Rubén Núñez, la moneda de cambio

El profesor Rubén Núñez es rehén del gobierno federal. Moneda de cambio. Las autoridades lo quieren usar para negociar el fin de las protestas contra la reforma educativa. Se equivocan.

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Por Luis Hernández Navarro

El profesor Rubén Núñez Ginez está recluido en una celda del penal de alta seguridad de Hermosillo. Antes de ser apresado, la madrugada del pasado 12 de junio, vivía en una sencilla casa de una sola planta en el municipio de Putla, que edificó cuando todavía no era nombrado secretario general de la sección 22.

Rubén no tiene grandes propiedades. No posee joyas ni ropa de lujo. Su fabuloso guardarropa está integrado por camisas de manta bordadas típicas de Oaxaca y prendas que se pueden adquirir en cualquier comercio.

Su espectacular flotilla de coches se reduce a una camioneta Nissan estaquitas, que cambió por una camioneta que usa para transportarse en sus obligaciones sindicales, y una furgoneta que no puede circular porque carece de placas, propiedad de la sección 22 desde hace años. Cuando agentes vestidos de civil lo detuvieron violentamente al norte de la Ciudad de México, se transportaba en el taxi de su primo.

Una de sus posesiones más exóticas, y que según algunos medios es evidencia de las millonarias riquezas que ha adquirido, es un hermoso pavo real. El ave fue un regalo que le hizo un amigo, que sabe del gusto del maestro por la vida silvestre y la cultura tradicional.

El profesor Núñez Ginez es el mayor de cuatro hermanos, de una familia campesina.

Nació el 6 de febrero de 1963 en Concepción del Progreso, mejor conocida como La Hacienda, Tierra del Dios nunca muere, perteneciente al municipio y distrito de Putla de Guerrero, Oaxaca. Su padre es ejidatario. Familiares suyos fueron pioneros en gestionar la llegada de escuelas públicas a la zona.

Putla es una región marcada por el rezago y la pobreza, muy diversa culturalmente. Cinco pueblos indígenas –mixtecos, triquis, tacuates, nahuas y amuzgos– tienen allí su territorio. Está poblado también por afrodescendientes.

Rubén Núñez cursó sus estudios de educación básica en la primaria Guillermo Prieto de la misma población y en la Secundaria Técnica Agropecuaria 151. En 1978 ingresó a la Escuela Normal Experimental Presidente Lá­zaro Cárdenas para ser profesor de educación primaria.

Rubén siguió estudiando. Se especializó en lengua y literatura, en la Escuela Normal Superior de la Universidad de Chilpancingo, Guerrero. Ya docente en servicio, cursó la maestría en desarrollo educativo, en la Universidad Autónoma de Puebla. Trabajó como profesor de primaria en comunidades rurales de la Sierra Sur, de difícil acceso. Dio clases en San Pedro Yasutatu, a cinco horas de camino a pie. Dio clases de español en la secundaria técnica de su pueblo. En 1990, se incorporó a la Normal Experimental de la cual egresó, y de la que se volvió director. Laboró también en lingüística en la UPN.

Núñez mantiene un fuerte arraigo comunitario. Ha cumplido con sus servicios en el sistema de cargos: desde mayordomo de la festividad principal hasta agente municipal. Fue secretario del comisariado del ejido. Como presidente de Pueblos Unidos de la Cañada, tuvo la encomienda de gestionar la pavimentación de la carretera de acceso a muchas comunidades de esta microrregión. Fue secretario del Consejo de Desarrollo Municipal de Putla, y mayordomo del carnaval putleco. Siempre se distinguió por su responsabilidad y honestidad.

Rubén Núñez es un destacado basquetbolista. Tiene el don de la palabra. Es orador designado en fiestas de 15 años, bodas, bautizos y velorios. Le gusta declamar y escribir poesía. Su carácter afable y bonachón despertó simpatía entre sus vecinos, compañeros de trabajo y estudiantes.

El maestro Núñez no pertenece a corriente sindical alguna. Fue impulsado a la secretaría general de la 22 por un equipo de paisanos y compañeros de la región Cañada. Fue electo porque el movimiento magisterial oaxaqueño decide quiénes son sus dirigentes de manera imprevisiblemente democrática.

Falsamente, se ha dicho que el profesor Ñúñez recibe un salario millonario. Tramposamente se suman sus ingresos trimestrales y se los hacen aparecer como si fueran quincenales. Se dice que no labora, aunque está comisionado sindicalmente (como lo están todos los dirigentes de sindicatos del apartado B del artículo 123) desde el 26 de septiembre de 2012.

Rubén Núñez obtuvo una maestría, es profesor de tiempo completo de una institución de educación superior y ha sido director de la escuela normal. Tiene 32 años de servicio. A pesar de eso, su sueldo líquido quincenal –que no ha recibido desde junio del año pasado– es de 19 mil 667 pesos.

Se le encarceló acusándolo de lavado de dinero, robo agravado y tentativa de homicidio. Los señalamientos que se le imputan son falsos, prefabricados y carecen de fundamento legal.

¿Lavado de dinero? Desde junio del año pasado, las cuentas bancarias de la sección 22 fueron ilegalmente congeladas por la autoridad. Los maestros decidieron seguir cooperando económicamente para mantener su organización. ¿Qué tienen esos recursos de procedencia ilícita?

En todas las secciones del SNTE existen convenios con empresas privadas que venden a crédito a los maestros línea blanca, material escolar o dan préstamos. Oaxaca no es la excepción. Esos convenios fueron firmados no por la sección sino por el IEEPO, desde antes de que Rubén fuera elegido secretario general. Las empresas pagan una modesta comisión que no pasa por el dirigente. Si el maestro Núñez está preso por eso, deberían estarlo todos los dirigentes del sindcato.

Las otras acusaciones son igual de absurdas. En septiembre de 2014, el SNTE denunció a la sección 22 de robarle mil cajas de libros de texto gratuitos que estaban en una casa particular. ¡Unos 50 mil libros! ¿Qué hacían esos libros en una casa particular? ¿Pueden ser propiedad de un grupo sindical? ¿Se imagina alguien al maestro Rubén hurtando 50 mil libros o tratando de matar a alguien? ¡Por favor!

El profesor Rubén Núñez es rehén del gobierno federal. Moneda de cambio. Las autoridades lo quieren usar para negociar el fin de las protestas contra la reforma educativa. Se equivocan. Su aprehensión levantó una ola de indignación aún mayor. Sus secuestradores deben liberarlo ya, al igual que al resto de sus compañeros.