Por Manuel Alejandro Ramírez Solorio |Rebelión
Regeneración, 30 de julio 2014.-A las grandes corporaciones mediáticas les fascina discursar sobre democracia y libre expresión. Los analistas políticos y los lectores de noticias frente a la cámara gustan de proferir extensas elocuciones sobre los valores del periodismo, la ética al informar y la defensa intransigente de la objetividad.
Son adictos a promulgar por doquier la “libertad” de la que gozan y desean que otros menos afortunados, bajo dictaduras de gobiernos populistas y plutocracias religiosas despóticas, dicen, aprisionan el espíritu de la comunicación, gocen de la misma “libertad”.
Cobijados en esos “inviolables” valores, dan a conocer informaciones y formulan comentarios editoriales para su amplio auditorio. En consenso, los medios de comunicación masiva arman la agenda informativa, discriminan lo importante de lo trivial, etiquetan a los actores de la notas de forma maniquea y señalan el rumbo de la opinión pública.
En ese tenor se ha venido tratando la información referente a los ataques criminales del ejército de Israel contra la franja de Gaza. Aplicando el valor de la “neutralidad informativa”, para no caer en el pecado de la “información tendenciosa”, se evita “ponerse del lado de un bando” y con ello se clasifica la matanza de civiles palestinos como “guerra”. De igual forma reducen el conflicto a un altercado religioso entre “dos naciones”.
Sutilmente colocan a Israel como país atacado por los hostiles y fanáticos árabes. Calificando de terroristas al grupo insurgente Hamas, se le niega todo derecho de réplica. Porqué después de los fatídicos incidentes de 2011 al “terrorista” no se le concede ni la más mínima garantía, esa es la profesión de fe de las democracias liberales y por ende de sus corporaciones mediáticas.
Pero detrás de la neutralidad informativa y las cuidadosas reflexiones de los eruditos analistas internacionales, se encuentra la realidad que contrasta con el discurso estructurado de los mass media.
En la realidad, se encuentra un pueblo despojado de sus tierras por la implantación de un estado confesional xenófobo que les excluye por ser árabes. El desplazamiento de 750 000 palestinos huyendo a Cisjordania por las masacres orquestadas en los territorios ocupados en 1948. Desde entonces se escribe na historia de discriminación y rechazo contra un pueblo que apenas resiste ante los cruentos embates.
Los mortíferos ataques iniciados el 8 de julio del presente año, demuestran el objetivo siniestro de Israel. El accionar sospechoso de la policía en Israel y las mentiras de Benjamin Netanyahu en su intento por inculpar a Hamas del asesinato de los tres colonos invasores Eyal Yifrah, GilAd Shaar y Naftali Frenkel. Netanyahu declaró con plena seguridad: “Hamas es responsable y Hamas pagará”, sin prueba alguna, la falacia no duró mucho tiempo y la policía israelí tuvo que reconocer que el crimen fue perpetrado por una “célula solitaria” sin nexo con Hamas.
No obstante, la trascendencia de la información, la gran mayoría de los medios de comunicación internacionales ocultaron o minimizaron la acción, en su afán por preservar la “neutralidad informativa” desviaron la atención del hecho importante: el genocidio contra la población civil, la utilización de armamento prohibido por los acuerdos internacionales y en general los crímenes de guerra cometidos por Israel. Para las corporaciones mediáticas los valores del periodismo se ajustan a los intereses del gran capital y del Lobby Sionista. Fuera de las salas de prensas de los rotativos, las cabinas de radio y las televisoras, allá en Gaza, la población es impunemente masacrada y su lamento de dolor y rabia es acallada por quienes se autodenominan pregoneros de la libertad de expresión.
*El autor es Licenciado en Docencia en Lengua y Literatura por la Universidad Autónoma de Baja California, Profesor de Educación Básica y Media Superior.