#Opinión: Las piernas de México – Parte II

Ya pasaron los tiempos en que Televisa podía manipular a los mexicanos con fútbol y religión, siendo el Estadio Azteca y la Basílica de Guadalupe los principales escenarios de sus malévolas obras.

Ya pasaron los tiempos en que Televisa podía manipular a los mexicanos con fútbol y religión, siendo el Estadio Azteca y la Basílica de Guadalupe los principales escenarios de sus malévolas obras.
Foto: Especial

Por Miguel Martín Felipe

RegeneraciónMx, 17 de julio de 2022.- En la entrega pasada ahondamos en la historia del Estadio Azteca con base en la aseveración de Fabrizio Mejía, quien definió al inmueble como una de las piernas de México en su libro Nación TV, donde la otra pierna era la Basílica de Guadalupe, y la cabeza el logo de Televisa. Dichos edificios son creaciones concretas, mientras que el logo es una creación abstracta. Los tres son obras del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, cuyo estilo se caracteriza por una presencia constante de las líneas paralelas, los puntos de fuga y las x, así como reminiscencias de la arquitectura prehispánica, sobre todo de la cultura mexica. Ramírez Vázquez fue un estrecho colaborador del régimen priista, así como del grupo de poder integrado por los O’Farril, los Azcárraga y los Alemán; todos ellos artífices de la estrategia de control de masas a través de la televisión, para lo cual se utilizaron de manera sumamente efectiva el fútbol y la religión.

La Basílica de Guadalupe fue un encargo de la Arquidiócesis Primada de México y se terminó de construir en 1974, justo el año en que inició su gestión como abad Guillermo Schulenburg, quien más tarde daría bastante de qué hablar.

Puede que en estos tiempos ya no sea tan indivisible el tándem entre iglesia católica y televisión mexicana, pero hubo décadas en que tuvo una enorme repercusión en la psique popular. En 1979 se gestionó la visita de Karol Woytila —se pronuncia [voi’tsiwa]—, mejor conocido como Juan Pablo II. José López Portillo, masón y agnóstico, no practicante del catolicismo, no lo recibió como jefe de Estado, cuando bajó del avión, solo le susurró al oído la frase: «lo dejo con su gente» y se retiró. Más tarde se retractaría un poco sobre el menosprecio que mostraba a priori hacia el pontífice cuando tuvieron una charla privada en que pudieron compartir puntos sobre filósofos de la escuela alemana.

En el vuelo procedente de Roma en que llegó Juan Pablo II ese mediodía del 26 de enero de 1979, Televisa logró colocar convenientemente a un impreparado Joaquín López-Dóriga para hacerle al papa una improvisada y trastabillante entrevista.

La Basílica de Guadalupe se convirtió desde entonces en un símbolo para la renovación de la fe mexicana. Las coberturas televisivas tenían su punto de apoteosis en la misa que el papa oficiaba en cada nueva visita. Explotaban las imágenes a manera de spots varios meses después de la partida del pontífice y retomaban sus frases como la famosa «México siempre fiel».

Desde 1979, en los cuartos de guerra de Televisa, nació la idea de incentivar al pueblo para mostrar su beneplácito ante las visitas papales. En esa primera ocasión, el productor de la cobertura televisiva, Aurelio Pérez, tuvo la idea de que se instara a las personas a salir a las calles con banderas y banderines de color amarillo con blanco, mientras que en las visitas de la segunda mitad de los 90, Luis de Llano tuvo la idea de que la gente saliera a las azoteas con espejos para dar tanto la bienvenida como la despedida al papa por medio de destellos, para luego hacer un compilado de entrañables imágenes que exaltaran el fervor religioso y el patriotismo, pues el sentimiento de mexicanidad se exacerbaba con la presencia de la bandera mexicana en todo momento dentro del montaje televisivo.

Desde el salinato se comenzaron a televisar las mañanitas a la Virgen de Guadalupe desde la Basílica. Se trataba de un evento en el que múltiples cantantes del star system de Siempre en Domingo se daban cita para cantarle canciones a la imagen religiosa en la noche del 11 al 12 de diciembre de cada año. Yuri (antes de su conversión al protestantismo), Lucero, Emmanuel, Rocío Durcal, Ana Gabriel, entre muchos otros; daban realce a la ceremonia religiosa, que debió reforzarse en lo que a producción respecta en el año de 1996. En ese mismo año, en el mes de mayo, el ya longevo abad Schulenburg había declarado que Juan Diego era para él solo un símbolo y no un personaje histórico, ya que, en colaboración con el INAH, había hecho una investigación para encontrar sus restos y verificar su existencia. Dicha investigación incluyó una pesquisa en documentos antiguos y excavaciones en sitios identificados como posibles tumbas de Juan Diego, quien fuera conocido como Cuauhtlaoatzin previo a su bautizo católico. Sin embargo, el resultado del proceso no fue favorable, y Schulenburg dejó caer una declaración que no gustó en el Vaticano, por lo que se hizo el encargo a Televisa de exhibir sus presuntas propiedades suntuosas en la toscana y yates propios de un millonario.

Pese a todas las tribulaciones y que Televisa ha tomado distancia del evento religioso, la peregrinación masiva la Basílica de Guadalupe para el 12 de diciembre sigue siendo un impresionante fenómeno de masas que se preserva casi intacto como ritual y que poco a poco se va despojando de la injerencia televisiva o gubernamental con fines de control de masas.

El censo del INEGI en 2020 arrojó una cifra de 77.7% de mexicanos que se declaran católicos. La cifra viene en descenso y esto demuestra que como sociedad comenzamos a experimentar la libre elección con respecto a la espiritualidad.

Ya pasaron los tiempos en que Televisa podía manipularnos a través de fútbol y religión. Sus piernas están más frágiles que nunca. Posteriormente vinieron los reality shows, pero esa será una historia que contaré más adelante.

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