“Pásale al pizarrón, te quiero ver”; alumnas del Tec de Saltillo denuncian acoso

Alumnas del Tecnológico de Saltillo han denunciado casos de acoso sexual, tanto de los profesores como de sus compañeros

Regeneración, 26 de marzo de 2019. Una egresada de la carrera de Ingeniería en Gestión Empresarial del Instituto Tecnológico de Saltillo reveló la violencia sexual que viven las estudiantes.

La ex estudiante pidió proteger su identidad por miedo a represalias. En entrevista con el medio Vanguardia contó que aún le da miedo hablar abiertamente de lo que vivió en carne propia y de lo que sabe.

Aún teme que los profesores, las autoridades y el sindicato del Instituto Tecnológico de Saltillo puedan actuar en su contra si denuncia abiertamente lo que ocurre en una de las instituciones educativas de mayor prestigio de la capital de Coahuila.

“Es muy buena escuela (…) pero le aconsejaría que fuera lista, que si se siente insegura levante la mano, levante la voz, que no tenga miedo… que si tiene que dejar una clase, o la tiene que reprobar, la repruebe… simplemente que no permita que ese acoso llegue a más”, insistió la egresada.

La joven asegura que es una de violencia cotidiana. “Qué feo, ¿no?, que cuando entras a una escuela uno de los comentarios que te dicen es que, ‘en algún momento te va a tocar’… porque hay muchos profesores que ya tienen la fama”, señala.

Ella explica que los profesores acosadores tienen una larga trayectoria en la institución y además dictan las materias difíciles como Probabilidad y Estadística, Matemáticas y Costos.

Manera de operar

Susana explica “son listos” porque se cuidan de hacer sus insinuaciones de manera que no se les pueda señalar por acoso tan fácilmente.

Los profesores empiezan pidiéndole a las alumnas que les gustan que pasen a borrar el pizarrón, o solicitándoles que acudan o sus cubículos, o los acompañen en el salón de clases, para “ayudarles a calificar exámenes”.

Si las estudiantes acceden, los profesores siguen actos mucho más explícitos: saludos de beso en los que deliberadamente aproximan su boca a la de las alumnas, contactos durante la clase acercándose por detrás a las alumnas y tomándolas por los hombros; “susurros” al oído preguntándoles cómo están, o diciéndoles “estás muy bonita”.

Uno de los profesores más descarados, de nombre Juan Ángel, “es muy sonado… súper sonadísimo que él sí es bien descarado. Él si es de que ‘pásale al pizarrón porque te quiero ver’… o sea, ¡bórralo!, te quiero ver”, cuenta Susana.

Ella nunca fue a ninguna de sus fiestas, pero conoces muchas historias de profesores que se embriagaban y que tenían contacto físico con las estudiantes.
La víctima alerta que si las tácticas de aproximación no tienen éxito, los profesores pasan a las represalias. A ella, el profesor de Probabilidad y Estadística, a un inicio le pidió que se quedara con él en el salón para “ayudarle a calificar exámenes”.

Táctica de defensa entre las estudiantes

Al ver la situación y la fama que tenía ese profesor, las estudiantes del grupo desarrollaron una táctica de defensa entre ellas. Cuando el profesor invitaba a alguna de ellas a permanecer con él en el salón, las demás se quedaban esperando en la puerta.

El profesor se dio cuenta de la estrategia y cambió de actitud con Susana, “yo empecé a notar que el profesor ya se empezó a portar de una manera grosera conmigo. Cada vez que yo entraba a clase él me empezaba a decir: ‘a ti ya te veo el otro semestre’, o ‘tú ya no pasas’… o yo quería
participar y ya no me dejaba”.

Los compañeros también las acosan

La víctima cuenta que además del acoso que se da por parte de los académicos, sus compañeros de clase también las acosan. En el “Campus Miravalle”, se encuentra un espacio que los alumnos conocen como “el ejido”. Allí están los salones “N” y es una zona de acoso hacia las mujeres, refiere la valiente estudiante.

“Se juntan muchos chavos, atrás de la cafetería y cada vez que pasa una muchachita guapa, pues le aúllan… como perros… o sea, le ladran, le aúllan, le aplauden… se escucha hasta el otro edificio… yo tenía un profesor que abría la ventana y les gritaba: ‘¡cerdos, cállense!’”, expresa Susana.