosamente, ninguno de los asistentes recuerda a James Joyce pero todo mundo celebra a Leopold Bloom

Por Martha Rojas

 

RegeneraciónMx.– Es difícil separar el nombre de Dublín del joven Jim (abreviatura de James), una ciudad fundada en medio de dos lagos que sirvió como base militar de vikingos hacia el año 800.

La Dublín que James Joyce retrató en la epopeya infinita de Mr. Bloom ha permanecido igual por cerca de 100 años, los mismos que cumple hoy el Ulises, esa obra indescriptible, difícil e imprescindible del modernismo anglosajón, que se publicó un 2 de febrero de 1922, el mismo día del nacimiento del autor anglosajón cien años antes (2 de febrero de 1822).

Hace 100 años, según el capítulo 6 del Ulises, Mr. Bloom entró a una farmacia, para ser exactos a la droguería Sweny, donde hasta ahora permanece abierta, exactamente igual que hace 100 años, porque las farmacias “rara vez cambian de sitio”. Era un 16 de junio, y al entrar, Mr. Bloom pudo percatarse del “tufo penetrante de las drogas, el polvoriento tufo seco de las esponjas y pastas”, tal y como huelen hoy, como se esmera en oler desde 1954 cuando se constituyó la fiesta nacional de Bloomsday, en honor a Leopold Bloom

Desde entonces Sweny se ha convertido en un centro turístico, que raras veces ofrece el servicio farmacéutico, año con año recibe a los entusiastas de Joyce, quizá porque él fue el primero en darse cuenta de que ese inmueble antiguo y casi museístico era en realidad una reliquia del tiempo.

La Sweny Chemist está a unos 40 metros del lugar donde Nora Barnacle, la mujer de Joyce, lo dejó plantado el 14 de junio de 1904. Dos días más tarde, el 16 de junio, cedería a su persistencia. Ese día sería el que el escritor dublinés escogería como telón de fondo para su novela más famosa: Ulises.

Los irlandeses celebran el Bloomsday (juego de palabras con Doomsday), cada 16 de junio. Ese día, Sweny recauda más de 5000 euros en jabón de limón, el mismo que Bloom solicitó. Esta aportación literaria se ha vuelto vital para la supervivencia del lugar, aunque sin la labor desinteresada de los voluntarios que abren y atienden la tienda, Sweny’s habría cerrado.

Cada 16 de junio, una verbena infinita de hombres y mujeres se apropian de las calles antiguas de Dublín para celebrar al personaje Leopold Bloom, alter ego del escritor más grande que haya dado su patria.

La reivindicación llega décadas después de que Joyce fuera objeto de odio y proscripción de parte de sus compatriotas.

Lejanos parecen los años en que las autoridades irlandesas prohibieron la repatriación de los restos de James, que murió en Suiza en 1941 o los años en los que la Iglesia Católica prohibió el Ulises por ser demasiado pornográfico, pero rectificaron, cuando se dieron cuenta de que el Bloomsday, como se conoce a la celebración que se realiza cada 16 de junio en honor a Joyce, era rentable. De ahí los exacerbados esfuerzos, cada año, de las autoridades por recrear a los personajes de la novela para atraer a turistas de todo el mundo convirtiendo Dublín en Joycelandia.

Pero en Joycelandia no se celebra el nacimiento del autor y tampoco la fecha en la que publicó el Ulises (2 de febrero de 1922), se festeja a Leopold Bloom y el día en que éste paseó por las calles de Dublín.

James Joyce será recordado en este lugar como el hombre que puso los puntos sobre las “i” mientras Irlanda seguía siendo colonia británica siempre y cuando su legado también signifiqué una gran peregrinación de turistas anuales. 

 

“Cuando cumplí 10 años mi padre, en vez de Mujercitas, me regaló el Manifiesto del Partido Comunista”