Reformistas, anticapitalistas y socialistas

Por eso es necesario impedir los proyectos antiecológicos y anti-indígenas pero sin abandonar el juicio crítico

Por Guillermo Almeyra

(19 de enero del 2019).-El futuro inmediato de México depende de las relaciones y de la interacción entre, por una parte, los millones de partidarios de una reforma profunda que votaron MORENA y, por otra, los anticapitalistas que se oponen al gobierno de AMLO y los revolucionarios que ofrecen una alternativa socialista al sistema, sectores que tienen muchas diferencias y matices internos y que a veces se intersecan y traslapan y otras se oponen.
Por eso es importante analizar y comprender cada uno de estos grandes grupos, sus ideas, su evolución y la orientación general de las principales tendencias internas en cada uno de ellos.

“Sin teoría revolucionaria no hay acción revolucionaria”. En la actual situación transitoria e inestable de “empate” entre las clases, por consiguiente, el rasgo fundamental es la inexistencia de un partido revolucionario fuerte enraizado en los trabajadores rurales y urbanos que sea capaz de educar y organizar a grandes sectores sociales con sus publicaciones y de imponer la discusión de sus análisis y propuestas pues MORENA no es un partido y es reformista, no revolucionario, el EZLN y el CNI no funcionan como un partido revolucionario y los partidos socialistas son por ahora sólo grupos.

El PRT, en efecto, es la mayor y la más antigua de las organizaciones revolucionarias y la que más y mejores propuestas hace pero es aún débil en los centros de trabajo y de estudio. La Coordinadora Socialista Revolucionaria reúne por su parte varios grupos trotskistas y comparte muchísimas posiciones con el PRT pero su heterogeneidad la lleva a oscilar entre actitudes unas veces sectarias y otras a la rastra de MORENA. En cuanto a la Organización Política de los Trabajadores- que reúne en su seno sindicatos combativos como el SME y organizaciones revolucionarias, como el PRT, es más un esbozo de partido obrero de masas que un partido real. Además tropieza con la necesidad de algunos dirigentes sindicales de conseguir algo para sus afiliados negociando con el gobierno pues los sindicatos son en el capitalismo instrumentos de mediación y acuden al Estado en su lucha por vencer la resistencia patronal y, en particular, la de los monopolios y transnacionales, que forman el grueso del capital. La Nueva Central de Trabajadores, formada en febrero de 2014 con los sindicatos más combativos también enfrenta esa traba.

Sin radios, ni una TV por internet, sin un periódico central tanto la OPT y la NCT como las organizaciones trotskistas no han logrado convencer a los explotados cuya ideología sigue siendo la de sus explotadores masas y que esperan que un Salvador resuelva sus problemas.

Además, en el caso del PRT y de la CSR, que son muy activos en el campo social, no hay todavía una suficiente elaboración estratégica sobre el tipo de sociedad que proponen como alternativa al capitalismo ni planteos sobre acciones concretas para ir imponiendo desde ya –mediante la autoorganización, la autonomía, la autogestión en colonias o comunidades- elementos de esa alternativa.

Por su parte entre los revolucionarios no socialistas, el EZLN tiene ya un cuarto de siglo y es esencial para la liberación nacional y social de los oprimidos y explotados pero no nació anticapitalista. Por el contrario, su enemigo era inicialmente sólo el “mal gobierno” y exigía que los indígenas fueran considerados iguales a los demás ciudadanos por la Constitución (liberal) del Estado capitalista y oligárquico.

Sus ideas, por otra parte, se desarrollaron durante años gracias a un puñado de revolucionarios en la Teología de Liberación y la acción de la diócesis dirigida por el obispo Samuel Ruiz. Su visión religiosa consiguiente sobre la oposición entre el Bien y el Mal, que absolutos por definición, y el posterior paternalismo de sectores de la clase media que, para rescatarse de pecados racistas, pasaron a idealizar a los indígenas, influyeron para convencer a las bases zapatistas de que su gran pasado maya precapitalista convertido en mito y depurado de la lucha de clases y de las atrocidades puede ser el modelo para construir el futuro.

El apoyo de masas logrado conseguido en 1988 por la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas salvó al EZLN de la represión y le granjeó una gran simpatía en el Centro y el Sur del país y en las principales Universidades. Pero en pocos años dilapidó ese caudal político debido a su sectarismo, sus virajes y, sobre todo, su carencia de ideas y propuestas y su total silencio ante todos los problemas fundamentales del país y del mundo.

Al replegarse para construir islas de autonomía en un Estado capitalista, el EZLN dejó que sus bases se cocinasen en su propio jugo y les impidió aprender y educar al resto de los mexicanos y mantuvo el primitivismo machista que se expresa en los insultos a la madre de AMLO y en la carencia de argumentos en su lucha justa contra los proyectos de éste.

II

¿Cuáles son las características principales de México que atraviesan toda su historia? Una violencia salvaje e inigualada; una terrible ignorancia de las grandes mayorías y de las clases dominantes mismas apenas cubierta por una delgadísima capa de intelectuales cultos y refinados; una modernización y un Estado sólo recientes y gravemente erosionados por la mundialización; la ilegitimidad de los usurpadores priístas de la Revolución campesina; la integración de la burguesía nacional y de la oligarquía en el capital financiero internacional hipotecando la independencia nacional y destruyendo las medidas progresistas de Lázaro Cárdenas; la incorporación por éste al Estado y al partido gobernante, el PRI, junto a los militares, de los movimientos de masas obrero (CTM) y campesino (CNC) burocratizados; el terrorismo de Estado, la represión constante y constelada de asesinatos, matanzas y encarcelamientos masivos. Recordemos al respecto, entre otros, los asesinatos de Zapata y Villa, de Jaramillo, la matanza de partidarios del general Miguel Henrique Guzmán, la brutal represión al IPN, los ferrocarrileros, a los médicos, 1968, el dos de Octubre, la represión y los asesinatos en Guerrero en los 70, los muertos y desaparecidos de esos años, los 500 perredistas muertos por el salinato, la represión al EZLN en 1994, las violaciones masivas en Atenco, los asesinatos y encarcelamientos continuos de líderes sociales y los centenares de miles de muertos y desaparecidos durante los tres últimos gobiernos.

Es también el país donde la miseria y el atraso cultural llevan a vender masivamente los votos, a la violencia cotidiana y feroz contra las mujeres, al reclutamiento de masas para la delincuencia de todo tipo (huachicoleo, siembra y venta de drogas, bandas de sicarios) y en el que la podredumbre de las clases dominantes es tal que se entremezclan con los delincuentes y hacen de la corrupción y el robo su modo de vida.

Sobre todo eso se apoyan quienes le están queriendo aplicar ahora a AMLO la política golpista criminal que utilizaron contra Salvador Allende en Chile y contra el pueblo venezolano y provocan hoy la escasez de combustibles y mañana, la de alimentos.

Pero en nuestro país existen también por fortuna una fuerte tradición indígena y comunitaria que sobrevive tenazmente, formas cotidianas y masivas de luchas sociales y la memoria histórica habitada por los Zapata, los Villa, los Jaramillo y todas las víctimas de la barbarie capitalista .

El EZLN y las organizaciones comunistas, exmaoístas, trotskistas, nacionalistas, que son una pequeña minoría, surfean sobre esa gran ola insurgente y potencialmente revolucionaria. Surgen así en México movimientos sindicales-revolucionarios, como los maestros de la CNTE de Oaxaca, y comunas efímeras como la APPO u organismos democrático-comunitarios como las policías comunitarias.

Esa es también la base de grandes impulsos solidarios (como en los terremotos) y la base inconsciente de movimientos de millones de trabajadores que asumen una forma electoral pero, como MORENA, tienen un profundo contenido renovador.

Mi optimismo se apoya sobre esa conciencia profunda y esa base potencial para la organización y movilización anticapitalista de masas a pesar del atraso político del país, de los rasgos de localismo y hasta de xenofobia (¡Tijuana!), de la incapacidad general de comprensión del proceso mundial único y unificador y a pesar de las dificultades para hacer circular ideas entre gente que utiliza sólo pocas centenas de palabras que mal escribe y a la que, por consiguiente, le cuesta razonar.

El ataque actual al EZLN y el justo rechazo de éste a los proyectos del gran capital no deben impedirnos el análisis. El EZLN no nació anticapitalista; sólo lo es desde hace poco y aún subestima la capacidad de comprensión de aquellos indígenas que lo siguen y que, al mismo tiempo, lo utilizan para lograr su autonomía.

Además, sin escuchar críticas, tras la verborragia de Marcos hizo un silencio absoluto ante todo lo que pasa en el mundo y en México. Como no tiene ideas ni propuestas concretas no tiene tampoco un órgano, un semanario, una presencia organizada en las redes sociales ni volantes o folletos para ir formando y educando a sus cuadros y sus simpatizantes discutiendo las informaciones, qué hace y quién es realmente el enemigo y qué se debe hacer para vencerlo.

Su posición precapitalista también lo lleva a resistir a la acción común con los revolucionarios anticapitalistas que manejan y discuten ideas. Acostumbrado al mando militar verticalista, el EZLN desprecia igualmente la capacidad de comprensión de los que votaron por AMLO. Cree que son seguidores ciegos de un Líder sin ver las contradicciones entre los deseos de los morenos y la política capitalista desarrollista extractivista de AMLO. Por eso creen posible lo que es políticamente improbable, o sea, un ataque militar inmediato que nadie aceptaría.

Por eso es necesario impedir los proyectos antiecológicos y anti-indígenas pero sin abandonar el juicio crítico. (sigue y termina el domingo próximo).